Caroline es una chica de largo pelo rubio, sexy y trabajadora que se traslada a vivir a un apartamento que le realquila su jefa. La primera noche que pasa en su nueva vivienda, unos golpes en la pared de su dormitorio la despiertan. Somnolienta y desubicada, tarda en comprender que lo que pasa al otro lado del tabique es que dos personas se lo están pasando realmente bien en la cama. Al día siguiente, la situación se repite... pero con otra amante distinta. La tercera noche pasa lo mismo, pero también cambia la compañera de cama. Indagando, descubre que su vecino de piso, a quien bautiza como Seductor, es un guapísimo fotógrafo de divinos ojos azules que cuando está en la ciudad pasa la noche con una de las tres mujeres que forman lo que ella da en llamar "su haren".
Caroline, después de una estúpida y errónea noche con un amante preocupado sólo por él mismo y que la dejó no sólo insatisfecha sino molida por el trajín, no ha vuelto a tener un orgasmo, así que las acrobacias sexuales nocturnas de su vecinito la ponen de muy mal humor. Cierta noche, muy pero que muy enfadada por la juerga «eroticofestiva» del piso de al lado, aporrea la puerta de Seductor y tienen una bronca en el descansillo de la escalera, él (Simon) con una sábana alrededor de la cintura y ella con un picardías rosa. A partir de ahí, ambos se enfrentan a una atracción que va creciendo por momentos, pero a la cual se resisten, queriendo mantener entre ellos solamente la bonita amistad que, sin proponérselo, ha nacido entre los dos.
La verdad es que he disfrutado esta novela que, escrita en primera persona con el tono de esa amiga que te llama por teléfono para contarte «mira lo que me ha pasado», resulta, como reza en la contraportada, «divertida, picante y sexy».
La primera parte del libro me ha encantado y me ha mantenido con una permanente sonrisa en la cara. La forma en la que está planteada la historia; la manera en la que la protagonista nos presenta a sus dos amigas del alma; las conversaciones consigo misma; los mensajitos entre los diferentes personajes y especialmente entre Simon y Caroline con ese doble sentido de las cosas dichas entre ellos; el papel estelar que tiene en toda la novela Clive, el gato de Caroline y otras tantas cosas que me resultaron sumamente entretenidas y originales, me hicieron felicitarme por la elección de este libro.
Sin embargo, hacia la mitad de la novela la historia pierde fuelle, quizá porque todo empieza a ser demasiado repetitivo y las «gracias», ya no resultan tan graciosas. Otra pega que le pongo es que en algunos momentos los protagonistas y el resto de amigos de él y de ella, parece que pierden edad y asistimos a hechos y comentarios un tanto «juveniles», incluso, en ocasiones, la narración parece que corresponda al diario de una adolescente. También creo que la autora abusa del protagonismo que le da Caroline a las partes de su anatomía cuando habla de lo que siente (Cerebro tal, Corazón cual, Nervios no sé qué...). Tal vez todo esto se hubiera solventando si se le hubieran quitado unas páginas a la novela; casi con toda seguridad, de haber acortado un poco la historia, se hubiera conseguido mantener el ritmo que tenía al principio.
Dicho todo esto, añado un punto importantísimo a favor de este libro, y es que no hay cama hasta casi el final. La autora hace que salten chispas entre ellos, que se hagan amigos, que él la corteje, que los dos lo estén deseando (y el que lo lee también. ¡Cómo me gusta eso!). Así que, claro, cuando por fin toca, pues ya hay ganas de verdad. Sin embargo, una vez que cruzamos la línea roja, ya hay barra libre, y todo lo «hot» que no ha pasado a lo largo del libro lo tenemos al final.
Concluyendo: es una novela que se lee fácil y de un tirón. Es divertida, entretenida, con algunos momentos de verdad hilarantes, desenfadada y sencilla. Ideal como lectura de verano para llevarte a la piscina o a la playa, no pensar en nada, relajarte y echarte unas risas.
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