¡Cómo me ha gustado la historia de Adara! La verdad es que al personaje no nos lo pintaban bien en las anteriores entregas. Niña altanera, engreída, que se cree la reina del mando, a quien le gusta la ropa cara, los coches caros, las joyas, los perfumes y los hoteles de cinco estrellas. ¿Qué hace para conseguirlo? Casarse con hombres de dinero, aunque no los ame.
Pero ¡qué sorpresa, lectoras! Adara no es, ni de lejos, lo que parece, y en esta última entrega podemos conocerla sin tapujos, saber qué piensa en realidad, sus miedos y sus vergüenzas. Es, para mí, el personaje más completo de toda la serie. Se pierde en un pueblo cerca de Trujillo, donde pretende volver a ser una persona decente. Y acaba una por quererla, porque se lo merece y hace todo lo posible por recuperar lo que ha perdido. La presencia de Francisco en su vida es esencial, porque está harta de su vida anterior y le gusta conocer a un simple trabajador que, además, es su casero.
Francisco pertenece a una familia pudiente y es un empresario prestigioso, pero en ese pueblo donde vive de incógnito no es más que el dueño de una floristería. La mujer a la que alquila una de sus dos casas le gusta apenas verla. Es preciosa. Pero cuando se entera de quién es en realidad…
No falta la presencia de una prima y un amigo íntimo de Francisco para meter la pata y enredar las cosas, creando esas escenas que te hacen soltar la carcajada.
Secretos inconfesables que, al final, salen a la luz. Enredos. Disfrute volviendo a ver a Rosa y a su marido, a Daniela y Jason, a Cole, a Sofí y Allen…
Amor a cascoporro es un estupendo cierre para una serie refrescante y divertida.
Nieves
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