La repentina muerte de su padrastro obliga a Delaney Shaw a regresar a Truly, en Idaho, tras diez años de ausencia. Lo que estiman serán unos días parecen convertirse en todo un año, ya que ésas son las condiciones que estipula el testamento de Henry Shaw, si quiere recibir su parte de la herencia. Una herencia que no esperaba pero que, francamente, tampoco le apetece desdeñar así como así.
Y aunque supone una sorpresa para Delaney, y aunque no esperaba heredar nada, menos aún después del modo en que abandonó Truly, y lo fría y distante que fue su relación desde aquel momento con Henry, es un dinero que piensa le serviría para labrarse un futuro y dejar de cambiar periódicamente de trabajo y lugar de residencia.
Pero, al parecer, incluso tras su muerte, Henry Shaw pretende seguir manipulando la vida de todos, especialmente las de Delaney y de Nick Alegrezza, su hijo bastardo y no reconocido legalmente hasta ese momento.
Nick es el hijo ilegítimo del difunto Henry Shaw, un hombre que nunca lo aceptó como hijo ni fue un padre para él en ningún aspecto. Tan sólo, al final de sus días, cuando se percató de que Nick sería el único hijo de su sangre que podría tener, hizo un intento de reconciliarse con éste. Pero ya era tarde. Nick nunca le pudo perdonar.
No obstante, Henry lo dejó todo dispuesto de tal modo que, después de su muerte, aún controlase la vida y destino de ellos y pudiese conseguir lo que no tuvo tiempo en vida.
Diez años atrás, una noche marcó la vida de los jóvenes Nick y Delaney cuando dieron rienda a la atracción latente entre ambos, pero Henry los descubrió y medió, con lo que acabó separándolos sin que estos tuvieran tiempo para investigar más en sus sentimientos.
Delaney siempre sintió una fascinación especial por Nick, el chico malo de Truly, el hijo ilegítimo de su padrastro. Lo observó en la distancia y pese a que trató de acercarse a él, éste aprovechó toda y cada una de esas circunstancias para humillarla, burlarse de ella o ridiculizarla, con lo que la joven acabó apartándose de él y rehuyéndolo.
Nick es el típico chico malo, rebelde e inconformista. Desde muy joven ha roto las normas que se le han impuesto y evitado ceñirse a los convencionalismos: mujeriego, irresponsable y brutalmente sincero, no ha buscado ni busca una relación seria. Y con Delaney menos que con nadie. Ella siempre ha estado prohibida para él.
No obstante, la última voluntad de Henry le obliga a tener que soportarla y verla a diario, vivir en la misma ciudad. Las cláusulas de su testamento son muy claras: si Delaney abandona Truly antes de un año, Nick heredará su parte, si Nick y Delaney mantienen una relación sexual, ella heredará la parte de él.
La última jugada del viejo, conocedor de su “encaprichamiento” por ésta parece una burla.
Nick se jura no va a caer en la tentación, no por la herencia que realmente no le interesa, sino porque no puede ni quiere rendirse a lo que esa alocada de Delaney le ha hecho siempre sentir.
A su vez, Delaney no quiere dar a Nick la oportunidad de que vuelva a herirla ni a utilizarla como una herramienta para vengarse por el abandono de Henry. Cada uno se mantiene firme en sus creencias de que nada, absolutamente nada, podrá impulsarlos a romper las cláusulas y evitar que reciban su jugosa herencia. Pero… en un año en Truly todo puede suceder.
Locamente tuya es una novela fresca y amena, en mi opinión como todas las de su autora: Rachel Gibson.
El argumento no es enrevesado ni especialmente novedoso: dos jóvenes atrapados en una atracción, existente desde la adolescencia, y separados por rencillas y odios familiares, incluso clases sociales, pero a quienes una herencia del hombre que los separó los une de nuevo.
Ella es la hijastra mimada del padre biológico de él, quien nunca lo reconoció, quien siempre le negó lo que a ella le entregó gustoso.
Pero pese a ello, Nick se nos presenta como un hombre que no guarda rencor. No envidia ni ha envidiado a Delaney, pero ha querido odiarla y rechazarla toda su vida en la creencia de que alguien como él no merece ni puede tener a alguien como ella.
Delaney no es en realidad la joven mimada y consentida que parece a primera vista. Al contrario, en cuanto tuvo oportunidad se rebeló contra su madre y su padrastro y el férreo control que ejercían sobre sus vidas. Con lo que sólo lograron aumentar la tozudez de la joven a negarse y separarla de ellos y marcharse de Truly.
Desde que abandonó la ciudad jamás ha vuelto la mirada atrás ni se ha planteado regresar. De hecho la perspectiva de pasar un año allí para poder cobrar su herencia se le antoja la peor penitencia posible. Y si para colmo debe cruzarse con ese arrogante de Nick Alegrezza aún más.
No obstante, además de la herencia, la relación entre Lisa, su mejor amiga, y Louie, el hermano de Nick, les obliga de vez en cuando a encontrarse. Además, Truly es una población pequeña en la que todos se conocen y se ven a diario, donde los cotilleos corren como la pólvora…. donde todos están pendientes, con avidez, de ver en qué acaba la animadversión entre Nick y Delaney.
Rachel Gibson es una de mis escritoras preferidas, ya que es una autora de la que aún no he leído un libro que me desagrade y porque me encanta las tramas que crea. Incluso los libros más antiguos logran atraparme. Locamente tuya no es una novela que nos plantee una trama novedosa ni demasiado diferente de otras, pero la pluma de Gibson, sus ingeniosos diálogos y el modo en que desarrolla la trama han logrado atraparme en sus páginas una vez más.
Tanto Nick como Delaney son unos protagonistas que se me han hecho querer porque, tanto si comprendo como si no sus reacciones y modo de actuar, la autora los crea tan humanos y reales que, al llegar a la última página, sientes que has logrado conocerlos.
Delaney es una alocada peluquera que no logra sentar cabeza, que en su afán de no dejar que controlen su vida, acaba descontrolándola ella misma. Es fácil entenderla e, incluso, identificarse un poco con ella, con una joven que, en el fondo, sólo desea encontrar su lugar lejos de Truly, lejos de Nick….
Nick es el típico protagonista atractivo pero arrogante y mujeriego al que detectas a dos leguas a la redonda: presuntuoso, ácido y mordaz, no deja de molestar a Delaney. Pero en el fondo, esconde mucho más de lo que parece y a través de esbozos y recuerdos del pasado, vamos entendiendo que no es lo que aparenta. Es un hombre que aunque no lo parezca tiene miedo a algo, o alguien.
Como secundarios hay un plantel de lo más variopinto: Lisa, la amiga de Delaney, Louie, su hermano mayor, Sophie, la sobrina adolescente de Nick… sin dejar de lado a la altiva madre de Delaney o la de Nick, ni al resto de habitantes de Truly. Desde las ancianas chismosas a Helen, la rival de la adolescencia de Delaney, con la que entabla un “duelo” de peluquerías…
En fin que es una novela que sin tener el humor de Jane juega y gana o Lola lo revela todo, ha logrado mantenerme pegada a sus páginas de principio a fin, formando parte de Truly y siendo testigo de la historia de amor y odio de Nick y Delaney.
Y aunque supone una sorpresa para Delaney, y aunque no esperaba heredar nada, menos aún después del modo en que abandonó Truly, y lo fría y distante que fue su relación desde aquel momento con Henry, es un dinero que piensa le serviría para labrarse un futuro y dejar de cambiar periódicamente de trabajo y lugar de residencia.
Pero, al parecer, incluso tras su muerte, Henry Shaw pretende seguir manipulando la vida de todos, especialmente las de Delaney y de Nick Alegrezza, su hijo bastardo y no reconocido legalmente hasta ese momento.
Nick es el hijo ilegítimo del difunto Henry Shaw, un hombre que nunca lo aceptó como hijo ni fue un padre para él en ningún aspecto. Tan sólo, al final de sus días, cuando se percató de que Nick sería el único hijo de su sangre que podría tener, hizo un intento de reconciliarse con éste. Pero ya era tarde. Nick nunca le pudo perdonar.
No obstante, Henry lo dejó todo dispuesto de tal modo que, después de su muerte, aún controlase la vida y destino de ellos y pudiese conseguir lo que no tuvo tiempo en vida.
Diez años atrás, una noche marcó la vida de los jóvenes Nick y Delaney cuando dieron rienda a la atracción latente entre ambos, pero Henry los descubrió y medió, con lo que acabó separándolos sin que estos tuvieran tiempo para investigar más en sus sentimientos.
Delaney siempre sintió una fascinación especial por Nick, el chico malo de Truly, el hijo ilegítimo de su padrastro. Lo observó en la distancia y pese a que trató de acercarse a él, éste aprovechó toda y cada una de esas circunstancias para humillarla, burlarse de ella o ridiculizarla, con lo que la joven acabó apartándose de él y rehuyéndolo.
Nick es el típico chico malo, rebelde e inconformista. Desde muy joven ha roto las normas que se le han impuesto y evitado ceñirse a los convencionalismos: mujeriego, irresponsable y brutalmente sincero, no ha buscado ni busca una relación seria. Y con Delaney menos que con nadie. Ella siempre ha estado prohibida para él.
No obstante, la última voluntad de Henry le obliga a tener que soportarla y verla a diario, vivir en la misma ciudad. Las cláusulas de su testamento son muy claras: si Delaney abandona Truly antes de un año, Nick heredará su parte, si Nick y Delaney mantienen una relación sexual, ella heredará la parte de él.
La última jugada del viejo, conocedor de su “encaprichamiento” por ésta parece una burla.
Nick se jura no va a caer en la tentación, no por la herencia que realmente no le interesa, sino porque no puede ni quiere rendirse a lo que esa alocada de Delaney le ha hecho siempre sentir.
A su vez, Delaney no quiere dar a Nick la oportunidad de que vuelva a herirla ni a utilizarla como una herramienta para vengarse por el abandono de Henry. Cada uno se mantiene firme en sus creencias de que nada, absolutamente nada, podrá impulsarlos a romper las cláusulas y evitar que reciban su jugosa herencia. Pero… en un año en Truly todo puede suceder.
Locamente tuya es una novela fresca y amena, en mi opinión como todas las de su autora: Rachel Gibson.
El argumento no es enrevesado ni especialmente novedoso: dos jóvenes atrapados en una atracción, existente desde la adolescencia, y separados por rencillas y odios familiares, incluso clases sociales, pero a quienes una herencia del hombre que los separó los une de nuevo.
Ella es la hijastra mimada del padre biológico de él, quien nunca lo reconoció, quien siempre le negó lo que a ella le entregó gustoso.
Pero pese a ello, Nick se nos presenta como un hombre que no guarda rencor. No envidia ni ha envidiado a Delaney, pero ha querido odiarla y rechazarla toda su vida en la creencia de que alguien como él no merece ni puede tener a alguien como ella.
Delaney no es en realidad la joven mimada y consentida que parece a primera vista. Al contrario, en cuanto tuvo oportunidad se rebeló contra su madre y su padrastro y el férreo control que ejercían sobre sus vidas. Con lo que sólo lograron aumentar la tozudez de la joven a negarse y separarla de ellos y marcharse de Truly.
Desde que abandonó la ciudad jamás ha vuelto la mirada atrás ni se ha planteado regresar. De hecho la perspectiva de pasar un año allí para poder cobrar su herencia se le antoja la peor penitencia posible. Y si para colmo debe cruzarse con ese arrogante de Nick Alegrezza aún más.
No obstante, además de la herencia, la relación entre Lisa, su mejor amiga, y Louie, el hermano de Nick, les obliga de vez en cuando a encontrarse. Además, Truly es una población pequeña en la que todos se conocen y se ven a diario, donde los cotilleos corren como la pólvora…. donde todos están pendientes, con avidez, de ver en qué acaba la animadversión entre Nick y Delaney.
Rachel Gibson es una de mis escritoras preferidas, ya que es una autora de la que aún no he leído un libro que me desagrade y porque me encanta las tramas que crea. Incluso los libros más antiguos logran atraparme. Locamente tuya no es una novela que nos plantee una trama novedosa ni demasiado diferente de otras, pero la pluma de Gibson, sus ingeniosos diálogos y el modo en que desarrolla la trama han logrado atraparme en sus páginas una vez más.
Tanto Nick como Delaney son unos protagonistas que se me han hecho querer porque, tanto si comprendo como si no sus reacciones y modo de actuar, la autora los crea tan humanos y reales que, al llegar a la última página, sientes que has logrado conocerlos.
Delaney es una alocada peluquera que no logra sentar cabeza, que en su afán de no dejar que controlen su vida, acaba descontrolándola ella misma. Es fácil entenderla e, incluso, identificarse un poco con ella, con una joven que, en el fondo, sólo desea encontrar su lugar lejos de Truly, lejos de Nick….
Nick es el típico protagonista atractivo pero arrogante y mujeriego al que detectas a dos leguas a la redonda: presuntuoso, ácido y mordaz, no deja de molestar a Delaney. Pero en el fondo, esconde mucho más de lo que parece y a través de esbozos y recuerdos del pasado, vamos entendiendo que no es lo que aparenta. Es un hombre que aunque no lo parezca tiene miedo a algo, o alguien.
Como secundarios hay un plantel de lo más variopinto: Lisa, la amiga de Delaney, Louie, su hermano mayor, Sophie, la sobrina adolescente de Nick… sin dejar de lado a la altiva madre de Delaney o la de Nick, ni al resto de habitantes de Truly. Desde las ancianas chismosas a Helen, la rival de la adolescencia de Delaney, con la que entabla un “duelo” de peluquerías…
En fin que es una novela que sin tener el humor de Jane juega y gana o Lola lo revela todo, ha logrado mantenerme pegada a sus páginas de principio a fin, formando parte de Truly y siendo testigo de la historia de amor y odio de Nick y Delaney.
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