Libro 3 de la Serie Los Stanislaski
Zachary Muldoon necesitaba urgentemente un abogado que evitara que su hermanastro, un delincuente juvenil arrestado por robo, ingresara en prisión. La ambiciosa Rachel Stanislaski no era precisamente el tipo de abogado que tenía en mente, hasta que descubrió que había algo más detrás de la hermosa apariencia de frialdad de la joven y se enamoró absolutamente de ella.
Lo último que Rachel habría deseado era que la juez le ordenara compartir la vigilancia de su cliente con Zack Muldoon. Zack era dueño de un bar en Nueva York y un hombre tan atractivo y encantador que ella iba a tener auténticos problemas para no enamorarse.
No es esta la primera crítica que hago de una novela de Nora Roberts, así que más de una ya conoceréis mi debilidad por esta autora. Tiene libros mejores y peores, como todas, pero yo, por lo general, los disfruto todos.
Y es que no puedo evitar deleitarme con la forma que tiene esta escritora de narrar, con su manera cálida de dibujar hogares, con las dulces y tiernas estampas filiares, con ese matiz importante que deja entrever siempre de cuánto significa una buena base, unos buenos valores, el cariño de una familia… Y todo esto, claro está, además de esos maravillosos protagonistas masculinos que pinta y la consabida historia de amor.
Esta es la tercera novela que conforma la serie Los Stanislaski. En este caso conocemos la historia de la menor del clan, Rachel, la única de la familia que no emigró con los suyos a Estados Unidos, ella ya nació allí. Desde siempre quiso ser abogado y por supuesto, lo ha conseguido. Es una mujer independiente que se ha trazado unas serias metas, entre ellas llegar a ser juez. De momento ejerce de abogada de oficio.
Zack Muldoon es el atractivo dueño de un bar en Nueva York, un negocio que está sacando adelante con mucho esfuerzo, después de haber pasado largos años en la marina. Es un hombre bueno, trabajador y poco dado a expresar sus sentimientos. Abandonó su vida en el mar para cuidar a su padre hasta su muerte. Cuando su madre murió, su padre, un hombre nada amable, se casó con una mujer que tenía un hijo pequeño, Nick.
Nick es el tercer protagonista de esta historia y el “culpable” de que Rachel y Zack se conozcan.
Nick siempre idolatró a su hermano mayor, pero cuando Zack se va a la marina y él, una vez fallecida su madre, se queda con su padrastro nada amable, se convierte en un adolescente conflictivo y poco a poco comienza a unirse a bandas callejeras, complicándose así, poco a poco, la vida.
Con una adolescencia y primera juventud falta de cariño y en la creencia de que todo el mundo lo ha abandonado, encuentra en las pandillas de delincuentes juveniles lo que él considera una familia. Malvive en una habitación de mala muerte y se inicia en su primer robo.
Pero Nick es novato y es al único que detienen. .. Y Rachel termina siendo su abogada de oficio.
La juez que oficia el caso es conocida por sus sentencias rocambolescas, y determina que tanto Zack como Rachel se encarguen de tutelar durante dos meses a Nick.
Bueno, como imaginaréis, es así como nuestros dos protagonistas comienzan su aventura de amor. La relación no está exenta de problemas, entre otras cosas, porque el joven Nick empieza a sentir un profundo enamoramiento por la abogada. Entre eso y el rencor que le guarda a su hermano, la historia está servida.
Hasta ahora este es el libro que más me ha gustado de los tres primeros de la serie. La trama, podría haber dado un poco más de sí y ser, quizá, más profunda, pero es una novela corta y no da para más. Se resuelve bien y además tienes el aliciente de volver a ver a todos los miembros de la familia Stanislaski .
Me ha hecho pasar unas horas muy agradables.
Zachary Muldoon necesitaba urgentemente un abogado que evitara que su hermanastro, un delincuente juvenil arrestado por robo, ingresara en prisión. La ambiciosa Rachel Stanislaski no era precisamente el tipo de abogado que tenía en mente, hasta que descubrió que había algo más detrás de la hermosa apariencia de frialdad de la joven y se enamoró absolutamente de ella.
Lo último que Rachel habría deseado era que la juez le ordenara compartir la vigilancia de su cliente con Zack Muldoon. Zack era dueño de un bar en Nueva York y un hombre tan atractivo y encantador que ella iba a tener auténticos problemas para no enamorarse.
No es esta la primera crítica que hago de una novela de Nora Roberts, así que más de una ya conoceréis mi debilidad por esta autora. Tiene libros mejores y peores, como todas, pero yo, por lo general, los disfruto todos.
Y es que no puedo evitar deleitarme con la forma que tiene esta escritora de narrar, con su manera cálida de dibujar hogares, con las dulces y tiernas estampas filiares, con ese matiz importante que deja entrever siempre de cuánto significa una buena base, unos buenos valores, el cariño de una familia… Y todo esto, claro está, además de esos maravillosos protagonistas masculinos que pinta y la consabida historia de amor.
Esta es la tercera novela que conforma la serie Los Stanislaski. En este caso conocemos la historia de la menor del clan, Rachel, la única de la familia que no emigró con los suyos a Estados Unidos, ella ya nació allí. Desde siempre quiso ser abogado y por supuesto, lo ha conseguido. Es una mujer independiente que se ha trazado unas serias metas, entre ellas llegar a ser juez. De momento ejerce de abogada de oficio.
Zack Muldoon es el atractivo dueño de un bar en Nueva York, un negocio que está sacando adelante con mucho esfuerzo, después de haber pasado largos años en la marina. Es un hombre bueno, trabajador y poco dado a expresar sus sentimientos. Abandonó su vida en el mar para cuidar a su padre hasta su muerte. Cuando su madre murió, su padre, un hombre nada amable, se casó con una mujer que tenía un hijo pequeño, Nick.
Nick es el tercer protagonista de esta historia y el “culpable” de que Rachel y Zack se conozcan.
Nick siempre idolatró a su hermano mayor, pero cuando Zack se va a la marina y él, una vez fallecida su madre, se queda con su padrastro nada amable, se convierte en un adolescente conflictivo y poco a poco comienza a unirse a bandas callejeras, complicándose así, poco a poco, la vida.
Con una adolescencia y primera juventud falta de cariño y en la creencia de que todo el mundo lo ha abandonado, encuentra en las pandillas de delincuentes juveniles lo que él considera una familia. Malvive en una habitación de mala muerte y se inicia en su primer robo.
Pero Nick es novato y es al único que detienen. .. Y Rachel termina siendo su abogada de oficio.
La juez que oficia el caso es conocida por sus sentencias rocambolescas, y determina que tanto Zack como Rachel se encarguen de tutelar durante dos meses a Nick.
Bueno, como imaginaréis, es así como nuestros dos protagonistas comienzan su aventura de amor. La relación no está exenta de problemas, entre otras cosas, porque el joven Nick empieza a sentir un profundo enamoramiento por la abogada. Entre eso y el rencor que le guarda a su hermano, la historia está servida.
Hasta ahora este es el libro que más me ha gustado de los tres primeros de la serie. La trama, podría haber dado un poco más de sí y ser, quizá, más profunda, pero es una novela corta y no da para más. Se resuelve bien y además tienes el aliciente de volver a ver a todos los miembros de la familia Stanislaski .
Me ha hecho pasar unas horas muy agradables.
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