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viernes, 17 de abril de 2009

El duque y yo de Julia Quinn


Daphne Bridgerton está más que harta de los intentos, por otra parte nada sutiles, de su madre para encontrarle marido. Pese a que adora a su madre y sabe que ésta obra con la mejor de las intenciones, la temporada está resultándole agotadora en sus intentos por deshacerse con más o menos tacto de sus pretendientes.

Ninguno de los caballeros que le son presentados y que muestran interés en Daphne le agradan. Todos tienen algún defecto o algo que le saca de quicio. Ya ha perdido la esperanza de encontrar a su futuro marido, con lo que sólo intenta capear el temporal y desalentar a los insistentes enamorados. A veces ni siquiera las buenas palabras bastan para desalentar al pretendiente en cuestión y Daphne se ve obligada a emplear medidas más drásticas. Es en uno de estos intentos desperados, a fuerza de golpes, que Simon Basset, el duque de Hastings, sorprende a la bella Daphne Bridgerton.

Huyendo de las matronas empeñadas en pasar ante sus narices a sus hijas casaderas, el huraño Simon, abandona la sala de uno de los interminables bailes de temporada. En su huida se encuentra con una joven, atrapada entre los brazos de un hombre, su pretendiente. Dudando cómo obrar, cuando se decide a intervenir, es tarde, la misma muchacha ha golpeado al atolondrado enamorado dejándolo inconsciente.
Divertido y sorprendido se acerca a ésta y descubre a una hermosa joven. La sorpresa es mayúscula para él cuando se entera que la aguerrida muchacha, no es otra que Daphne, la hermana de su querido amigo Anthony, compañero de estudios, juegos y juergas durante años.

Daphne y Simon se percatan de que ambos se encuentran en la misma situación desesperada, son perseguidos por la obligación de contraer matrimonio, así que idean un plan: fingirán un compromiso que les otorgará a ambos tranquilidad, un compromiso que se romperá más adelante, pero que al menos les proporcionará unos meses de libertad.
Anthony recela del inminente compromiso de Simon con su hermana, más aún conociendo a ambos y el pasado disoluto de su amigo, con lo que decide que lo vigilará muy estrechamente. Es su amigo, y como tal conoce su aversión al matrimonio, pero no está dispuesto a que hiera los tiernos sentimientos de su hermana.

Anunciando el compromiso Daphne y Simon creen tener la situación bajo control, pero algo imprevisto, algo que ninguno de los dos ha tenido en cuenta a la hora de elaborar sus planes, da al traste con tan brillante estrategema: el amor.

Desde la cuna a Daphne le han inculcado que no debía aspirar a menos que un matrimonio por amor, tal como fue el de sus padres, pero la chica no ha conocido al hombre que le haga desear casarse ni que le haga sentir lo que trasluce de las palabras de su madre sobre el amor.
Tras soportar las atenciones de innumerables pretendientes, no está preparada que descubrirse enamorada del único hombre que le ofrece un compromiso ficticio: el seductor duque de Hastings. El que sea amigo de su hermano mayor, Anthony, le facilita mucha información sobre éste. Daphne no se engaña, sabe que pese a que ella lo ame con todo su alma, Simon no está preparado ni dispuesto a lo mismo. Pero la joven no ceja en su empeño de enamorar al que sabe es su verdadero amor, ése del que su madre siempre le ha hablado.

Pero tras una infancia marcada por la más triste soledad y el mayor de los desprecios, Simon se ha convertido en un hombre hermético y solitario. Lo que le ha llevado a no desear ni buscar compromisos ni relaciones duraderas con nadie, menos con una mujer. La difícil relación con su padre, el difunto duque, que lo repudió a causa de su tartamudez, dio paso a un adulto resentido y desconfiado, que ha evitado siempre ser el centro de atención. Pero tras la muerte del Duque pasa inevitablemente a serlo como el heredero de su título y bienes. ¿Y cuál es la obligación del Duque de Hastings?
Conseguir esposa y engendrar a su heredero.
Algo que Simon se niega a hacer. No le gustan las reuniones sociales, ni los bailes y mucho menos saberse el objeto de atención de las elegantes damas de sociedad, ávidas por convertirse en la próxima duquesa de Hastings.

Al conocer a Daphne e idear ese alocado compromiso ficticio cree haber logrado un respiro, pero pronto descubre que la joven despierta en él sentimientos que no debería sentir. Los fantasmas de su pasado, de los que no logra desembarazarse, le impiden aceptar la bendición de ese amor que Daphne le ofrece y la oportunidad de una vida feliz a su lado.

El Duque y yo es la primera de las novelas de la saga Bridgerton, en la que Violet Bridgerton, la matriarca de la familia Bridgerton, no ceja en su empeño de que sus siete hijos consigan lo que ella compartió con su difunto marido: un matrimonio por amor. Daphne es su primer objetivo, siendo la mayor de las chicas Bridgerton, Violet considera que ya posee edad suficiente para formar su propia familia. Y aunque sus intentos no han dado los frutos deseados, no pierde la esperanza.
La noticia del compromiso de Daphne con Simon le inquieta un poco, dada la fama de mujeriego y seductor de éste, pero siendo amigo de Anthony , aún le queda la esperanza de reforma del calavera.

Aunque la trama de El Duque y yo, a estas alturas y después de tantas novelas ambientadas en La Regencia publicadas, no es nueva, sí que es diferente por la pluma de Julia Quinn.
Esta autora entremezcla en sus páginas una historia repleta de amor, ternura, traumas de la infancia, y mucho humor en una novela entretenida de principio a fin.

Daphne jamás ha conocido el amor, pero reconoce ese sentimiento tras comprometerse con Simon y tratarlo a diario. Simon no desea casarse ni tener hijos nunca. Tras su infancia desgraciada no desea dar lo mismo a ninguna criatura. Además no cree en el amor, ni sabe como encarar a Daphne cuando la muy insensata cree amarlo. ¿A él?

Sin duda, El Duque y yo es una de mis novelas preferidas dentro de la saga de los Bridgerton. La relación entre Daphne y Simon es simplemente tierna, sensual e inolvidable. El carácter de los Bridgerton es muy palpable y está muy presente a lo largo de toda la novela, mostrándose como un clan unido, que se respeta, quiere y defiende con uñas y dientes.
Simon, por el contrario, no ha conocido jamás esa lealtad, ese amor y es incapaz de aceptarlo, lo hace débil y vulnerable, o eso cree él. Sólo Daphne puede demostrarle lo contrario.

La novela está plagada de escenas divertidas, protagonizadas por los diferentes hermanos Bridgerton, e ironizando sobre el carácter entrometido y cotilla de la sociedad londinense, siempre reflejado en Lady Whistledown que narra puntillosa y fidedignamente todo cuanto acontece durante el compromiso de Daphne Bridgerton y el Duque de Hastings.
Mordaz, irónica e irreverente esa figura misteriosa parece estar al tanto de todo cuanto sucede en Londres y lo refleja regularmente en su panfleto, convirtiéndose en motivo de críticas pero también en la publicación más esperada y leída a lo largo de la temporada.

Las dificultades para hablar que Simon tuvo en su infancia y todo lo que eso le supuso: la soledad y el ser repudiado, lo han convertido en el hombre solitario y huraño que es en la actualidad, algo que sólo el amor puede curar. De ahí hasta que el esquivo Duque de Hastings comprenda que Daphne es la única mujer capaz de curar esa soledad está El Duque y yo, una historia que recomiendo encarecidamente a las enamoradas de la novelas de La Regencia.






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