A él lo llaman «el duque del pecado». Es William Raleigh, el duque de Trent, un famoso truhán poco dado a dejarse ver en sociedad. Entre susurros se habla de sus conquistas, de su pasado y de sus misterios.
Ella se dedica a vender flores. Es Vivian Rael-Lamont, cuya vida alejada de la gran ciudad parece perfecta. Pero un día recibe un anónimo con un chantaje: si no consigue un texto perdido de Shakespeare —que forma parte de la colección privada de Raleigh—, alguien va a airear el escándalo por el que tuvo que abandonar Londres.
Vivian teme al duque, de quien se cuenta que asesinó a su esposa, y no está preparada para la cruda sensualidad de este hombre... o para las traiciones que su propio cuerpo le pueda deparar. Por su parte, William está intrigado por la dama precavida y embriagadora que ha invadido su soledad; mientras la ayuda a descubrir al chantajista, quiere averiguar también todos sus secretos mediante la más dulce y pausada seducción.
Opinión
El primer libro que cayó en mis manos de esta autora fue Un hombre que promete y en vista que fue un acierto para mis particulares gustos, acometí la lectura de Anhelos ocultos, una novela que habían publicado antes y que yo había dejado pasar. Pero igual que el hombre prometía y cumplía, los “anhelos” se quedaron en eso, ya que lo que es a mí ni fu ni fa, y si me apuráis un poco, más fu que fa. Aun así me decidí a comprar Dulce pecado, el estilo de la autora me gustó y pudiera ser que esta vez la trama estuviera también a la altura, y sí pero no. Me explico:
La novela está bien, la trama de suspense también, los personajes atractivos, con una carga de sensualidad encerrada en pensamientos (me gusta leer que pasa por la cabecita de ellos) perfectamente ejecutada llegado el momento. ¿Que le falta? Pues nada, porque estoy segura que muchas serán las que puedan disfrutar de ella, aunque en mi caso no me haya colmado.
El duque es un incomprendido, castigado buen hombre y Vivian una bella, sufrida, madura y luchadora mujer, ¿Que se enamoran? Pues que rápido, lo que hace tener un buen físico, aunque a mí no me terminara de encajar.
Los malos, vale; pero sus razones, pues como que sin demasiado fundamento. No tanto como para decir “pero de que va” la autora, pero tampoco para exclamar “ah claro era por esto”, pelín enrevesado la verdad.
Los amiguitos del prota, que me imagino serán protagonistas en otras obras, hacen su aparición lo justo para crear expectación, y salvo cambios de última hora, yo seré de las que me lea su historia. El precio y la agradable lectura de las novelas de la señora Ashworth compensan sus faltas.
Es decir, en general se deja leer la mar de bien, pero no llega a ser sublime. Dulce pecado es una de esas novelas con las que no sientes que hayas perdido tiempo y dinero aunque tampoco te transporte al paraíso. Una larga tarde de invierno, como las que nos esperan, y una obra sencilla como esta, puede ser una buena combinación, aunque al día siguiente…A otra cosa mariposa.
Ella se dedica a vender flores. Es Vivian Rael-Lamont, cuya vida alejada de la gran ciudad parece perfecta. Pero un día recibe un anónimo con un chantaje: si no consigue un texto perdido de Shakespeare —que forma parte de la colección privada de Raleigh—, alguien va a airear el escándalo por el que tuvo que abandonar Londres.
Vivian teme al duque, de quien se cuenta que asesinó a su esposa, y no está preparada para la cruda sensualidad de este hombre... o para las traiciones que su propio cuerpo le pueda deparar. Por su parte, William está intrigado por la dama precavida y embriagadora que ha invadido su soledad; mientras la ayuda a descubrir al chantajista, quiere averiguar también todos sus secretos mediante la más dulce y pausada seducción.
Opinión
El primer libro que cayó en mis manos de esta autora fue Un hombre que promete y en vista que fue un acierto para mis particulares gustos, acometí la lectura de Anhelos ocultos, una novela que habían publicado antes y que yo había dejado pasar. Pero igual que el hombre prometía y cumplía, los “anhelos” se quedaron en eso, ya que lo que es a mí ni fu ni fa, y si me apuráis un poco, más fu que fa. Aun así me decidí a comprar Dulce pecado, el estilo de la autora me gustó y pudiera ser que esta vez la trama estuviera también a la altura, y sí pero no. Me explico:
La novela está bien, la trama de suspense también, los personajes atractivos, con una carga de sensualidad encerrada en pensamientos (me gusta leer que pasa por la cabecita de ellos) perfectamente ejecutada llegado el momento. ¿Que le falta? Pues nada, porque estoy segura que muchas serán las que puedan disfrutar de ella, aunque en mi caso no me haya colmado.
El duque es un incomprendido, castigado buen hombre y Vivian una bella, sufrida, madura y luchadora mujer, ¿Que se enamoran? Pues que rápido, lo que hace tener un buen físico, aunque a mí no me terminara de encajar.
Los malos, vale; pero sus razones, pues como que sin demasiado fundamento. No tanto como para decir “pero de que va” la autora, pero tampoco para exclamar “ah claro era por esto”, pelín enrevesado la verdad.
Los amiguitos del prota, que me imagino serán protagonistas en otras obras, hacen su aparición lo justo para crear expectación, y salvo cambios de última hora, yo seré de las que me lea su historia. El precio y la agradable lectura de las novelas de la señora Ashworth compensan sus faltas.
Es decir, en general se deja leer la mar de bien, pero no llega a ser sublime. Dulce pecado es una de esas novelas con las que no sientes que hayas perdido tiempo y dinero aunque tampoco te transporte al paraíso. Una larga tarde de invierno, como las que nos esperan, y una obra sencilla como esta, puede ser una buena combinación, aunque al día siguiente…A otra cosa mariposa.
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