Debo reconocer que este taciturno rockero con el alma rota, me ha robado el corazón.
La historia nos sumerge en el mundo de la música. Un mundo competitivo, oscuro, donde las almas quedan bailando muchas veces al filo de la muerte; donde se pierde la noción de realidad, de bien y de mal. La ambientación que nos proporciona Marian es extraordinaria, porque, desde la primera escena, hace que te sumerjas en ese mundo, y que no lo abandones durante toda la lectura. Sientes los gritos y los aplausos del público enfervorecido; escuchas el rasgar de la guitarra, los golpes insistentes de las baquetas, las voces inconfundibles de Miles y Kaylee.
Si bien el argumento de esta historia de amor puede parecer sencillo, Marian lo ha convertido en una obra de arte al desarrollar la trama como un viaje interior en el que asistimos a la transformación del protagonista a lo largo de las páginas. Porque esta novela es una novela de introspección profunda en la que el alma de Miles se va recomponiendo pedazo a pedazo con el lector como único testigo. Es una historia densa y profunda que, a mi parecer, se debe leer despacio para poder saborearla.
Miles es el protagonista incuestionable de esta historia, y su cambio a lo largo de las páginas es brutal. Si en las primeras páginas despierta un cierto rechazo por su forma de ser, terminas adorando el hombre en el que se convierte; y a pesar de todo, sabes que sigue siendo el mismo Miles, el joven huraño, vapuleado por esa vida que le ha enseñado grandes lecciones, el hombre solitario nacido de la música... Lo que ha cambiado en él es Kaylee. Ella es el catalizador que necesita para salir del fango en el que se ha hundido y descubrir todo lo bueno que hay en él. Porque de eso se trata, en Miles, en Kaylee, en James, en cada uno de los protagonistas habitan luces y sombras por igual, pero cada uno escoge su propio camino, y Miles finalmente descubre que el suyo pasa por Kaylee.
Me ha encantado la profundidad que Marian ha logrado darle al personaje, con sus pensamientos y sentimientos, que casi da la sensación de que puede materializarse a tu lado, que puedes buscar en Internet y encontrar todas las noticias sobre Miles Baker y su grupo de música.
Kaylee hace también su propio viaje interior, menos intenso, quizás, pero no por eso menos sufrido. Ella es también un alma perdida que se busca a sí misma, luchadora, decidida, tierna y dulce, pero con un lado también salvaje que solo despierta en ella la música y Miles. Es el contrapunto perfecto para la harmonía que forman como pareja. Me ha dado la sensación de que es ella quien, en silencio, va tirando de la historia, haciéndola avanzar sin prisa pero sin pausa, de tal manera que el lector apenas nota su mano en ello.
La escritura de Marian ya la conocía por su trilogía de Oak Hill, en la que me encantó ese estilo dulce, sereno, casi melancólico, que poseen sus historias. Por eso me ha sorprendido, gratamente, encontrar en esta historia una pluma distinta, llena de fuerza casi desgarradora, intensa en emociones. Un estilo por completo diferente que me habla de la versatilidad de la autora y su gran capacidad para crear historias.
Recomiendo esta historia a todo el mundo, pero muy especialmente a los amantes de la música, porque estoy segura de que la van a disfrutar al máximo.
Marta Luján
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