Cuando Aurora Dayne, huérfana desde muy temprana edad, abandona el orfanato en el que ha vivido desde el lejano día en que su padre la abandonara, jamás imaginó que su anodina y monótona vida pudiera dar un vuelco de ciento ochenta grados, que es lo que le sucede. Apenas tiene recuerdos del hombre que le dio la vida: una vaga y nebulosa imagen que puebla su mente, una sensación cálida que la cobija en sus días más tristes y solitarios, y un extraño medallón con incrustaciones de esmeralda como única posesión.
Cuando el único hogar que ha conocido pasa a manos de un nuevo dueño y ve tambalearse su futuro, ya que éste es un hombre avaro y egoísta, obsesionado con casarse con ella, decide abandonar el orfanato. Recibe una propuesta de trabajo, misteriosa pero muy interesante que parece caer llovida del cielo y que le abre las puertas a lo que espera sea una nueva vida. Eso sí, abismalmente diferente de la que ella espera.
Con la finalidad de viajar a Jamaica, donde le aguarda un trabajo como dama de compañía para una anciana dama, embarca en el Seabravery . A bordo de este navío conoce al misterioso Vashon, el dueño del mismo, del que descubre poco después se trata de un temido y peligroso pirata.
Pero el hombre no es quien aparenta ser: es un hombre oscuro, misterioso y atractivo que esconde un terrible secreto. Obsesionado con vengarse del hombre que le destrozó la vida, busca la Estrella de Aran, una enorme esmeralda que Michael Dayne, el padre de Aurora, tuvo en su poder y escondió, y sobre la que se dice pende una maldición: los enemigos de aquél que la posea morirán si trata de dañarlo.
Para dar con la esmeralda cuenta con una pista que sólo conoce la hija del susodicho. Por ello planea una estratagema: engañar a Aurora para que viaje a Jamaica y una vez allí, obligarla a darle la pista que le conducirá a la esmeralda.
Pero con lo que no cuenta es con el efecto que la joven tendrá sobre él. Aunque inicialmente no la considera nada más que una solterona remilgada y estirada, y una herramienta en su venganza, poco a poco empieza a vislumbrar a la verdadera Aurora, la belleza pura y el fuerte carácter que oculta bajo su gris fachada.
Aurora teme al rudo y sarcástico Vashon, pero poco a poco ese temor va transformándose en una poderosa atracción y en unos sentimientos desconocidos por ella hasta ese momento.
Sin embargo, descubrir su engaño y ser secuestrada por éste son dos bazas que lejos de mejorar su opinión sobre el pirata, la empeoran. Pese a sus denodados intentos por escapar y a su negativa a darle esa pista -que en realidad desconoce- no puede evitar ir enamorándose del hombre sensible y honorable que se esconde bajo su ruda apariencia.
Vashon, aunque trata enérgicamente de no sucumbir a la pasión y dulzura que Aurora le provoca, demostrándole que pese a lo que cree sí posee un corazón, tampoco puede evitar qué sus sentimientos por ella se hagan más profundos.
Del mismo modo que el enorme dragón tatuado en su espalda, Vashon debe luchar con el dragón que se oculta en su alma: aquél que le impide abandonar su odio y deseos de venganza, aquél que le aleja irremediablemente de Aurora.
Juntos, Aurora y Vashon, se embarcan en una apasionante travesía a través del Caribe en búsqueda de la Estrella de Aran. Para ello deberán resolver ese misterioso acertijo y, envueltos en una relación de amor y odio, deben enfrentarse a sus miedos para encontrar el más auténtico tesoro: el amor.
Aunque de esta autora sólo se habían publicado hasta la fecha dos novelas en español, su escritura, los personajes que crea y las tramas intensas y apasionantes que tan hábilmente es capaz de tejer la convirtieron en una de mis preferidas.
Algo que Hasta que el alma dome la noche no ha hecho más que potenciar.
Hacía tiempo que una novela histórica no me emocionada y enganchaba a sus páginas de este modo. Este libro es uno de esos que he sido incapaz de dejar hasta llegar a la última página, pero que además por la pluma y carga emocional que le imprime Meagan Mckinney, quieres paladear poco a poco y no quieres que se acabe. Al menos es mi caso.
A menudo al leer una novela de piratas me sucede que ésta no refleja lo que esperaba encontrar por la historia que cuenta o sus personajes, pero Hasta que el alba dome la noche me ha impresionado profundamente por la trama y la fuerte personalidad de Vashon y Aurora. Es un libro plagado de emociones, donde a menudo batallan el amor y el odio, donde sus protagonistas luchan denodadamente por no enamorarse, mientras como lector vas atisbando esos cambios, esas miradas y gestos delatores que, sin evitarlo, te emocionan.
El personaje de Aurora me ha gustado especialmente por su lucha y tenacidad, por el modo en que va transformándose desde una anodina joven a una mujer apasionada y con carácter dispuesta a luchar por su libertad y el amor de Vashon, incluso contra él mismo.
Vashon sencillamente es uno de esos protagonistas que se hacen inolvidables por su carácter y su carisma. Es un hombre que ha sufrido las bajezas y humillaciones más grandes, pero que se ha repuesto aunque perdiendo su humanidad en el camino. De hecho es apodado El Dragón por el tatuaje que cubre su espalda y porque ése es el emblema que lo representa: un dragón que, como él, se niega a ser domado y a enamorarse.
Además con unos secundarios como la viuda Flosie Lindstrom y el capitán Isaac Corbeil, que garantizan emociones y risas, tiene todos los ingredientes para convertirse en una de las grandes novelas románticas, a mi parecer.
Hasta que el alba dome la noche es una novela con cuya lectura te ves inmersa en parajes exóticos, aventuras, misterios y maldiciones; una novela que te transporta al pasado fácilmente y en cuyas páginas volverás a leer esa pasión y esa fuerza que pocas autoras son capaces de plasmar. Es un libro que, sin duda, creo que releeré muchas veces…
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