miércoles, 27 de mayo de 2020

La colina del almendro, de Mayte Esteban

Hacer una reseña de una novela que despierta tantas emociones, es complicado. Porque no sabes por dónde empezar, temes perderte entre las mil frases que se te ocurren para describirla y, además, es muy posible que no sepas explicar cada momento de tensión, horror, rabia, asco o dicha. Y es que en esta historia el lector pasa por todas esas fases. La autora describe las escenas de un modo que las sientes.

La sinopsis no da, ni de lejos, un retrato de lo que te encuentras en esta novela. No es la historia del matrimonio de una aristócrata con un hombre sin título. No es la atracción que la protagonista siente hacia un hombre que no es su marido. No es un pasar de puntillas por el conflicto que arrasó el mundo en 1914. Es mucho más: amar a unos personajes, odiar a otros, deleitarte con el coraje, entristecerte con el temor, subirte en una nube con unas escenas y bajar a los infiernos con otras; sentir repugnancia por el ser humano por su bajeza y, a la vez, reconocer que puede hacer las cosas más grandes.

Todos los personajes, principales y secundarios, son una maravilla. Incluso los que se mantienen atrás, sin aparecer, sin dejarse notar, como sombras, destinatarios ocultos de unas cartas. Es indudable que el eje principal es Mary, una mujer que inicia la novela vestida de estúpidas normas sociales y acaba luciendo galas de tesón, valentía, justicia y evolución. Pero no podemos olvidarnos de James, el hombre que mantiene la esperanza durante el conflicto por amor a ella. Tampoco de John, que consigue seguir con vida pensado en la misma mujer, aunque por razones distintas. No es posible dejar a Richard, cuya mala cabeza lanza a sus hijas a una vida de penurias. Elisabeth, la señora Smith, Victoria, Felicia, las gemelas, Elsie y otros muchos. Menos aún podemos relegar a Charles, aunque sintamos un profundo desprecio hacia él. Cada uno de ellos, en su puesto, conforman una historia tan intensa que asombra, tan cruda y realista que escuchas los bombardeos y hueles la sangre de los heridos, tan maravillosa que consigue que se te salten las lágrimas en más de una ocasión. Quieres saber lo que pasa después de un capítulo… pero te resistes a que termine el que estás leyendo.

Una historia estupenda ―en la que no faltan hechos sucedidos en la época― que nos arrastra a un escenario descarnado en el que irrumpe la luz del amor, con el fondo de la estupidez humana retratada de guerra, y el valor de unas mujeres que demostraron que podían ser tan válidas como los hombres, a las que se llamó sufragistas.

La he disfrutado muchísimo. 

Nieves


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