No me llamaba demasiado una protagonista gótica, pero sí un argumento de conjuros y viajes en el tiempo. He acertado de pleno porque lo he pasado genial leyéndola.
El personaje de Eloise es atrevido y, al mismo tiempo, un poquito asustadizo; una combinación perfecta para la aventura en la que se ve inmersa tras realizar, animada por su amiga la tarotista, un conjuro la noche de San Silvestre. Es una muchacha sencilla a la que le cuesta moverse en el círculo al que va a parar, pero que se siente fuertemente atraída por un hombre de otro siglo.
Mathew me ha gustado como protagonista masculino. Todo un caballero de la época victoriana, hundido en la desesperación de creer que falló a su madre, a su esposa y a su propia hermana, Selene. Eloise supone para él un rayo de luz, un aire fresco que le ayuda a volver a respirar y a ilusionarse. Dudas y deseo batallan en él y el modo en que nos lo cuenta la autora hace que te vuelques en él.
Lady Osbourne es, simplemente, la pieza clave de la historia y, en cuanto entréis en esta aventura vas a saber el motivo. Una mujer con una fuerza increíble que se hace querer apenas conocerla.
Lottie, la criada de Osbourne House, me ha encantado. Por su modo de ver y afrontar algo que la sobrepasa, por su riesgo, por su dedicación, por su amistad. Es un personaje sin el que la historia no estaría completa.
Augusta cae mal desde el principio, pero el personaje merece una nota alta, porque ahí está el quid, en el malvado de la historia nos parezca desagradable. Su relación con Annie nos lleva a un final que ni nos imaginábamos.
Una venganza que viene de antaño, una mujer que traspasa la barrera del tiempo para buscar la salvación de su nieto, una muchacha que quiere encontrar un lugar en el universo, el misterio de unas extrañas muertes… y un romance muy tierno. No se puede pedir más.
Nieves
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