Las que parecían ser unas aburridas Navidades junto a sus ancianas tías abuelas, resultan estar llenas de inesperadas emociones para Frances Allard, cuando de regreso a Bath se desata una tormenta y sufre un accidente. El adelantamiento de un tílburi, que conduce a toda velocidad, termina provocando que el viejo carruaje en el que viaja Frances vuelque y deba buscar refugio en una posada. La única que encuentra no dispone de sirvientes que la atiendan y, para más inri, debe compartir techo con el vizconde Lucius Marshall, cuyo vehículo provocó el accidente.
La animadversión entre ambos es mutua e instantánea pero el verse confinados en la posada y obligados a trabajar codo con codo da lugar al nacimiento de una incontrolable atracción y a una noche de pasión.
De regreso a sus vidas el recuerdo de esa noche compartida debería ser sólo eso, un recuerdo que se diluyera con el tiempo, pero Lucius es incapaz de olvidar a la única mujer que lo ha rechazado. Frances no aceptó la propuesta que éste le hiciera de iniciar una relación que les permitiera conocerse y con el tiempo, tal vez, compartir algo más.
Tras el empeoramiento del estado de salud de su abuelo, el conde de Edgewood, Lucius le ha prometido casarse antes del verano próximo. La familia Marshall da por sentado que Portia Hunt será la escogida para convertirse en la próxima vizcondesa y futura condesa, así lo cree Lucius en principio, pero entonces conoce a Frances, una mujer sencilla, humilde; una simple maestra de escuela que trastoca sus planes y su ordenada vida.
Tras la muerte de su padre, años atrás, Frances se vio envuelta en un escándalo y un desengaño amoroso que la llevó a abandonar Londres. Encontró trabajo en la escuela de la señorita Claudia Martin, donde da clases de música, canto y francés, y se prometió que nunca regresaría a Londres. Ésa es una de las razones que la llevan a rechazar a Lucius, ésa y saber que pertenecen a dos mundos lejanos e irreconciliables. Sin embargo, a pesar de su negativa, el destino -o la insistencia de Lucius Marshall- parece tener otros planes, pues meses después vuelven a reencontrarse y ambos se percatan que, en realidad, compartieron mucho más que una noche, una noche que, inevitablemente, ha dado un nuevo sentido a sus vidas.
Con Simplemente inolvidable da inicio el cuarteto de novelas sobre las profesoras de la Escuela para señoritas, dirigida por Claudia Martin, donde Frances imparte clases junto a otras jóvenes maestras y amigas: Susanna, Anne y la propia Claudia. Con los años los lazos que se han forjado entre las cuatro mujeres son casi los de una familia. Las cuatro están solas y han encontrado las unas en las otras lo que les falta.
Frances es una joven de veintitrés años, seria, formal y correcta. Siempre actúa con decoro, nunca dice ni hace nada que pueda ser causa de cotilleo o pueda mancillar su reputación hasta que conoce a Lucius Marshall y comete la locura de enamorarse de él. La joven maestra sabe que no hay futuro para ellos y así se lo hace saber a él que no parece darse por aludido; no ceja en su empeño de conquistarla e, incluso, cuando descubre la maravillosa voz de Frances tratar de ayudarla a convertirse en un gran cantante. Algo a lo que Frances se niega.
Durante años Lucius no ha sido otra cosa que un joven calavera, un vividor sin obligaciones ni preocupaciones para el futuro. Pero la repentina recaída de salud de su abuelo, le hace prometer sentar cabeza y casarse con la mujer perfecta. En principio cree que Portia Hunt es la mujer perfecta pero, ¿por qué entonces no puede olvidar a esa tozuda y aburrida maestra de escuela? ¿Por qué no se rinde ante sus reiteradas negativas a aceptarlo en su vida?
Aunque la trama es muy sencilla, el ritmo es un poco pausado, la novela me ha resultado muy agradable y ágil de leer. No es la novela que más me ha gustado de Mary Balogh pero me ha entretenido muchísimo y en su sencillez me ha atrapado. Creo que Mary Balogh tiene una manera muy fluida de escribir, suave, delicada, que te ha envolviendo poco a poco, de modo que incluso una historia tan sencilla ha logrado mantenerme enganchada a las páginas del libro.
La novela no está libre de personajes un tanto estereotipados de La Regencia: el noble calavera que promete abandonar sus días de juerga, sentar cabeza y casarse con una dama de buena familia y exquisita educación; la joven humilde que se abre paso en la vida por sí misma, sin ayuda ni influencias que capta el interés del héroe que no ceja en su empeño de seducirla y, más tarde, casarse con ella. Una joven que no es lo que parece en realidad, con un don inigualable para el canto.
Pero, aunque el argumento no me ha sorprendido demasiado, excepto el inicio y la independencia que tan denodadamente protege Frances, la novela me ha gustado por su sencillez, diálogos y ritmo. Creo que no es una novela rápida, al contrario, el ritmo me ha parecido en ocasiones un poco lento pero es muy agradable y destila encanto.
No puedo decir que los secretos de Frances me hallan sorprendido demasiado, según avanza la historia vas intuyendo qué sucedió en su pasado pero, como digo, creo que Simplemente inolvidable cuenta una bonita historia de amor, donde nos reencontramos con el noble que busca esposa y la joven humilde que, cual Cenicienta, se convierte en la única mujer capaz de reformar al protagonista, en este caso Lucius. A pesar de que se nos describe a Lucius como un joven a reformar, desde mi punto de vista, desde que comienza la novela ya se está “reformando” y tras conocer a Frances su único empeño es ganarse su corazón, aunque eso él inicialmente no lo sabe, claro está.
Como digo creo que es una novela sencilla, que se centra sobre todo en Lucius tratando de conquistar a Frances, una historia un tanto clásica y previsible pero con la que he disfrutado mucho.
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