viernes, 28 de septiembre de 2012

Baile en Venecia, de Miranda Jarrett

De institutriz remilgada a amante apasionada...
La antigua institutriz Jane Wood tenía poco tiempo; no quería que terminase su cuento de hadas en el continente. Por eso esperaba la llegada de su jefe, Richard Farren, duque de Aston, con miedo...
Para el viudo Richard, la imagen de la tímida y mansa señorita Wood le parecía irreconciliable con la de la apasionada y despreocupada Jane. Ver Venecia a través de sus ojos le abrió la mente y el corazón a la vida y sus placeres.
Sin embargo, una siniestra amenaza pendía sobre su felicidad; para proteger a Jane, Richard tendría que superar los demonios de su pasado y persuadirla para que se convirtiera en su esposa...
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Sinceramente, por la presentación de la sinopsis, esperaba un tipo de novela distinto al que al final resultó tras su lectura. En su favor cuenta con una sencillez narrativa, un personaje masculino un tanto atípico y una ambientación distinta. Sin embargo, y aunque me ha reportado una tarde entretenida, no ha llegado a convencerme.
El amor que surge entre los protagonistas se me ha hecho meteórico y un tanto incomprensible. Después de 10 años en los que Jane Wood ha trabajado como institutriz de las hijas del duque sin que en ningún caso surgiera la mínima chispa entre ellos, me ha resultado increíble ver como este duque, viudo y aun enamorado de su difunta esposa, vuelve los ojos hacía Jane y acaba enamorado como un chaval en poco más de una semana. Sin duda Venecia debe de tener una atmósfera especial ya que a la seria y práctica Jane le ocurre lo mismo, consiguiendo que, en pocos días, se olvide del decoro y llegue al punto de entregar su virtud con relativa facilidad. Claro que no debería sorprenderme después de comprobar que ha casado por la vía rápida, esos sí, enamoradísimas, a sus dos pupilas. Y si a esto aun hay que añadir a un pretendiente italiano con la extraña fijación de conseguir arrebatarle a la protagonista su virginidad, y la inesperada reacción de las hijas del duque cuando los descubren en la cama, y ....
En conclusión: creo que sobra decir que esta es una de esas novelas que es mejor leer sin reflexionar. Solo así se puede disfrutar de la evasión que procura su sencilla lectura y sus, un tanto atípicos protagonistas.


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