sábado, 29 de septiembre de 2012

Mar de invierno de Susanna Kearsley

En el noreste de Escocia, donde las olas rompen contra los acantilados y una lluvia pertinaz cae sobre las ruinas de antiguos castillos, se oculta una historia de rebelión, intrigas, amor y traición. Para Carrie McClelland, aquel pueblecito escocés únicamente iba a ser un alto en el camino. Sin embargo, al visitarlo, queda atrapada por su paisaje agreste y el perfil de las ruinas del castillo de Slains sobre el acantilado.

Cediendo a un impulso, se instala allí para trabajar en su próxima novela; mucho tiempo después comprenderá que no tomó aquella decisión por azar.

Poco a poco esos parajes y sus gentes, que le resultan extrañamente familiares, se adueñan de ella. Y empieza a escribir una historia olvidada, como si la recordara o se la dictase una voz del pasado. Una historia que sucedió trescientos años atrás. Pasado y presente se entrelazan en una novela evocadora, bañada de romanticismo y misterio, basada en un episodio real y apenas conocido de la historia de Escocia.

Hace unos meses leí la otra única novela que tiene publicada esta escritora en español: Un amor contra el viento. Nada más acabarla me faltó tiempo para hacerme con esta otra. Si ya esa primera que leí me cautivó, no tengo palabras para expresar cuánto me ha gustado esta. Tampoco tengo palabras para suplicar, rogar y pedir a quien corresponda que, por favor, sigan traduciendo libros de esta autora.

Carrie McClelland es una escritora de novela histórica que se ha trasladado a Francia para buscar datos para el libro que está escribiendo: una historia que acontece durante la rebelión jacobita. En un momento determinado tiene que volar a Escocia para ampliar información y entrevistarse con su editora. Nada más llegar a su destino, queda cautivada por el entorno, por sus gentes, por el ambiente y, sobre todo, por el castillo de Slains. Lo que queda de ese castillo ejerce un poder indescriptible sobre ella; su historia le intriga y sus alrededores le resultan extrañamente familiares.

En ocasiones, Carrie ha colaborado con su padre para trazar el árbol genealógico de su familia y aunque han llegado muy atrás en una de las ramas, encontrar documentos que les ayuden a saber algo más de sus antepasados escoceses no ha sido una tarea fácil y es poco lo que han conseguido.

Prácticamente varada en el inicio de la novela, acepta el consejo de su editora cuando le comenta si no sería interesante que la historia la contara una mujer, y desde esta nueva perspectiva Carrie se vuelve a plantear el libro. Además, como son demasiados los datos históricos que considera debe revisar en Escocia, concretamente en los alrededores del castillo, decide alquilar una pequeña casita y así, imbuida en el entorno, dedicarse de pleno a la escritura de su libro.

Desde la primera noche que pasa allí, es como si su cabeza se llenara de voces y comienza a escribir su historia casi del tirón. Jimmy, un hombre mayor, viudo y con dos hijos, que es quien le ha alquilado la casa, le hace una lista de lugareños a los que debe entrevistar ya que le pueden facilitar innumerable información para su novela, además, uno de sus hijos es profesor de historia.

Bueno, no cuento más. Ya sabéis que, por regla general, cuando una novela me gusta mucho no suelo desvelar su contenido pues considero que es un placer ir saboreando paso a paso, página a página, lo que se esconde dentro del libro. Pero sí quiero haceros partícipes del placer que supone la lectura de esta historia, y no sólo porque leer la prosa de esta autora es un verdadero deleite, sino porque es un libro con sustancia en el que además se desarrollan dos historias de amor, una en la novela que escribe la protagonista y otra la que vive personalmente. 

La novela va y viene del pasado al presente. La historia del pasado está relatada en tercera persona, está llena de datos históricos, contada maravillosamente y es muy emocionante. La historia del presente, la suya, la que te cuenta cómo se va desarrollando la novela que está escribiendo y a la par, su historia de amor, se narra en primera persona. Cuando pasas de una a otra siempre te quedas con ganas de seguir continuando la que acabas de terminar y viceversa.

No esperéis encontrar, en ninguna de las dos historias, ningún tipo de escena subidita de tono porque no las hay, pero ni falta que hace. Es una novela que relata –entre otras muchas cosas interesantes– dos historias de amor. Que cuenta con una ambientación magnífica, una redacción impecable, cálida, amena y adictiva, y a la que no le hacen falta “adornos” para meterte en la novela y disfrutarla al máximo.

Así que si lo que andáis buscando es una novela romántica, con historia para alimentar las neuronas, con una escritura excelente que te haga a vislumbrar paisajes, personajes, escenas, sensaciones y sentimientos como si los estuvieras viendo o viviendo; si lo que queréis es una historia para soñar, aprender y disfrutar porque estáis, como yo, hartas de novelitas ligeras y simplonas, similares unas a otras, que no os aportan nada, y necesitáis leer un libro que avive y caldee vuestra cabeza y vuestro corazón, Mar de invierno es una novela que no debéis dejar escapar.

 

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