Es una historia ambientada en torno a 1880, en pleno Medio Oeste americano. Cuenta la lucha de Emily, una mujer abandonada por su marido y acosada por las deudas, sola con su hijo Cody, en una tierra de hombres violenta y despiadada. Tiene que llevar su ganado hasta la peligrosa Dodge City si quiere salvar su rancho con sólo tres hombres. Sin embargo la ayuda le llegará de un desconocido, un hombre solitario de mirada gélida. Junto a Sam Truman, Emily aprenderá a ser dueña de su destino, y descubrirá que el amor puede ser la más dulce de las esperanzas y una tortura. Ninguno de los dos puede olvidar que ella está ligada a otro hombre, y son conscientes de que sus caminos se separarán en cuanto regresen al rancho.
Desde aquellas fantásticas novelas que nos regalaron autoras como Lindsey, Woodiwiss, Busbee, Blake, McBain y Spencer entre otras, pocas veces, de un tiempo a esta parte, había vuelto a sentir una expectación tan grande leyendo una novela.
A día de hoy, cuando el mercado está lleno (salvo honrosas excepciones) de historias superfluas cuyo único objetivo es llenar hojas con sexo cada vez más explícito sin despertar el más mínimo sentimiento y olvidándolas nada más llegar al final, encontrar una novela que entre sus páginas relate una aventura tras otra creando en la lectora la necesidad de ver cómo se fragua la historia de amor, siendo esta creíble y deliciosa, culminándose el encuentro definitivo en la pareja a su debido tiempo y haciéndotelo desear, es un auténtico lujo. Pero si además la autora nos regala una novela del Oeste -tan deseada por tantas lectoras desde hace ya tanto tiempo-, con una ambientación cuidada y estupendamente recreada, y con un amplio elenco de personajes secundarios muy bien desarrollados, entonces tocas el cielo.
La novela está escrita con sencillez, con diálogos fluidos e interesantes, sin dejar ningún cabo suelto y sin forzar situaciones. Los protagonistas se hacen querer desde el comienzo y ves cómo evolucionan ante tus ojos de manera natural y según lo va pidiendo la historia.
Es una novela que no puedes abandonar una vez que la empiezas, que lees con avidez e ilusión de principio a fin y cuando la cierras dices: "esta sí es romántica. Señor, Señor, si es que yo no quiero más que esto". Ay, cómo me ha gustado, de verdad. Seguramente mi satisfacción se basa en que la autora no ha querido (ni lo ha necesitado, dicho sea de paso) dar ninguna vuelta de tuerca para innovar nada, simplemente ha hecho una novela romántica a la antigua usanza, con su trama e historia de amor avanzando a la par y llegando al final feliz de forma natural.
Ojalá, en estos tiempos en los que a cualquier cosa llaman novela romántica, hubiera más novelas como Cadena de favores capaces de devolver la esperanza a tantas y tantas lectoras desilusionadas con el género que han visto como se van diluyendo y perdiéndose en el olvido aquellas novelas con las que se engancharon a este tipo de literatura y de las que, desgraciadamente, cada vez se publican menos. A esta novela no le falta de nada, lo tiene todo para hacerte disfrutar de una bonita y estupenda lectura. Lo mejor es su sencillez y la manera en la que te hace visualizar esos paisajes que del Oeste tenemos todas en la retina. Ese protagonista duro y al mismo tiempo tierno y protector; esa heroína fuerte pero dulce y sensible... Y, bueno, todos y cada uno de los secundarios que componen la historia completa son geniales cada cual en su papel.
Creo que Cadena de favores puede hacer las delicias de montones de lectoras amantes de este género.
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