Una historia preciosa donde Oriente y Occidente se mezclan gracias a la única cosa que no entiende de razas, tiempo ni espacio: el amor.
He vuelto una vez más a las calles de Minstrel Valley con algún que otro paseillo por Londres. Lo que más me gusta de esta serie es ese embarcarte en una nueva novela y poder reencontrarte con personajes ya conocidos, saber lo que ha sido de sus vidas, y conocer la historia de amor de quienes ya habían sido secundarios en otras novelas. De este modo, se crea un universo del que, como lectora, me siento parte, porque nada me es ajeno.
El desarrollo de la trama transcurre con suavidad, ya que los protagonistas se conocen de antemano y tienen un pasado en común que se va desvelando poco a poco. Podemos decir que asistimos a la resolución de una historia, de un amor, que viene de lejos y que no tenía visos de llegar a buen puerto, pero que la autora resuelve con un giro bastante simpático nacido de una noche de borrachera entre amigas.
Los protagonistas son dos polos opuestos, aunque con más puntos en común de lo que piensan. Quizás, con respecto a las novelas anteriores, estos son más maduros en años y en experiencia de vida.
Lord Mersett, de origen chino e inglés, ya había despertado nuestra curiosidad en novelas anteriores. Es un hombre reservado que, a pesar de su título, ha vivido perseguido por los desaires de la alta sociedad y por la incomprensión. Dentro de él mismo vemos esa lucha constante entre su parte china, con la que se siente más identificado, y su parte inglesa con la que tiene que convivir. Me ha gustado mucho como personaje, porque la autora ha sabido plasmar muy bien la dualidad del personaje, no solo en cuando a la descripción de sus rasgos, sino en muchos pequeños detalles que revelan una mentalidad distinta.
Daphne Crown tampoco es una protagonista al uso. Nacida y criada también en China, no ha sufrido la estrecha educación de las jóvenes inglesas, y, además, su condición de viuda le permite ciertas excentricidades. Es un espíritu libre, y me ha gustado porque es capaz de tomar las riendas de su vida y de ir a por lo que quiere sin ningún tipo de inhibiciones. Sin embargo, no es una persona frívola, porque la vida le ha hecho sufrir y por eso, precisamente, no está dispuesta a que se le escape la felicidad.
El estilo de Alexandra Black entreteje una escritura fluida y elegante con una carga de sentimientos potente, que nos permite ver más allá de la fachada exterior de los personajes, y unos toques de humor que me han encantado. Recomiendo la lectura de esta historia.
Marta Luján
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