Papel de Armenia, de Antonio Sanz

Os dejo una reseña de la primera novela de un escritor que promete, Antonio Sanz. Seguro que los amantes de la intriga y del suspense disfrutan con ella.

INTRIGA Y SUSPENSE, PERO MUCHO MÁS…

La primera novela de Antonio Sanz Oliva, Papel de Armenia, nos da a conocer a un autor que, sin duda, dará mucho de sí.

La obra tiene un comienzo sorprendente que ya rompe los moldes del género de suspense e intriga, y nos da buena cuenta de que nos hallamos ante un autor interesante. El ritmo es rápido gracias a los diálogos y la novela incluye giros inesperados que dejan al lector con ganas de continuar leyendo, con ganas de indagar en el misterio que envuelve a esa otra historia del pasado en torno a una biblioteca ocultista y alrededor de las reliquias de la Pasión de Cristo. 

He de admitir que la inicié con cierto escepticismo, porque creí que encontraría otra versión del Código Da Vinci. Nada que ver. La calidad de su prosa, cuidada, elegante, aleja esta novela de la prosa llana, fácil y simplona del Best Seller internacional. También los personajes están mejor perfilados, son mucho más complejos. Lo comprobamos en la protagonista, una mujer que se debate entre sentimientos encontrados, que busca recomponer su vida tras un fracaso, que siente, que padece, no es un personaje mecánico.

Antonio Sanz Oliva ha tenido el acierto de introducir en la intriga propia de la novela de suspense más elementos, como el sentimental, y personajes más humanos, que rezuman vida. Y, por supuesto, ha demostrado que el suspense no es incompatible con un estilo esmerado, con una prosa brillante. Sin duda, su punto sobresaliente es la narración, tanto que a veces ésta se echa de menos, porque el autor domina el ritmo narrativo a la perfección, se revela como un narrador certero, hábil, que sabe mantener en vilo al lector, que es capaz de insertar descripciones pertinentes sin resultar tedioso, que es diestro en el arte de contar historias con esmero y rigor. 

Por último, me ha impactado la prolija labor de documentación bibliográfica que lleva la obra tras de sí. Y no por ello el autor hace alardes innecesarios. Las referencias bibliográficas se incluyen de un modo justificado cuando los personajes las traen a colación y cuando el argumento lo exige, sin que el autor intente hacer exhibicionismo de su sabiduría, de la vasta cultura que, sin duda, tiene.

Si he de realizarle algún tímido reproche es que me habría gustado conocer más sobre esa otra historia paralela del pasado, la de Carlotta, Rosa Vercellana, y las intrigas palaciegas. Se le disculpa, no obstante, por sus muchos otros méritos, como su comienzo inusual, que acaba teniendo una explicación lógica, su destreza para hilvanar el argumento, encajando las piezas, y su final que, cómo no, cobra un sentido pleno, casi simbólico.

Carmen