Esta novela no la adquirí, sin embargo, con demasiado ánimo, porque estoy de nuevo inmersa en lectura de época. Sin embargo, me ha emocionado volver a sentir a los Marston a mi alrededor. Tiene una magia especial esta familia, no sabría decir qué, pero la tiene. Y hasta se me han saltado las lágrimas en algunos momentos.
¿Quién no ha soñado con vivir, aunque fuesen unos momentos, en la época de las novelas de Jane Austen? Pasear por jardines inmensos junto al conde o duque de turno, lucir un precioso vestido, montar a caballo, danzar el vals en un maravilloso salón de baile…
Si lo habéis hecho y queréis sentirlo, tenéis que leer esta novela. Porque, usando como protagonista a una muchacha española sencilla, nada cursi, emotiva y empática, la autora nos mete de cabeza en un mundo de ensueño. Nos permite conocer a un marqués estirado (como nos gusta), un pelín triste (lo que nos gusta también), y de los que no tiene tiempo para enamorarse. Vamos, todos y cada uno de los clichés de una novela victoriana, pero en un romance precioso y contemporáneo.
Malena es auténtica, me ha encantado. Ralph Marston me ha enamorado, como no podía ser de otro modo. A Oliver me lo hubiera comido, es un personaje tierno que llega al corazón. Scott es un highlander muy especial, que ha conseguido conquistarme.
Los secundarios cercanos, como Clara y Alfred, y hasta Daisy, no podían faltar, son esenciales en la historia. Rodd y Amanda me han sorprendido al final, es un giro inesperado y fantástico.
El redondeo viene cuando aparecen los duques, pero no quiero contar más.
De verdad, me he sentido como una princesa en una novela de Austen. Creo que la autora DEBERÍA buscar hijos, primos o sobrinos de otros Marston y seguir regalándonos los romances de esta maravillosa familia.
¡Por favor, qué disfrute de novela! Ah, y no dejéis de leer la nota de autora, que es estupenda.
Nieves
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