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sábado, 6 de febrero de 2010

Indias blancas de Florencia Bonelli

Laura Escalante pertenece a unos de los linajes más ilustres de Buenos Aires; es una joven de gran belleza, carácter desafiante y audaz, capaz de las mayores osadías en nombre del amor y lo que cree justo. Así, cuando recibe un telegrama donde se le notifica que su hermano, el padre Agustín, está gravemente enfermo de carbunco, desafía a todos los preceptos y convencionalismos sociales, incluso desobedeciendo la voz de su abuela, madre y tías que se niegan a que viaje para estar a su lado. Con la inestimable ayuda de María Pancha, la criada negra que la quiere como a una hija, y del doctor Julián Riglos, amigo de la familia y eterno enamorado de Laura, viaja hasta Río Cuarto, en Córdoba. La huida de Laura provoca un escándalo en la ciudad porteña, con la consiguiente censura por parte de las familias más intachables y respetables, la ruptura de su compromiso con Alfredo Lahitte y el bochorno para las familias Montes y Escalante.

A su llegada a Río Cuarto, Laura recibe un diario que en su día escribiera Blanca Montes, su tía y la madre de su hermano Agustín. Mientras lo cuida en su lecho de enfermo, sin saber que sobrevivirá o no, Laura lee el diario y, de la mano de Blanca Montes, conoce su vida y la historia de amor que vivió junto al cacique ranquel Mariano Rosas. Blanca, ya casada con José Vicente Escalante, el padre de Laura y Agustín, fue hecha cautiva por los indios ranqueles y convertida en la primera esposa, ñuque, del cacique.

Página a página Laura conoce, por un lado secretos, mentiras y traiciones protagonizadas por su propia familia, a la que ve retratada y descrita en ese cuaderno y, por otro, la trágica y conmovedora historia de amor entre Blanca Montes y Mariano Rosas: una huinca -cristiana- que abandonó su raza por amor y un ranquel, que rompió todos los juramentos sagrados en nombre al amor por esa mujer. Mientras lee ese diario, Laura llega a conocer, querer y admirar a Blanca Montes, sin saber que ella misma va a protagonizar una historia similar junto al hijo de ese mismo ranquel.

En Río Cuarto, Laura conoce al ranquel Nahueltruz Guor, hijo del cacique Mariano Rosas, un hombre por cuyas venas corre sangre tanto india como cristiana, un hombre que representa a dos mundos, dos razas; educado entre ranqueles y también en un convento dominico, encarna las ideas del pueblo indio y la cultura y educación del cristiano. Desde el momento que los ojos de Laura se cruzan con los grises -señal de sus raíces blancas- de Nahueltruz, el destino de ambos queda sellado, así como el del pueblo ranquel, perseguido por el ejército de la nación argentina que desea acabar con ellos y apropiarse de las tierras indias.

La pasión y también el amor nacen entre Laura y Nahuel sin que importe las diferencias raciales, culturales o sociales que los separan. Y, durante el tiempo, en que Laura permanece en Río Cuarto, junto al lecho de enfermo de su hermano, nace su historia de amor con Nahueltruz Guor. Una historia que viven a escondidas, ocultos tanto de los ranqueles como del hombre blanco, pues saben que el de ellos es un amor incomprendido.

¿Puede sobrevivir un amor entre un indio ranquel y una huinca cuando el hombre blanco trata de aniquilar la raza autóctona? ¿Pueden superar las diferencias que los separan, el abismo que se abre entre ellos como en su día hicieran Blanca Montes y Mariano Rosas?

De la mano de Laura Escalante y el diario de Blanca Montes, en Indias Blancas Florencia Bonelli nos narra no una sino dos historias de amor preciosas e inolvidables. Ambas protagonizadas por mujeres cristianas y hombres ranqueles; ambos incomprendidas y obligadas a superar los avatares que se interponen en dos épocas distintas, pero con un escenario similar y con destino un tanto diferente.
A pesar de que los protagonistas indiscutibles de esta novela, dividida en dos partes, son Laura y Nahuel, en esta primera parte gran parte de la trama recae sobre Blanca y Mariano. Pues a medida que Laura va leyendo el diario mientras se enamora de Nahueltruz, vamos conociendo esa otra historia de amor que engrosa una parte importantísima de la novela.

Con la maestría que caracteriza a Florencia Bonelli, con ese don para tejer historias que se graban en los corazones de quien las lee, nos desgrana las raíces y nombres que componen la familia Montes, desde al abuelo Abelardo Montes a la criada María Pancha, pues todas sus vidas y destinos dan lugar a secretos y traiciones, mentiras y amores que, de algún modo, marcan el curso de la historia de Laura y Nahuel.

Para mí, la pluma de esta autora es irrepetible y, a la vez, fácilmente reconocible pues no sólo narra una historia de amor, sino que la ambienta y sitúa en un contexto histórico que describe minuciosamente, trasladándote a la época en que sucede, viviendo los acontecimientos bélicos, políticos que suceden. En Indias blancas recrea la lucha entre el hombre blanco y el pueblo ranquel, una lucha que en este caso nos cuenta desde los ojos de no una sino dos parejas. Mientras la historia de Blanca y Mariano nos es narrada desde que se conocen hasta el momento en que nace la de Laura y Nahuel, la de éstos tiene su continuidad en una segunda parte, en la que es una historia de amor, odio y venganza.

Los personajes que protagonizan esta novela están retratados y descritos con tanta nitidez que, mientras lees, sientes que los vas conociendo y entrando en sus mentes y corazones.
Blanca, una mujer que aunque por nacimiento es una Montes no nació ni se crió entre las sedas y encajes que le correspondían, pues su padre eligió como esposa a una mujer humilde, hija de una lavandera. Sin embargo, Blanca llegó a casarse con un hombre como José Vicente Escalante, con un linaje tan brillante como el de los Montes pero tras ser hecha cautiva por los ranqueles, se convirtió en la amante de Mariano Rosa del que terminó enamorándose.

Mariano Rosas, cacique el pueblo ranquel, que desde que posó sus ojos en Blanca decidió que sería suya y pasó por encima de todas las cosas, leyes y juramentos por conseguirlo, incluso de la voluntad de ella.
La de ellos es una historia preciosa pero tan desgarradora y trágica que te deja con el corazón en un puño, pero marca el destino que correrán la sobrina de ella y el hijo de él.

Laura, una mujer de voluntad indoblegable, nacida en el seno de una familia influyente, ha crecido rodeada de todos los lujos a su alcance, es una joven a la que no le importa el que dirán y que a lo largo de su vida protagoniza diferentes escándalos que la ponen en boca de todos. Sin duda, su amor por el ranquel Nahueltruz Guor es el mayor de todos.

Nahueltruz, el hijo mayor del cacique Rosas, que conociendo cuál fue el destino del amor de sus padres, no puede evitar enamorarse de una huinca, aun poniendo en peligro su vida. Entre dos pueblos, Nahuel es un hombre culto y educado que vive en las tolderías, ama y venera a su raza. Sin embargo, la perfidia, el odio y las mentiras se cruzan y crean obstáculos que parecen insalvables para Laura y Nahuel.

Por último diré que de Indias Blancas me ha sorprendido la maravillosa ambientación y documentación, el cambio de escenario que te traslada desde el boato de una mansión porteña a las yermas y polvorientas pampas y a las tolderías ranqueles. Muestra dos mundos, tan opuestos como el día y la noche, dos razas con raíces y creencias que resultan irreconciliables, enfrentadas en una lucha tan encarnizada que amenaza el amor de Laura y Nahueltruz.

Con protagonistas de carácter, imperfectos, que se equivocan y deben pagar con ello con creces, en mi opinión Indias blancas es una de las grandes historias románticas de Florencia Bonelli y continúa en Indias blancas. La vuelta del ranquel.



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