La vida de Christabel Van Alen no ha sido un camino de rosas desde la noche que fue testigo del asesinato de sus padres a manos de su tío Baldwin Didier. Tras ser acusada del crimen y pasar años encerrada en una institución mental, logró escapar de su cautiverio y, desde entonces, su vida ha sido una lucha constante por sobrevivir y huir. Su única esperanza es permanecer escondida el tiempo necesario para ahorrar el suficiente dinero para contratar los servicios de un detective que le permita defenderse del crimen del que se le acusa.
Sin embargo, de algún modo, Baldwin Didier logra dar con ella una y otra vez. Su última oportunidad es huir hacia el oeste, hacia una pequeña población donde no hay sheriff ni ninguna otra autoridad que pueda reconocerla, debido a los pasquines de busca y captura que circulan por el país, mostrando la cicatriz de una rosa en la palma de su mano.
Bajo un disfraz de viuda, sube a la diligencia que la conducirá a la que es su última esperanza; sin embargo, ésta se hace añicos cuando son asaltados por una banda de forajidos, la banda de Kineson.
Macaulay Cain es parte de la banda que asalta la diligencia que se dirige a St. Louis. La sorpresa es mayúscula cuando descubren entre sus viajeros a una mujer, una joven viuda, cubierta de pies a cabeza. Incluso oculta su rostro tras un velo negro.
Movido por un impulso inexplicable, cede a la tentación de desnudar su rostro para descubrir ante él a una joven hermosa más allá de lo descriptible.
Tras ser ahorcado por error, logrando salvar su vida milagrosamente, se unió a la banda de Kineson. Pese a que no es el líder de ésta, es temido y respetado entre los forajidos, incluso más que el propio Kineson.
Así, a pesar de que lo desean, no cuestionan demasiado la autoridad que ejerce al proclamar a la prisionera como propia y salvándola de la violación a manos del resto de miembros de la banda.
No obstante, es su deber mostrarse cruel y violento con ella para no levantar sospechas a ojos de los demás.
Esto sorprende enormemente a Christal, ya que, pese a que todos lo creen, el forajido de duros y fríos ojos grises, la protege y respeta en todo momento. Poco a poco, sin percatarse de cómo ni por qué se forja un vínculo entre ambos. Christal reconoce en él a alguien parecido a ella: un fugitivo que huye de la justicia, por ello cuando ve su vida peligrar lo insta a huir y luchar por su libertad.
Pero cuando más estrechos y fuertes son los vínculos entre ambos, Christal descubre horrorizada que el hombre del que empieza a enamorarse no es otra cosa que lo que más teme, con lo que termina huyendo de él a pesar de que éste le ofrece una vida cómoda y respetable en Washington, junto a él.
Decepcionado y herido por el abandono de Christal, Cain se obsesiona con dar con ella y cuando descubre que se oculta en una pequeña población del Oeste, Noble, un lugar remoto y perdido en el que ni siquiera hay sheriff, mueve los hilos necesarios para ser él quien ocupe ese cargo.
Gracias a sus tejemanejes vuelve a encontrarse con la bella Christal, quien ahora trabaja en un Saloon, algo que lo desconcierta y enfurece a partes iguales, lo que le impulsa a descubrir su identidad y el misterio que envuelve la cicatriz con forma de rosa que marca la mano de Christal. Sabe que ésa es la pieza clave para desentramar su pasado y quién es en realidad.
Tras una muy larga espera, por fin tenemos la oportunidad de leer en español la ansiada historia de Christabel Van Alen, la hermana menor de Alana, protagonista de Encajes y pecados.
Tengo que decir que no me ha decepcionado para nada, aunque es una novela con una ambientación abismalmente opuesta a la de Encajes y pecados, me ha parecido tan envolvente como la anterior.
Fugitiva está ambientada en el Oeste, género que me apasiona. Eso, sumado a la pluma de Meagan Mckinney han logrado cautivarme de principio a fin.
Así como el trasfondo donde nace la historia de amor de Cain y Christal es diferente, también lo son los mismos protagonistas, en comparación con Trevor y Alana.
Mientras en la novela predecesora se movían en un ambiente social, rodeados de dinero y lejos, aunque sin olvidar las murmuraciones y estigmas sociales que los señalaban, en Fugitiva, estamos ante un hombre de origen humilde que luchó en la guerra de Secesión por el bando sureño. La guerra le arrebató a su familia y sus raíces y, derrotado, se adaptó al nuevo país, aunque valores como la justicia y el honor no lo abandonan jamás. En el proceso, se volvió un hombre hermético e inaccesible, un hombre que esconde sus emociones mostrando una máscara fría y rígida.
Por su lado, Christal se crió entre sedas y encajes durante los doce primeros años de su vida, pero la muerte de sus padres, la separación de su hermana y años de encierro, la han convertido en una joven que ha debido adaptarse a las penurias y a vivir en las situaciones más adversas, y a desconfiar de todo y todos.
Tanto Christal como Cain son luchadores y han sido fugitivos, pero así como eso les une, existen otros factores que los separan. Ahí radica el miedo de ella a confiar en él y hablarse de su pasado, con lo que a pesar de entregarle su cuerpo y su corazón siempre se guarda una parte que Cain lucha por descubrir.
Al margen de la lucha contra sí mismas y sus valores morales, la sombra del malvado Baldwin Didier sigue persiguiendo a Christal. Quizá es la parte que me ha parecido un poco más precipitada, puesto que la relación entre Cain y Christal me ha parecido preciosa. Hay escenas que se han quedado grabadas en mi memoria por las emociones que producen, momentos que reflejan el miedo y la pasión que sienten los personajes.
En cambio, el modo en que se soluciona sus problemas con la justicia, la he encontrado un poco rápida y apresurada.
También he notado a faltar una mayor presencia de Trevor y Alana. Sus apariciones, sobre todo las de Alana, han sido muy breves o a mí me han sabido a poco.
Pero, con todo, Fugitiva es una novela que he disfrutado página a página, que me ha transportado al polvoriento oeste, los bandas de forajidos y las escenas de Salones; un libro que ambienta por todo detalle el Oeste americano y el tipo de vida propio.
Y, sobre todo, me ha parecido una bonita historia de amor que me ha dejado con una sonrisa en labios y que, nuevamente, narra una novela donde sus protagonistas deben enfrentarse a la diferencia de clases sociales y asumir su propio destino.
Sin embargo, de algún modo, Baldwin Didier logra dar con ella una y otra vez. Su última oportunidad es huir hacia el oeste, hacia una pequeña población donde no hay sheriff ni ninguna otra autoridad que pueda reconocerla, debido a los pasquines de busca y captura que circulan por el país, mostrando la cicatriz de una rosa en la palma de su mano.
Bajo un disfraz de viuda, sube a la diligencia que la conducirá a la que es su última esperanza; sin embargo, ésta se hace añicos cuando son asaltados por una banda de forajidos, la banda de Kineson.
Macaulay Cain es parte de la banda que asalta la diligencia que se dirige a St. Louis. La sorpresa es mayúscula cuando descubren entre sus viajeros a una mujer, una joven viuda, cubierta de pies a cabeza. Incluso oculta su rostro tras un velo negro.
Movido por un impulso inexplicable, cede a la tentación de desnudar su rostro para descubrir ante él a una joven hermosa más allá de lo descriptible.
Tras ser ahorcado por error, logrando salvar su vida milagrosamente, se unió a la banda de Kineson. Pese a que no es el líder de ésta, es temido y respetado entre los forajidos, incluso más que el propio Kineson.
Así, a pesar de que lo desean, no cuestionan demasiado la autoridad que ejerce al proclamar a la prisionera como propia y salvándola de la violación a manos del resto de miembros de la banda.
No obstante, es su deber mostrarse cruel y violento con ella para no levantar sospechas a ojos de los demás.
Esto sorprende enormemente a Christal, ya que, pese a que todos lo creen, el forajido de duros y fríos ojos grises, la protege y respeta en todo momento. Poco a poco, sin percatarse de cómo ni por qué se forja un vínculo entre ambos. Christal reconoce en él a alguien parecido a ella: un fugitivo que huye de la justicia, por ello cuando ve su vida peligrar lo insta a huir y luchar por su libertad.
Pero cuando más estrechos y fuertes son los vínculos entre ambos, Christal descubre horrorizada que el hombre del que empieza a enamorarse no es otra cosa que lo que más teme, con lo que termina huyendo de él a pesar de que éste le ofrece una vida cómoda y respetable en Washington, junto a él.
Decepcionado y herido por el abandono de Christal, Cain se obsesiona con dar con ella y cuando descubre que se oculta en una pequeña población del Oeste, Noble, un lugar remoto y perdido en el que ni siquiera hay sheriff, mueve los hilos necesarios para ser él quien ocupe ese cargo.
Gracias a sus tejemanejes vuelve a encontrarse con la bella Christal, quien ahora trabaja en un Saloon, algo que lo desconcierta y enfurece a partes iguales, lo que le impulsa a descubrir su identidad y el misterio que envuelve la cicatriz con forma de rosa que marca la mano de Christal. Sabe que ésa es la pieza clave para desentramar su pasado y quién es en realidad.
Tras una muy larga espera, por fin tenemos la oportunidad de leer en español la ansiada historia de Christabel Van Alen, la hermana menor de Alana, protagonista de Encajes y pecados.
Tengo que decir que no me ha decepcionado para nada, aunque es una novela con una ambientación abismalmente opuesta a la de Encajes y pecados, me ha parecido tan envolvente como la anterior.
Fugitiva está ambientada en el Oeste, género que me apasiona. Eso, sumado a la pluma de Meagan Mckinney han logrado cautivarme de principio a fin.
Así como el trasfondo donde nace la historia de amor de Cain y Christal es diferente, también lo son los mismos protagonistas, en comparación con Trevor y Alana.
Mientras en la novela predecesora se movían en un ambiente social, rodeados de dinero y lejos, aunque sin olvidar las murmuraciones y estigmas sociales que los señalaban, en Fugitiva, estamos ante un hombre de origen humilde que luchó en la guerra de Secesión por el bando sureño. La guerra le arrebató a su familia y sus raíces y, derrotado, se adaptó al nuevo país, aunque valores como la justicia y el honor no lo abandonan jamás. En el proceso, se volvió un hombre hermético e inaccesible, un hombre que esconde sus emociones mostrando una máscara fría y rígida.
Por su lado, Christal se crió entre sedas y encajes durante los doce primeros años de su vida, pero la muerte de sus padres, la separación de su hermana y años de encierro, la han convertido en una joven que ha debido adaptarse a las penurias y a vivir en las situaciones más adversas, y a desconfiar de todo y todos.
Tanto Christal como Cain son luchadores y han sido fugitivos, pero así como eso les une, existen otros factores que los separan. Ahí radica el miedo de ella a confiar en él y hablarse de su pasado, con lo que a pesar de entregarle su cuerpo y su corazón siempre se guarda una parte que Cain lucha por descubrir.
Al margen de la lucha contra sí mismas y sus valores morales, la sombra del malvado Baldwin Didier sigue persiguiendo a Christal. Quizá es la parte que me ha parecido un poco más precipitada, puesto que la relación entre Cain y Christal me ha parecido preciosa. Hay escenas que se han quedado grabadas en mi memoria por las emociones que producen, momentos que reflejan el miedo y la pasión que sienten los personajes.
En cambio, el modo en que se soluciona sus problemas con la justicia, la he encontrado un poco rápida y apresurada.
También he notado a faltar una mayor presencia de Trevor y Alana. Sus apariciones, sobre todo las de Alana, han sido muy breves o a mí me han sabido a poco.
Pero, con todo, Fugitiva es una novela que he disfrutado página a página, que me ha transportado al polvoriento oeste, los bandas de forajidos y las escenas de Salones; un libro que ambienta por todo detalle el Oeste americano y el tipo de vida propio.
Y, sobre todo, me ha parecido una bonita historia de amor que me ha dejado con una sonrisa en labios y que, nuevamente, narra una novela donde sus protagonistas deben enfrentarse a la diferencia de clases sociales y asumir su propio destino.
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