Eternamente mío de Jo Goodman

Dividida entre la devoción y un deseo secreto de aventuras, Mary Frances Dennehy toma la decisión más difícil de su vida. Sorprendiendo a su familia y a todos los que la conocen, deja el convento y parte al oeste en busca de una nueva vida. Para una mujer sola, el oeste americano es un lugar hostil y lleno de peligros. Aunque nadie es más peligroso que el irresistible Ryder McKay.


Leal a los Apaches que lo criaron, y sentenciado a la horca por un crimen que no cometió, Ryder aprovecha la oportunidad que se le presenta para huir: toma a Mary Dennehy como rehén y escapa con ella a las montañas que tan bien conoce. Lo que nunca hubiera podido imaginar es que la compasiva mujer que fue a visitarlo a su celda para consolarlo en sus últimas horas, sea en realidad una mujer con un ansia de vida y de libertad tan grandes como los espacios abiertos de Arizona.

No sé por qué razón siempre que empieza una saga, casi independientemente de que me guste o no la primera entrega, me quedo enganchada a un personaje que, indefectiblemente, acaba siendo el o la protagonista de la novela que cierra la serie.

Eternamente mío nos narra la historia de Mary Francis, la hermana mayor de las Dennehy, monja para más señas, y dada su anómala condición, la que desde el principio abrió mi apetito. Era de prever, en mi caso, que fuera ella la que pusiera el broche final a la serie, como efectivamente ha sido.

Me ha gustado la Sra. Goodman en esta serie. Muy sencilla a la hora de recrear la ambientación del lejano oeste pero no por ello deja de estar perfectamente definida. Dota a sus personajes de distintas personalidades, pero sobre todo los humaniza, ya que nos los muestra con sus virtudes, pero no se olvida de sus defectos. Sus historias están perfectamente argumentadas y sus tramas fluyen al compás de la pequeña intriga que teje para desarrollarlas. Resumiendo: Sabe su oficio, que luego nos guste más o menos, ya entra dentro de los gustos particulares de cada cual.

Eternamente mío es una novela “de personajes” ya que el peso recae sobre ellos. Me sorprendió Mary Francis, ha sido una gozada bucear en su pasado, sus deseos, dudas y temores. Entender por qué tomó el hábito, las razones por las que lo cuelga y como marcará ese hecho su existencia. Es una mujer leal, inteligente, decidida, con fuerte carácter, y al mismo tiempo suavemente femenina. Sabe lo que quiere y se entrega a ello, para bien o para mal, pero sobre todo guarda una inmensa capacidad de amar. Claro que enamorarse de Ryder es fácil. Nuestro protagonista es tremendamente masculino: imaginarlo con el taparrabos, la melena negra y los ojos escarcha encendidos de deseo; curtido: de los de a otro perro con ese hueso y donde las dan las toman; noble, fiel a sus principios, a su gente y sus tradiciones. Ryder no pierde el dominio de su voluntad, y es tan protector, tierno y amante como sólo puede ser un verdadero hombre. Pero además es un superviviente que arrastra un justificado traumático pasado que a mí me entristeció y emocionó. En fin es uno de esos “héroes” que tanto nos gustan.

La trama es relativamente sencilla y constituye la excusa para “encerrar” y enfrentar a los protagonistas, dándoles tiempo a conocerse, enamorarse, desearse….y catarse. No está mal, aunque no importe demasiado y sea predecible en exceso, ya comento que es meramente un pretexto.

En conclusión: Quizá usar el “eternamente” en el título, sea reflejo de la antigua condición de Mary Francis, pero aun siendo yo mucho más terrenal también lo emplearía, sobre todo por el “mío” que le acompaña. Ha sido una lectura agradable, entretenida y emotiva. Puede que no alcance el paroxismo, pero a mí me mereció la pena, y siempre guardaré un grato recuerdo de la monjita y su apache reconvertido.