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miércoles, 21 de julio de 2010

Las tentaciones del duque - Gayle Callen


Abigail Shaw es una joven dama lo suficientemente capaz como para proponerle un trato al más distinguido de los duques de Londres, y es que Abigail, desesperada por poder salvar el periódico de su padre, va en busca de un escándalo. Si pudiera descubrir los secretos de Christopher Cabot, el Duque de Madingley, tendría en sus manos titulares sensacionalistas que mantendrían a los lectores entusiasmados, y al negocio de la familia viento en popa. Así pues, ¿Qué mejor manera de acceder a ellos, que a través de un romance? Pero, tras recibir todas esas miradas seductoras y caricias robadas por parte del duque, apenas puede resistirse y no sucumbir a la tentación. Christopher encuentra tanto a Abigail como a su proposición, intrigante. Un falso romance con una grácil plebeya le permitiría ganar tiempo para elegir a una esposa de entre todas las candidatas a duquesa que tiene a sus pies. Parecía un plan perfecto, mientras mantuviera a esa mujer lejos de su secreto más oculto y oscuro; pero a medida que cae embaucado por la belleza de ella, su voluntad se verá tentada de entregarlo todo, su secreto, su corazón y su alma.


Abigail desea por todos los medios encontrar una noticia para salvar el periódico de su padre y con ello demostrar que puede perfectamente ejercer de periodista. Así que con la ayuda de su amiga Gwen, la cual por su condición social va a ser invitada a pasar una semana en la casa de campo del Duque de Madingley, consigue acceder a la fiesta como acompañante de ésta. Nadie debe saber que no es hija de un caballero y, mucho menos, que su padre es poseedor de un periódico. Su amiga está encantada de ayudarle en el engaño, pues ella también desea que Abigail se abra camino haciendo lo que más desea en el mundo: escribir.

Se rumorea que el duque esconde un escandaloso secreto y que está siendo tapado gracias a su poderosa posición y grandes cantidades de dinero, sin embargo, nadie es capaz de descubrirlo y su irreprochable conducta no deja entrever ni una triste brecha por donde empezar a investigar.

El padre de Abigail siempre ha sido contrario a las noticias sensacionalistas, por eso, el periódico de la competencia que no tiene esos reparos, cada vez le va comiendo más terreno publicando suculentas noticias sobre los deslices de la alta sociedad. Comoquiera que el buen hombre ve peligrar su economía, no para de presentarle a su hija futuros posibles maridos.

El Duque de Madingley es un hombre serio y responsable, apuesto y encantador, que adora a su madre, una mujer cuyo matrimonio con su padre supuso un escándalo en la época al ser extranjera, española para más señas, y no venir de lo que en su círculo llaman "buena familia". Vive atormentado por esconder su pasado y que no salga a la luz destruyendo así su buena prensa.

Desde que Abigail pone un pie en la casa de campo del duque, donde hay varias jóvenes casaderas de muy buen linaje locas por convertirse en condesas, la atracción entre los dos protagonistas es palpable. Sin embargo, Christopher intuye desde el principio que la señorita Shaw no es quien dice ser, que su historia hace aguas y que tiene un propósito para encontrarse en su casa.

No contaré la novela ni desvelaré ningún dato más de la trama, no es mi costumbre, pues yo soy más de describir mis impresiones sobre lo que me ha supuesto la novela. En su conjunto la historia me ha gustado, aunque con muchos reparos.

La aventura pasa sin muchos altibajos y aunque ya digo que está bien, leer este libro ha supuesto una pequeña tortura debido a los innumerables fallos tipográficos y de corrección. Se repiten montones de palabras, algo que, posiblemente, no es culpa de la autora sino del traductor. No me gustan nada las novelas románticas traducidas por hombres; unas, porque no me agrada el lenguaje que utilizan y otras, como en este caso, porque me da la impresión de que no están captadas las sutilezas y además, no está cuidado el texto. Es como si "como es una novela románica" no importara esmerarse mucho.

La revisión brilla por su ausencia. Por poner un ejemplo entre los muchos que podría destacar, decir que en lugar de "mirada" pone "mierda", imaginad mi cara de estupor cuando la señorita Shaw le lanza una mierda al conde.

Lo cierto es que la novela está entretenida y es como muchas de las que hemos leído y disfrutado. Hacia el final, cuando se va llegando al desenlace de la historia y se descubre lo que con tanto celo ocultan Christopher y su familia, y cuando por fin Abigail desvela sus motivos, la novela resulta bonita y dulce. He leído otro libro de esta autora y la verdad es que me agradan sus historias, aunque en este caso haya caído -como tantas autoras extranjeras- en el tópico, y el duque ha heredado de su madre la piel "aceitunada", como si todos los españoles fuéramos oscuritos de piel. En honor a la verdad, ha sido cariñosa y respetuosa con nosotros y no ha sacado el flamenco o los toros a relucir, aunque (me voy a poner quisquillosa) para un baile, la madre del duque tenía preparado un vestido que trajo de su tierra. No se ha dicho más, algo que he agradecido enormemente.

No es una novela memorable, pero tampoco para tachar de mala, en general ya digo que me ha gustado y pienso seguir leyendo a esta autora porque mi opinión sobre ella es muy positiva. Mi único reproche es para la editorial. Valery prometió cuidar y mejorar sus traducciones y ediciones y en este libro se ha cubierto de... "mirada".

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