miércoles, 23 de septiembre de 2020

Una cita a medianoche, de Ruth M. Lerga

Si hay algo que me gusta de las novelas de esta autora es, aparte de la estupenda ambientación de la época, sus personajes y la historia en sí, es lo que disfruto cuando discuten.

Reconozco que en cuanto empiezo a leer una de sus obras, ansío llegar a esa escena (muchas veces escenas) donde se lía. Aún recuerdo los enfrentamientos en “Cuando el corazón perdona” y “Cuando la pasión espera” por nombrar alguna.

Ruth M. Lerga es una maestra en hacer que los personajes se enfrenten, te hace sonreír y hasta reír al ver la pullas entre unos y otros. Lo mismo pasa si las discusiones son entre amigos: ese cinismo solapado, esa broma medio oculta, esa burla que conlleva cariño, lealtad y una gran camaradería…

En esta historia, que me ha parecido de lo más dulce, nos presenta a Amanda, una de las Damas Selectas de la ya conocido escuela de Lady Acton. Una muchacha tímida, que no se siente cómoda en los eventos sociales, a la que todo el mundo tacha de boba. Sin embargo, tiene una mente privilegiada para muchas cosas, incluso para la política. Su tartamudeo en ocasiones se debe solo a la vergüenza.

Harry, o Henry, como Amanda conoce al hombre de su vida, escapa de Londres para ir a vivir con el pastor de Minstrel Valley, familiar suyo. No quiere ser un objeto de intercambio en un matrimonio pactado con una muchacha a la que ni siquiera ha visto. Desde luego, no espera encontrar a la mujer perfecta para él en ese apartado pueblo.

Entre idas y venidas por las calles y plazas, charlas con otros personajes a los que ya conocemos ―unos emparejados en novelas anteriores, otros no― , Amanda y Henry se van acercando el uno al otro. Él la compara con Selene y la toma por una simple alumna; para ella, el hombre que hace que se sienta feliz es solo un secretario de paso en Minstrel Valley. Ninguno tiene conciencia real de quién es el otro.

Pero tarde o temprano las cosas se acaban descubriendo y cuando eso pasa, la autora aprovecha para deleitarnos con una cena, muy poco ortodoxa, en la que todo el mundo acaba alzando la voz más de lo debido y saca los pies del tiesto. Inimaginable en aquellos tiempos. ¡Lo que me he reído leyendo ese capítulo! ¡Y lo que he disfrutado con las conversaciones entre Dan y Harry! La complicidad entre los dos hermanos es maravillosa.

Espero que, sea cómo sea y cuándo sea, pueda leer más acerca de Dan y su amada, Faith, la prima de Amanda, porque me ha dejado intrigado su romance.

Esta serie está resultando estupenda, de verdad. No me cansaré de recomendarla.

¡Ah! Y no os perdáis la nota de autora. En esta ocasión es corta, pero no tiene desperdicio, como siempre. 

NIEVES

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