lunes, 20 de enero de 2014

No soy la bella durmiente, Teresa Cameselle

Sergio y Sofía fueron novios durante el instituto. Los padres de Sergio se fueron a vivir a Madrid y Sofía, antes de sufrir por lo que supone un noviazgo a distancia, dio por finalizada la relación.

Han pasado diez años y Sergio, que trabaja por su cuenta como traductor de libros, ha vuelto a Santiago de Compostela, y no solo ha vuelto a la ciudad, también ha alquilado un ático en el mismo edificio que vive Sofía. Pero eso no es todo, Sergio no para de llamar a su puerta con cualquier excusa y, para más inri, se pasa todos los días por su oficina con algún pretexto.

Sofía tiene un novio, Borja, un elitista y estirado abogado que ha conseguido un importante trabajo en Venezuela y se ha establecido allí. Pero Sofía no ve a Borja desde hace ya muchos meses. En realidad no solo no se ven sino que todo el contacto que tienen es algún que otro email de esos de reenviar que de vez en cuando Borja tiene el detalle de mandarle a Sofía.

Sofía, junto con un par de amigas, tiene su propia agencia de viajes, y a través de esta agencia, Vicente, su casero, se ha ido unos días de viaje a Venezuela.

Vicente ha dejado a su gato, "Tesoro", en casa de Sergio para que se lo cuide.

Tanto para Sofía como para Sergio, Vicente es un entrañable abuelito que se hace unos cuantos viajes al año a costa de las rentas de los pisos que tiene alquilados.

Estamos en vísperas de la fiesta del 25 de julio. Este año es Año Santo Cospostelano. La ciudad está hasta la bandera de turistas y visitantes. Vicente tendría que haber vuelto hace tres días de su viaje. Sofía se entera que está retenido en Venezuela en la aduana. Sergio está hasta el gorro del gato y desesperado por volver a tener a Sofía. Sofía acepta cenar en casa de Sergio. Carmela, la amiga de Sofía, le dice que ya es hora de que pase página y de que se entere que su relación con Borja es agua pasada. En el piso de Vicente han entrado unos rumanos...

Y con esto que os cuento, podéis imaginaros que estamos ante una divertida y entretenida novela. Para que os hagáis una idea es algo así como una comedia de enredos. Se lee en un suspiro y te hace pasar un rato muy agradable. La verdad es que no es una novela cargada de profundidad, pero es que en realidad tampoco la necesita y además dudo mucho que la autora pretendiera eso. Es una historia de reencuentros con un bonito final feliz. Se desarrolla entre empanadas gallegas, pimientos de padrón, carreras y paseos por Santiago de Compostela (y con lo que me gusta esta ciudad he disfrutado doblemente de la historia), camaradería y charlas entre amigas y una rocambolesca trama de robo y tráfico de diamantes.

De Teresa Cameselle he leído montones de relatos cortos y todos y cada uno de ellos me han encantado. Por eso ya sabía que Teresa escribe muy bien. Esta es, sin embargo, la primera novela que leo de ella y os puedo decir que la experiencia ha sido totalmente positiva.

 

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