Alma ha visto hundirse la burbuja en la que vivía cuando se entera de la infidelidad de su marido. Y no reacciona, no pone distancia mental, se niega a emprender una nueva senda, incluso interpone un muro entre ella y Raúl, su amigo de toda la vida. Es un personaje complejo, introvertido, severo con él mismo, necesitado de encontrar una vía de escape que le dé una esperanza para seguir viviendo.
Penélope ama a su esposo, pero está atrapada en las garras de la enfermedad de sus padres y ha dejado de lado a su propia familia. Salirse de la norma le cuesta lo indecible y hasta se siente culpable. Sin tantos oscuros como su amiga Alma, pero de un corazón que rebosa amor, consigue atraparte en su encanto.
Candela. Esa es otra historia. Ella es el motor de la novela, la que comienza ese viaje que las tres tienen pendientes desde la adolescencia, la que las empuja a hacer locuras, la que anima y pone la guinda al pastel… a pesar de saber que eso, casualmente eso, puede costarle muy caro. Es un personaje que se bebe la vida a grandes sorbos, que disfruta de cada instante que el destino le regala. Y aquí tampoco quiero negar, aunque me repita, que me ha puesto la carne de gallina y lágrimas en los ojos.
Los personajes masculinos consiguen que la historia de estas tres amigas sea redonda. Iván, porque es un bendito que merece un monumento; Patxi, porque consigue hacer que una de ellas vislumbre la esperanza durante unos días; Raúl, porque a pesar de los golpes que le ha dado el mundo, a pesar de la distancia y el tiempo, no ha dejado de amar a aquella chiquilla adolescente que le enamoró.
Solo puedo hacer que recomendar que leáis esta novela. Os va a conquistar. Es una ventana abierta y llena de luz por la que entra una orden directa: vive; a pesar de todo, vive.
Nieves
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