Dos jóvenes, Westley y Badelkap, se han enamorado y se aman intensamente. Pero Westley es pobre, quiere dar lo mejor a su amada y parte en busca de fortuna. Wes cae en manos de piratas y a Badelkap le llega la noticia de su muerte. Con el corazón destrozado, no tiene fuerzas para rechazar el acoso del malvado príncipe, y acaba por aceptar su oferta de matrimonio, aunque sabe que nunca llegará a ser feliz.
Sin embargo, Westley no ha muerto, sino que se ha convertido en el más famoso pirata y ha hecho fortuna. Cuando la boda está a punto de llevarse a cabo, él regresa para salvar a su amada de las garras de tres secuestradores, enfrentándose a todos. Y cuando creen que pueden volver a ser felices, el príncipe retiene a Badelkap prisionera, la obliga a casarse, hace prisionero a Wes y ella está a punto de quitarse la vida.
1973. Desde luego una fecha para recordar, sobre todo para que la recordemos siempre las amantes del romanticismo, porque ¿conocéis una historia más bonita? ¿Una historia más tierna? ¿Con tantos momentos de llanto y risa? ¿Con tanto amor?
He leído que William Goldman, el autor de Marathon Man y guionista de Dos Hombres y Un Destino (dos temas inmejorables), la presentó a sus lectores como "los mejores pasajes del clásico de aventuras y amor verdadero” Yo creo que se quedó corto.
No se puede hablar del esta historia sin hablar de la película, de la maravillosa película que nos hizo –y nos sigue haciendo- soñar. Aquí sí que podemos hablar de una historia de amor completa que nos mantiene pegados a sus páginas –o a la pantalla- hasta que finaliza. Deja un ligero regusto amargo, claro, porque nos gustaría que durase más y poder seguir disfrutando de las mil aventuras de Wes y Badelkap.
La novela es una muestra de lo que la imaginación puede hacer cuando vuela. La fantasía se mezcla con la acción, con el humor, con la venganza y la maldad. Y con la magia. ¡Ah, sí! Porque también hay magia. Y malvados que en realidad no lo son tanto y al final, viendo que el amor de Wes y Badelkap es un amor verdadero, se alían con el protagonista para salvar a la dama.
Es curioso que en esta novela todos y cada uno de los personajes se vayan convirtiendo, poco a poco, en entrañables. Incluso el malvado príncipe y el miserable secuestrador. Porque es un cuento, una increíble fantasía. Y en los cuentos no hay nadie que sobre, todos tienen su rol.
El personaje de Wes cala apenas hacer su aparición. Guapo, valiente, perdidamente enamorado de Badelkap, capaz de separarse de ella y correr mil aventuras para regresar a sus brazos como alguien importante y ofrecerle lo que ella se merece. Convertido en un famoso pirata, hace fortuna y regresa a por ella. Pero se encuentra con que el príncipe quiere desposarla y que la han raptado. Se lanza entonces en persecución de los secuestradores y debe enfrentarse con un gigante y con un temible espadachín. Aunque acaba haciéndose amigo de ambos, es hecho prisionero y sometido a tortura. A la peor tortura de todas. Muerto (aunque no del todo), es salvado por un mago y consigue enfrentarse a su enemigo mortal, salvando a la princesa. En resumen, un héroe como el que nos enamora. Cínico, bizarro, varonil, intrépido y encantador.
Badelkap es tan hermosa que el príncipe no puede resistirse a hacerla suya y se vale de todos los trucos para conseguirla. Ella es una muchacha fuerte que se resiste. Sólo tiene un amor y es Wesley, y espera que vuelva a rescatarla. Cuando Wes no aparece, cuando cree que ha muerto, prefiere quitarse la vida antes que casarse con su raptor. Una heroína en toda la extensión de la palabra.
Los personajes secundarios, que en esta novela no lo son, se meten en la piel. Se disfruta con las gansadas del gigante, un poco tontorrón pero de un corazón tan grande como su tamaño. Nos entusiasma Iñigo de Montoya, el espadachín que persigue vengar la muerte de su padre y lo consigue. Nos atrae Vizzini, el estúpido y divertido secuestrador. Entusiasma el personaje del príncipe, malvado hasta la médula, engreído y fanfarrón. Conmueve el personaje del pequeño al que le cuentan la historia, por su inocencia. Y magnetiza el abuelo por su paciencia y el amor que destila hacia su nieto, haciéndole ver que una historia de amor no tiene por qué ser ñoña, sino que puede convertirse en una aventura sin precedentes.
Si Dios quiere, leeré más veces este libro. Y veré más veces la película. Lucharé codo a codo con Iñigo, me reiré con el gigante, odiaré de nuevo al príncipe, me entusiasmaré con Badelkap, y me enamoraré perdidamente –otra vez- de Wesley, mientras me enfrento a los peligros y viajo a los Acantilados de la Locura.
Como he leído el alguna parte: una novela que difícilmente podrá ser superada y que rinde homenaje a todos los clásicos de la aventura.
¿Que no habéis leído aún el libro? ¿Que no habéis disfrutado aún con la película? Pues no tardéis en hacerlo y uniros a esta andanza, porque os aseguro que disfrutaréis de un precioso viaje hacia la fantasía.
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