La ambientación nos traslada en esta novela al lago Minstrel, que se convierte, casi sin querer, en uno de los protagonistas de esta historia. El pueblo entero cobra vida a través de la pluma de la autora y nos sumergimos en plena era victoriana, en uno de tantos bucólicos pueblecitos de la campiña inglesa.
La trama se desenvuelve como en círculos concéntricos que, desde el prólogo, se van agrandando conforme vamos descubriendo cosas que atañen a otros personajes. Después, al llegar al centro o punto culmen de la historia, los círculos van de nuevo reduciéndose hasta concluir la historia. En esta ocasión, la novela nos presenta también personajes especiales, como la Liga de las Mujeres, un grupo que lucha para que se respeten sus derechos, y personajes secundarios de los que esperemos que lleguemos a conocer su historia.
Los protagonistas son encantadores. Rose es una joven decidida, y rebelde para los cánones de la época; sin embargo, también se doblega ante la voluntad de su padre. Sabe lo que quiere y lo que siente, y va a por ello, a pesar de las dificultades. Me encanta su firmeza como personaje y cómo aguanta en medio de las situaciones y sufrimientos, creciendo a través de ellos como persona y como mujer.
Richard es un pícaro encantador que hace tiempo que perdió su corazón a causa de los engaños de la vida, especialmente de su madre. Disfruta de la vida y de lo que esta le ofrece sin remordimientos, hasta que conoce a Rose y su mundo se trastoca. Su dureza e incredulidad necesita de la suavidad y confianza de ella, lo que hace que vaya cambiando por dentro, aunque tarde en reconocerlo.
Es una bonita historia con un romance a veces suave, a veces intenso, en la que la autora nos deja frases preciosas y emotivas en boca de los protagonistas: "No puedo sacarte de mi mente ni de mi corazón. Lo hiciste renacer con tu luz para robármelo al minuto siguiente".
Si aún no conoces Minstrel Valley, vale la pena darse una vuelta por este pueblecito en el que hay de todo y pasa de todo.
MARTA LUJÁN
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