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miércoles, 11 de julio de 2012

El beso de una espía de

Mari Sinclair, una mujer de exótica belleza que ha crecido en el corazón del misterioso Oriente, decide que ha llegado la hora de dejar de trabajar como espía británica cuando escapa por los pelos a un atentado contra su vida. Por desgracia, hay personas que no son de la misma idea y están dispuestas a utilizar incluso el chantaje con tal de que no abandone.
Así pues, Mari tiene que cargar con un guardaespaldas obsesionado con el deber, y él debe asegurarse de que ella complete y sobreviva a una última misión. El comandante Bennett Prestwood es demasiado abnegado en su trabajo, demasiado inflexible y demasiado atractivo. Los oscuros secretos y las mortíferas traiciones que acechan a Mari se irán revelando poco a poco, y el leal militar se dará cuenta de que, para salvar a esa extraordinaria mujer y ganar su amor, tendrá que hacer algo impensable para él: romper las reglas, unas reglas que el amor y el deseo cambiarán de forma tan repentina como irrevocable.
Dada la cantidad de novelas donde priman los bailes de salón, encontrar una novela que nos plantea una ambientación distinta siempre es de agradecer. En el caso que nos ocupa, la novela no solo nos va a permitir transpórtanos a otra época, si no que además, nos traslada del acostumbrado decorado de la campiña inglesa y la encorsetada sociedad que vive en ella, al calor y el aroma de las callejuelas y los palacios de Constantinopla. Cierto es que los protagonistas no quedan totalmente libres de las rígidas normas inglesas, pero el entorno en el que se mueven deja en ellos su huella y da margen a que se tomen algunas licencias.
Derrotado Napoleón el comandante Prestwood está deseando volver a Inglaterra. Allí le espera un problema que el resto de su familia ignora, y que, si no se toman las medidas oportunas, puede acarrear graves consecuencias para uno de sus miembros. Debido a esto, no es de extrañar que no acoja con alegría la orden de trasladarse a Constantinopla para velar por la seguridad de una mujer, justo cuando estaba a punto de embarcar rumbo a su hogar. La joven Mari Sinclair ha conseguido esconder en algunos de sus dibujos detalles de las fortificaciones de un país, que en el futuro puede suponer un peligro para Inglaterra si llega a cambiar su situación política. Y dados los convulsos tiempos que sacuden esa tierra se hace necesario que Mari siga trabajando para el gobierno inglés y que su seguridad quede garantizada. La reticencia que últimamente ha demostrado la joven a seguir realizando esa labor se vence con un velado chantaje, y en cuanto a su seguridad, queda en manos de nuestro recto y competente protagonista que Mari no sufra daño alguno.
Mari Sinclair es la hija de una esclava griega liberada y un caballero inglés. Educada bajo la visión de dos culturas distintas la joven ha sabido encontrar un precario equilibrio entre ellas, aunque la prematura muerte de su madre le haya llevado a abrazar con entusiasmo el anhelo de libertad que esta tenía para su pueblo. La señorita Sinclair ha aprendido a comportarse como la más bella y educada joven inglesa, la más ladina espía, o la más complaciente mujer oriental, según sea el momento en que se encuentre, y siempre que sirva a sus propósitos. El hecho de que su querido padre tienda a perderse en el humo del opio ha generado que goce de una libertad y una firmeza de carácter, ante las que nuestro protagonista se tendrá que enfrentar reiteradamente. Mary no quiere conocer más normas que las que ella misma se impone, mientras que el comandante Bennet Prestwood ha hecho del cumplimiento del deber la máxima que rige su vida. El choque de voluntades es tan inevitable como la instantánea atracción que sienten sus protagonistas.
El beso de una espía es una de esas novelas que tienen un principio prometedor, una intriga que parece complicarse a medida que avanzamos en su lectura, y unos protagonistas interesantes. Resulta de lo más amena hasta que, acercándonos al final, poco a poco va perdiendo fuerza. Asegura entretenimiento, pero en mi opinión no acaba de rematar la trama y los protagonistas no han conseguido convencerme del todo. Y sí, el final feliz está asegurado, pero para mi gusto ha resultado pelín rocambolesco sin necesidad. Sin embargo, considero que es una novela que puede resultar del gusto de un buen número de lectoras, aunque no sea sublime. Y ya que es la primera novela de esta autora publicada en nuestro país, estoy por la labor de ser mas permisiva con los fallos que, a mi juicio, muestra la trama, aunque no lo sea tanto con los pequeños errores que he encontrado en su corrección.
Entretenimiento, intriga, un cambio de ambientación y el sentimiento que surge entre dos personas de caracteres opuestos definen a esta obra. No es para alcanzar el éxtasis, pero tampoco es un calco más de muchas otras, con lo que, aun no habiendo cumplido mis expectativas, me conformaré con la tranquila tarde de lectura que me reportó.

 

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