miércoles, 9 de septiembre de 2020

Tere, ponle sal a la vida con un tequila, de Ana E. Guevara

Con la primera y la segunda entrega o pasé divinamente, las risas están aseguradas porque ni Vero ni Romi son chicas muy normales que se diga, cada una tiene sus rarezas. Así que esperaba la tercera entrega de Ebrias de amor con muchas ganas. Ya desde la primera novela de esta serie, Tere se veía venir. No se parece en nada, pero en nada, al resto del grupo. Ella es de Vallecas, presume de ello y es feliz en ese pedacito de ciudad tan suyo, donde conoce a la gente, donde puede charlar un rato con el dueño chino de una tienda o, incluso, quedarse a cargo de la misma. 

Es una chica llena de frescura con la que es imposible no alegrarte o reírte. Le importa un pito la elegancia, ella va a su estilo, igual combina un top con unos pitillos en pleno invierno que se pone unos pantalones estampados que dejan bizcos a los hombres. Una mujer a quien le gusta la música a todo trapo, que se lleva bien con todos los vecinos y que rescata a un pobre pez. Sí, como lo estáis leyendo. Unos rescatan a un perro, otros a un gato, Tere a un pez al que pone una pecera de lo más chula. 

Sin pelos en la lengua, intenta salir adelante con trabajos precarios. El amor… No es que no crea en él, es que después de la experiencia con “el Jhony”, es complicado. Sin embargo, en la tienda del chino Juan va a encontrarse con el hombre de su vida: Fernando. 

Tengo que decir que Fernando me ha encantado. Es un personaje cercano, capaz de hacer cualquier cosa por un amigo y dedicado en cuerpo y alma a su trabajo en un centro sanitario donde, a base de mano izquierda y amabilidad, consigue de los pacientes lo que quiere. Y me ha gustado que sea tímido porque le da un halo especial, te hace verlo como un niño bueno que merece ser feliz. Es todo lo contrario a Tere, pero cuando la conoce no puede remediar pensar en ella noche y día. 

Las reuniones y los mensajes entre las amigas de este singular grupo, son divertidísimas. Cada una, dependiendo de su personalidad, da su parecer, aconseja, discute… Pero siempre apoyan. Todas. Son una piña que están para lo bueno y lo malo. 

Me he divertido de lo lindo con esta historia, me he enamorado de Fernando y he terminado adorando al chino Juan, otro que parece que no dice nada, pero es el artífice de algunos encuentros. 

El final de la historia me ha hecho emocionarme. Seguro que a vosotras os pasa lo mismo. 

Deseando ya la cuarta entrega.

Nieves


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