Aquel orgulloso y apasionado italiano había encontrado a la mujer de su vida.
Heredar un viñedo en Sicilia y una casa en ruinas representó para Isabel Morrison la oportunidad de empezar una nueva vida. Estaba decidida a crear un hogar y ser, por fin, feliz.
El viticultor Darío Montessori quería las tierras de Isabel para devolverlas a su familia, a la que pertenecieron hasta que se vendieron por un error del que se sentía responsable. Estaba dispuesto a todo para conseguirlas, pero en su camino se interpuso una testaruda pelirroja.
Sicilia es el lugar mágico que ha elegido esta autora para recrear esta historia repleta de sentimiento y romance.
Isabel Morrison es americana, huérfana y ha sido criada en hogares de acogida. Ni imaginaba que tenía familia en alguna parte. Sin embargo, un tío al que jamás ha visto le deja una herencia: una viña. Ella no tiene ni idea del trabajo que conlleva tener una tierra en la que cultivar vides, pero en ese momento, en el que su vida está en un punto muerto y necesita cambiar y empezar de nuevo, la herencia la obliga a recapacitar. ¿Y si fuera una señal? ¿Y si allí pudiera empezar una vida nueva, lejos de todo? Necesita encontrarse a sí misma. Empieza a interesarse por todo lo relacionado don la industria vinícola y viaja a Sicilia para hacerse cargo de su herencia.
Los sueños no son siempre como creemos y eso es lo que le pasa a la protagonista de esta novela. No encuentra una villa cuidada y bonita con la que ha soñado, sino una casa en ruinas a la que deberá hacer un montón de reparaciones, y unas tierras abandonadas. Además, el sujeto que le muestra la casa se va a convertir en su Némesis: Darío Montessori.
Analizando al protagonista masculino, diré que Darío no es un cínico, ya que desde el primer momento deja claro que tiene toda la intención de comprar la propiedad. Él piensa que una mujer sola, viendo el desastre de la herencia que le ha tocado en suerte, el enorme trabajo que hay que hacer para rehabilitar la casa y la penuria en que se han convertido las tierras, agarrará las maletas y saldrá a escape de allí. Resulta un poco tirano, ya que no cree capaz a Isabel de una tarea tan titánica.
Pero Isabel decide seguir adelante y convertir la propiedad en algo envidiable de lo que sentirse orgullosa.
He aquí la guerra de voluntades que envuelve este romance. Darío ve en Isabel una intrusa que va a estropear sus planes y ella pienso que él es un truhán, un ególatra y más terco que una mula. El macho piensa que la hembra no será capaz de llevar sus planes adelante; la hembra decide demostrarle que las mujeres no somos unas inútiles.
Aviso que Darío es un buen tipo. Aunque quiera quedarse con la propiedad de Isabel. Tiene sus motivos y se entienden claramente: él tiene también viñedos y hace años las tierras que hereda Isabel fueron de su familia. Él se siente responsable de que hubieran tenido que vender la propiedad, es algo que le corroe y que quiere remediar para volver a sentirse bien consigo mismo. Y lo mejor de él es que, tras ver el esfuerzo de Isabel por conseguir levantar la finca, acaba admirándola de corazón. Ya se sabe, tras la admiración llega el amor. Ah, sí eso lo redime de cualquier falta anterior.
A mí me ha parecido una novela muy bonita, en un ambiente fascinante, con unos personajes creíbles y agradables y datos interesantes sobre los viñedos. Algunas veces me ha hecho sonreír la cabezonería de ambos, y me he entusiasmado con la dulzura de algunas situaciones.
Una entretenida novela romántica.
Mailo
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