Mari Sinclair, una mujer de exótica belleza que ha crecido
en el corazón del misterioso Oriente, decide que ha llegado la hora de dejar de
trabajar como espía británica cuando escapa por los pelos a un atentado contra
su vida. Por desgracia, hay personas que no son de la misma idea y están
dispuestas a utilizar incluso el chantaje con tal de que no abandone.
Así pues, Mari tiene que cargar con un guardaespaldas
obsesionado con el deber, y él debe asegurarse de que ella complete y sobreviva
a una última misión. El comandante Bennett Prestwood es demasiado abnegado en
su trabajo, demasiado inflexible y demasiado atractivo. Los oscuros secretos y
las mortíferas traiciones que acechan a Mari se irán revelando poco a poco, y
el leal militar se dará cuenta de que, para salvar a esa extraordinaria mujer y
ganar su amor, tendrá que hacer algo impensable para él: romper las reglas,
unas reglas que el amor y el deseo cambiarán de forma tan repentina como
irrevocable.
Dada la cantidad de novelas donde priman los bailes de
salón, encontrar una novela que nos plantea una ambientación distinta siempre
es de agradecer. En el caso que nos ocupa, la novela no solo nos va a permitir
transpórtanos a otra época, si no que además, nos traslada del acostumbrado
decorado de la campiña inglesa y la encorsetada sociedad que vive en ella, al
calor y el aroma de las callejuelas y los palacios de Constantinopla. Cierto es
que los protagonistas no quedan totalmente libres de las rígidas normas
inglesas, pero el entorno en el que se mueven deja en ellos su huella y da
margen a que se tomen algunas licencias.
Derrotado Napoleón el comandante Prestwood está deseando
volver a Inglaterra. Allí le espera un problema que el resto de su familia
ignora, y que, si no se toman las medidas oportunas, puede acarrear graves
consecuencias para uno de sus miembros. Debido a esto, no es de extrañar que no
acoja con alegría la orden de trasladarse a Constantinopla para velar por la
seguridad de una mujer, justo cuando estaba a punto de embarcar rumbo a su hogar.
La joven Mari Sinclair ha conseguido esconder en algunos de sus dibujos
detalles de las fortificaciones de un país, que en el futuro puede suponer un
peligro para Inglaterra si llega a cambiar su situación política. Y dados los
convulsos tiempos que sacuden esa tierra se hace necesario que Mari siga
trabajando para el gobierno inglés y que su seguridad quede garantizada. La
reticencia que últimamente ha demostrado la joven a seguir realizando esa labor
se vence con un velado chantaje, y en cuanto a su seguridad, queda en manos de
nuestro recto y competente protagonista que Mari no sufra daño alguno.
Mari Sinclair es la hija de una esclava griega liberada y un
caballero inglés. Educada bajo la visión de dos culturas distintas la joven ha
sabido encontrar un precario equilibrio entre ellas, aunque la prematura muerte
de su madre le haya llevado a abrazar con entusiasmo el anhelo de libertad que
esta tenía para su pueblo. La señorita Sinclair ha aprendido a comportarse como
la más bella y educada joven inglesa, la más ladina espía, o la más
complaciente mujer oriental, según sea el momento en que se encuentre, y
siempre que sirva a sus propósitos. El hecho de que su querido padre tienda a
perderse en el humo del opio ha generado que goce de una libertad y una firmeza
de carácter, ante las que nuestro protagonista se tendrá que enfrentar
reiteradamente. Mary no quiere conocer más normas que las que ella misma se
impone, mientras que el comandante Bennet Prestwood ha hecho del cumplimiento
del deber la máxima que rige su vida. El choque de voluntades es tan inevitable
como la instantánea atracción que sienten sus protagonistas.
El beso de una espía es una de esas novelas que tienen un
principio prometedor, una intriga que parece complicarse a medida que avanzamos
en su lectura, y unos protagonistas interesantes. Resulta de lo más amena hasta
que, acercándonos al final, poco a poco va perdiendo fuerza. Asegura
entretenimiento, pero en mi opinión no acaba de rematar la trama y los
protagonistas no han conseguido convencerme del todo. Y sí, el final feliz está
asegurado, pero para mi gusto ha resultado pelín rocambolesco sin necesidad.
Sin embargo, considero que es una novela que puede resultar del gusto de un
buen número de lectoras, aunque no sea sublime. Y ya que es la primera novela
de esta autora publicada en nuestro país, estoy por la labor de ser mas
permisiva con los fallos que, a mi juicio, muestra la trama, aunque no lo sea
tanto con los pequeños errores que he encontrado en su corrección.
Entretenimiento, intriga, un cambio de ambientación y el
sentimiento que surge entre dos personas de caracteres opuestos definen a esta
obra. No es para alcanzar el éxtasis, pero tampoco es un calco más de muchas
otras, con lo que, aun no habiendo cumplido mis expectativas, me conformaré con
la tranquila tarde de lectura que me reportó.
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