En vísperas de su matrimonio, Gytha recibe la noticia de que su prometido ha fallecido, por lo que siguiendo el contrato firmado ante el Rey, deberá desposarse con el siguiente heredero de Saitun Manor. Tras la muerte de William, le correspondería a Thayer, pero éste también es dado por muerto y el futuro marido pasa a ser Robert, el más joven, apocado, tímido e inseguro de los tres posibles herederos.
No obstante, poco después se descubre que Thayer sí vive, con lo que finalmente es con éste con quien termina casándose.
Thayer es un hijo bastardo que no posee tierras ni título hasta que la muerte de William, el heredero legítimo, le convierte en heredero. Es un guerrero embrutecido por las batallas y los sinsabores de su ilegitimidad. Alto, pelirrojo y cubierto de cicatrices a consecuencia de las batallas, no es en absoluto un hombre atractivo. En el pasado fue traicionado y despreciado por una bella joven de alta cuna, con lo que como suele decirse “gato escaldado huye del agua”. Así que cuando descubre que debe casarse con Gytha Raouille, aunque queda en shock por la belleza de la joven, no se alegra de su destino, ya que teme volver a ser engañado.
Gytha acepta sin queja alguna la orden de casarse con el temible guerrero pelirrojo. Así como aceptó su anterior compromiso, acepta éste, pero a diferencia del anterior ahora sí se siente atraída por su marido. Le gusta como hombre y como marido, con lo que se siente feliz.
Por ello le desconcierta que éste no parezca interesado en ella, después de todo los hombres suelen adularla. En cambio Thayer apenas la mira o le presta atención.
Tras la celebración de boda, se trasladan a la casa señorial de Saitun para que Thayer tome posesión de su título. Pero apenas se inicia el matrimonio comienzan a producirse intentos por acabar con la vida de Thayer. Éste descubre enseguida la mano culpable, pero pese a las amenazas vertidas por el nuevo señor de Saitun contra su acérrimo enemigo, los intentos de asesinato contra él se mantienen, incluso al trasladarse a Riverfall, la casa entregada como dote por Gytha y también posteriormente cuando Thayer es convocado por el Rey para asistir a la Corte. Allí se reencuentra con su temido pasado y el resultado no puede ser más funesto para su incipiente matrimonio, a causa de su desconfianza e inseguridad hacia las mujeres.
Sin embargo, los malos entendidos, los intentos de asesinato, secuestro y otras fechorías por hacerse con las tierras de Saitun no hacen más que empezar, mientras Thayer debe luchar a la vez contra sus propios demonios y aprender a confiar en Gytha para lograr la estabilidad en su matrimonio.
La bella de la bestia es una novela medieval que se inicia como tantas otras con un matrimonio concertado por el Rey, ante el que ni Gytha ni Thayer poseen la potestad para negarse.
Desde las primeras páginas conocemos las razones por las que Thayer es un hombre inseguro en el amor, aunque muy versado en las armas. Fue traicionado y burlado en el pasado, con lo que desconfía de toda mujer hermosa y aunque Gytha parece encantada de casarse con él, éste no acaba de creérselo y demuestra reiteradamente su desconfianza. Enseguida vemos que es un hábil guerrero pero torpe y con poco amor propio, tal como testigos tras un desacierto tras otro.
Gytha en cambio es dulce y comprensiva, pero con bastante carácter, con lo que se encara en infinidad de ocasiones a su inconstante y torpón marido.
Aunque la idea de la trama me ha atrapado, no he logrado abstraerme en su lectura porque la autora pese a contar con una historia interesante: personajes con personalidades marcadas y con una ambientación que prometía, no profundiza demasiado ni en el interior de la mente de sus protagonistas (auque en todo momento sabemos que piensan y por qué) ni en los tejemanejes de las conjuras y traiciones que los rodean.
La relación entre Thayer y Gytha me ha gustado a pesar de estas flaquezas, porque gracias a los continuos malos entendidos, sospechas e intrigas que se producen han logrado atraer mi atención, pero aun así me ha quedado la sensación de que podrían dar más juego.
Una de los aspectos que más me han gustado, pese a los puntos flojos que comento, es que el protagonista no sea perfecto ni un dechado de virtudes. A diferencia de otros protagonistas con cicatrices, en todo momento se hace hincapié en que éstas son el precio a su trabajo al servicio del Rey. No hablamos de cicatrices que desfiguran ni nada tan emblemático o distintivo. Aquí, creo que la autora nos describe una realidad que a veces se pasa por alto en la novela medieval: como guerreros curtidos en la batalla, las cicatrices acaban marcándolos.
Sin embargo, lo que más me ha gustado de Thayer es que en todo momento eres consciente de que se siente inferior e inseguro ante Gytha, con lo que pese a ser hábil en la guerra no lo es con las mujeres.
Por último señalar que la relación entre Bek, el hijo bastardo de Thayer, y Gytha me parecido de los aspectos más bonitos del libro; el desenlace me ha gustado y dejado con buen sabor de boca, con lo que pese a que a la novela le falta profundidad no me ha desagradado.
La bella de la bestia me ha parecido una novela entretenida y amena, aunque por la temática y las características con que la autora dota a sus protagonistas, creo que podría haber sido mejor porque además la narrativa de Howell no ha logrado embelesarme. La idea que expresa me gusta, pero no la forma. De todos modos es una apreciación totalmente subjetiva y en cualquier caso es un lectura interesante.
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