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viernes, 17 de abril de 2009

Simplemente irresistible de Rachel Gibson


John Kowalsky es el capitán del equipo de hockey de los Chinooks, en Seatle. A los veintiocho años su vida está en declive, no precisamente a nivel profesional. Su carrera no puede ir mejor tras su fichaje por el equipo de Virgil Duffy, sino porque su vida personal se desmorona. Alcohólico y acosado por los remordimientos, tras la muerte de su primera mujer, que se suicidó tras la muerte del hijo de ambos, John no ha superado la culpa por casarse con una mujer a la que no amaba y cuya inmadurez la llevó a acabar con su vida.
Así, su vida va de borrachera a borrachera, mientras arrasa en las pistas de hockey y su fulgurante carrera con los Chinooks despega.

Aún arrastrando la resaca de su última borrachera, se presenta en la boda de Virgil Duffy, el dueño del equipo y su jefe. Aburrido, decide marcharse antes de que empiece la ceremonia y en el camino se encuentra con una joven vestida con un escueto y ridículo vestido rosa que le suplica le ayude a escapar de allí. Tomándola por una de las damas de honor, John accede y no es hasta más tarde que descubre que en realidad la prófuga no es otra que la propia novia.

Georgeanne Howard es una joven que a muy temprana edad fue diagnosticada como disléxica, en realidad la evaluación del psicólogo escolar habló de una “disfunción cerebral”, lo que para su abuela, que fue quien la crió, la llevó a inscribirla en una escuela de señoritas donde, al menos, pudiera aprender algunas habilidades que la ayudaran a conseguir un buen marido, ya que no confiaba en que una joven con una disfunción pudiera ganarse la vida por sí misma.
Georgie ha vivido con el estigma de saberse diferente y sólo ha tratado siempre de agradar a los demás, a su abuela, a su madre que la abandonó de recién nacida y a sus pocas parejas. Cuando conoce a John cae inmediatamente enamorada de él. Tras percatarse del error que supondría casarse con un hombre que podría ser su abuelo, pese a la comodidad económica con que la respaldaría, huye del que considera sería el mayor error de su vida y descubre en su salvador al hombre del que por primera vez se enamora.

Tras pasar una noche juntos, John se deshace de ella comprándole un billete de vuelta a casa, a pesar de las lágrimas que empañan los ojos de Georgie. Sola, desamparada y una vez más rechazada, la joven no abandona Seatle, sino que se instala allí y decide de una vez por todas tomar las riendas de su vida.

Siete años más tarde, John y Georgeanne (que decide dejar atrás incluso el nombre de Georgie) vuelven a encontrarse en un cena benéfica, organizada por la empresa de catering de la que ésta es copropietaria junto a su amiga Mae.
John queda paralizado al ver el asombroso cambio experimentado por la joven con la que vivió una loca y apasionada noche. Georgeanne, al contrario, queda impactada por el inesperado reencuentro -pese a vivir en la misma ciudad- y lo evita como si pudiera contagiarle la peste.
Pero John no se amilana ante la frialdad de la joven y se persona en su casa, empujado por la curiosidad. Al hacerlo, descubre el enorme secreto celosamente guardado por la joven: la única noche que pasaron juntos tuvo sus frutos, una niña de seis años llamada Lexie.

John pasa de la incredulidad a la furia y después a una agradable sorpresa. Con treinta y cinco años, superado su alcoholismo, y sabiendo que pocos años más son le restan como jugador profesional, se ha planteado volver a casarse y tener hijos. Siempre soñó con tener hijos varones a los que enseñar a jugar a hockey, pero la pizpireta y locuaz Lexie, con unos enormes ojos azules idénticos a los suyos, le roba enseguida el corazón.

John y Georgeanne no tienen otro remedio que llegar a un acuerdo por el bien de la hija de ambos, lo que supone que éste pase tiempo con la pequeña para vaya conociéndolo, aunque eso implique tratar con su tentadora y esquiva madre, cuya presencia sigue afectándole más de lo que quisiera.
Georgeanne no quiere volver a enamorarse ni confiar en John, después de que le rompiera el corazón siete años atrás, pero inevitablemente vuelve a cometer el mismo error.

Los miedos y dudas de cada uno son los principales obstáculos a separar por parte de la pareja, así como la velada amenaza de Virgil Duffy quien, al descubrir la existencia de Lexie, obliga a John a elegir entre Georgeanne o su carrera con los Chinooks.

Con Simplemente irresistible Rachel Gibson nos adentra en la atmósfera de las competiciones deportivas de hockey, tal como en Jane juega y gana. Aunque no nos describe el día a día de los jugadores de elite o sus problemas deportivos y nos empape tanto con la terminología o vivencias de los jugadores, el ambiente competitivo y la dureza del mismo se perfila de tanto en tanto a lo largo del libro. No obstante, la trama recae exclusivamente en cómo John y Georgeanne batallan con sus propios demonios e inseguridades mientras tratan de alcanzar un acuerdo por el bien de Lexie, la hija de ambos.

El papel de Lexie es primordial, ya que con la particular visión que sólo un niño de seis años puede tener, desgrana las intimidades de su madre y actúa como nexo entre sus padres, reticentes a enamorarse.
Lexie es una niña parlanchina, pizpireta y locuaz cuyas aventuras y desventuras provoca unas cuantas carcajadas, y cuya sinceridad infantil lleva a situaciones vergonzosas para su madre y su padre.

Una de los aspectos más entrañables de la novela es ver cómo John “El muro” sucumbe al encanto de una niña de seis años, lo que le lleva a vivir situaciones tiernas y emotivas y muy divertidas. Es encantador ver a un hombretón rudo y mal hablado asustado ante una niña de seis años, luchar por ganarse su confianza y cariño y verse arrastrado por la alegría y “chantajes” de ésta. Ciertamente da pie a escenas desternillantes.
Pero a la vez que se gana el corazón de la pequeña, se gana el de Georgeanne, quien tras años de lucha y sacrificio, ha vencido su vergüenza por ser disléxica y se ha esforzado por superarse y ser independiente, sin estudios ni otra ayuda que su propia voluntad.

Como secundarios nos encontramos con Mae, la copropietaria de la empresa de catering y amiga de Georgeanne, y a Hugh, compañero de equipo de John, quienes entablan una relación plagada de choques y tiras y aflojas. Aunque está perfilada muy escuetamente, da pie a momentos muy amenos.
Y sin olvidar al resto de jugadores de los Chinooks y la particular visión de estos sobre la vida familiar de John.

Simplemente irresistible es un novela sencilla y tierna que gira en torno al reencuentro entre John y Georgeanne. Ambos luchan contra sus sentimientos y contra el miedo a darse una segunda oportunidad, no sólo por Lexie sino por sí mismos.

El libro garantiza escenas dulces y emotivas cómo el paulatino acercamiento entre John y Lexie, o entre John y Georgeanne, y los momentos divertidos y alocados que sólo la mentalidad infantil de una niña puede crear.

Sin abordar una trama compleja, ni con demasiadas pretensiones, sino con personajes humanos, que comenten errores y luchan por superarlos, Rachel Gibson vuelve a regalarnos una historia preciosa e inolvidable, de ésas que te dejan una sonrisa en los labios al acabar su lectura. De ésas que quieres releer una y otra vez. Sin duda, una novela a recomendar.







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