Una historia estupenda que tiene de todo: romance, intriga, humor, ternura...
Con una ambientación muy cuidada, nos introducimos en la época victoriana, y pasamos desde las costumbres del campo hacia las más sofisticadas de la ciudad. Me ha gustado también ese resquicio que abre Nieves a los que fueron las guerras napoleónicas y sus consecuencias. Mientras la vida en las altas esferas de Londres continuaba entre bailes y risas, los hombres que habían partido a la guerra no volvían -si es que lo hacían- siendo los mismos, como es el caso de Ken o de Tribby.
La trama se va desarrollando a base de enredos y malentendidos que complican la vida a los protagonistas y los enfrenta en un tira y afloja como antagonistas. Al romance se une también una subtrama de intriga que pasa con suavidad y termina casi explotándonos en la nariz. Todos los acontecimientos están bien encadenados y se deslizan con fluidez dejándonos una lectura amena que se nos pasa en un suspiro.
Todos los protagonistas, tanto los principales como los secundarios, me han parecido estupendos. Ken vuelve de la guerra siendo un hombre distinto. Ya no es aquel joven soñador que creía que podía comerse el mundo él solo. Ha visto de cerca el sufrimiento y el dolor, y eso lo ha endurecido y lo ha transformado en un hombre algo cínico y desconfiado. A pesar de todo, sigue siendo un hombre de honor.
Sabrina pasa de una vida de inocencia y pureza a una vida de desesperación en las calles, hasta que tiene la suerte de encontrarse con un hombre bueno, un auténtico caballero, que le devuelve la esperanza y la dignidad. Por eso, cuando Ken viene a desestabilizar la paz que tanto esfuerzo le ha costado, se convierte en una mujer luchadora, de fuerte carácter y voluntad decidida, pero que también comete errores, errores que pueden llegar a hacerle perder el verdadero amor.
Desde que se encuentra con Sabrina, entre Ken y ella saltan chispas. Hay que reconocer que ambos empiezan con mal pie, dejándose llevar por el orgullo y la arrogancia, y qué difícil resulta después volver atrás, agachar la cabeza y decir "me equivoqué". Por eso, la relación entre ambos avanza un paso y retrocede dos, dejándonos diálogos chispeantes, al mismo tiempo que crece la pasión. Sufres con los personajes, con sus decisiones erróneas, con sus palabras airadas de las que luego se arrepienten, y te enamoras de ellos porque ves el gran corazón que tienen. Me han encantado también el pequeño Eddy, que también ha sufrido lo suyo, y lord Lancashire y el comodoro. Menos mal que para todos hay un final feliz.
La pluma de Nieves enamora por su elegancia, por su capacidad para enganchar la atención, por sus diálogos y ese romance dulce y tierno en ocasiones, y lleno de fuego y pasión en otras. Un digno final para una preciosa trilogía.
Marta Luján
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