No hay nada que Vere Mallory odie más que los funerales. Tras asistir forzosamente a varios durante los últimos años y convertirse, inesperadamente, en el séptimo duque de Ainswood, su vida entra en una vorágine de decadencia sin fin.
En mitad de una de sus interminables juergas se tropieza con Lydia Grenville, quien en su opinión, es el mayor incordio existente sobre la faz de la Tierra. Lydia es una mujer atípica para su época o, al menos, muy diferente de las que Vere está acostumbrado a vincularse. Y no es que éste, precisamente, esté relacionado con la crème de la crème de la sociedad inglesa. Nada más lejos de la realidad, ya que el disoluto duque de Ainswood solo tiene contacto con prostitutas y mujeres de vida, cuanto menos, alegre. Pero para su desconcierto y pesar, su vida cambia el día que tropieza con esa metomentodo de Lydia Grenville.
Lydia también dista mucho de parecerse a las damas de sociedad. Es periodista. Gracias a su trabajo cuenta con una amplia red de contactos entre los bajos fondos de la sociedad inglesa, entre los que se mueve como pez en el agua. Los rateros, prostitutas y ladronzuelos se encuentran entre estos, y le informan de todo cuanto acontece en la ciudad. Algo que le permite disponer de privilegiadas fuentes de información a la hora de escribir sus artículos; los mismos que la han convertido en una celebridad y la heroína de muchas jóvenes de buena familia.
Además de su labor periodística escribe una novela de tintes románticos, aunque esto es algo que mantiene en secreto, puesto que es algo que, en el fondo, le avergüenza un poco. Sólo su editor está al tanto de ello, y está encantado con el éxito que la joven ha logrado para su periódico.
Mientras Lydia intenta ayudar a una joven de caer en las garras de la mayor y más pérfida alcahueta de Londres -quien controla y maltrata a las prostitutas- se tropieza con el infame duque de Ainswood, que no solo estropea sus planes, sino que además desbarata, sin ella saberlo, su vida.
Vere la considera una molestia, ya que casi lo arrolla con su cabriolé en una persecución infernal a través de las calles londinenses; Lydia lo tilda de inoportuno, entrometido y exasperante, ya que por su causa, la prostituta escapa.
De modo que la animadversión entre ambos es mutua e instantánea, pero a pesar de ello, Vere sucumbe a la tentación de besarla.
Ese beso marca no sólo el curso de esa primera contienda, casi pugilística entre ellos, sino que el destino de la pareja queda sellado, sin ser ellos conscientes.
Lo que Vere considera una obsesión hacia esa enloquecedora y hermosa mujer, le lleva a perseguirla a través de las peligrosas investigaciones en las que la muy insensata se introduce.
Lydia es una joven soltera de veintiocho años cuya vida gira en torno a su trabajo como periodista, mostrando las injusticias ante los ojos de la sociedad londinense. A la vez, actúa como protectora de los desamparados. Entre sus personas más allegadas se encuentran algunas a quienes, para alejarlas de la pobreza y la miseria, contrató a su servicio.
Tal es el caso de su última protegida, a quien rescata -a pesar de la inoportuna aparición del infame Vere Mallory- y contrata como dama de compañía.
Sin embargo, su encontronazos con el duque de Ainswood -al parecer- no acaban más que comenzar, ya que los encuentros y desencuentros entre la pareja se suceden sin cesar.
Lydia lo considera un depravado, obsesionado con amargarle la vida. Vere cree que aunque la joven esté un tanto desquiciada por tentar al peligro con su irresponsable comportamiento, es su deber protegerla. Realmente no entiende muy bien sus razones, ni se permite hacerlo, pero la ocasión es propicia para intentar seducirla. Por qué no, si después de aquel beso robado, ese pensamiento no abandona su mente, así como la imagen de Lydia lo acosa a diario.
Todo por un beso es la última novela de la saga The lion’s daughter, cuya novela revive el carácter y la mordacidad de que Loretta Chase hizo gala en Abandonada a tus caricias.
Vere Mallory era el compañero inseparable de juergas y borracheras de Dain, antes de que éste se casara. De hecho, ya tuvo su aparición “estelar” en el anterior libro, donde dio muestras de un carácter disoluto e igualmente depravado al de Sebastian Ballister. Sin embargo, es en Todo por un beso donde descubrimos otras facetas, más humanas, del duque de Ainswood.
A pesar de lo que a primera vista pudiera parecer, Vere no es el hombre sin sentimientos que aparenta. Su conducta no es más que una coraza tras la que esconde el dolor por las pérdidas sufridas a lo largo de los años, aunque no por eso podría considerársele un santo, tal como ya se denota en algunas escenas de Abandonada a tus caricias.
La aparición de Lydia en su vida le obliga a enfrentarse a sus demonios, los mismos que trata de ahogar en alcohol y prostitutas. Es entonces cuando llegamos a conocer otra faceta de su personalidad.
Lydia es una joven huérfana que, siendo de clase humilde, se ha visto obligada a valerse por sí misma desde muy joven. Superando los hándicaps que su clase podría haberle causado, ha encontrado en el periodismo la forma no sólo de ganarse la vida, sino de utilizar su don y amor a la escritura. Algo que también hace como escritora de una exitosa novela en entregas que se ha convertido en la sensación de Londres.
La joven considera que en su vida no tiene cabida, al menos de momento, ningún hombre. Menos aún el infame duque de Ainswood, pero aunque trata de no sentirse atraída por él y justificar su debilidad ante éste, siente cómo poco a poco, el libertino logra agitar algo dentro de ella.
Pese a sus incontables trifulcas, desavenencias y enfrentamientos, la química entre ambos es innegable, casi palpable.
Y la existencia de un secreto en el pasado de la joven, uno que trata de esconder, puede salir a la luz según su estrecha su relación con Vere.
Con unos diálogos mordaces, irónicos e inquisitivos, Loretta Chase nos devuelve la esencia del romance burlón y un tanto grotesco, con que nos sorprendió en la historia de amor entre el marqués de Dain y Jessica, pero esta vez a través del duque de Ainswood y Lydia.
No obstante, los personajes de Dain y Jessica tienen un papel fundamental en Todo por un beso, aunque eso no resta protagonismo a la nueva pareja. Al contrario, aumenta las escenas jocosas y mordaces, y una agradable continuidad entre ambas tramas.
Todo por un beso es una novela ágil, divertida, repleta de diálogos chispeantes, burlones y mordaces. Pero es también una novela romántica que, bajo la inconfundible pluma desenfadada de Loretta Chase, nos regala pinceladas sensibles y profundas que da como resultado una lectura amena y agradable, que deja un muy buen sabor de boca.
En mitad de una de sus interminables juergas se tropieza con Lydia Grenville, quien en su opinión, es el mayor incordio existente sobre la faz de la Tierra. Lydia es una mujer atípica para su época o, al menos, muy diferente de las que Vere está acostumbrado a vincularse. Y no es que éste, precisamente, esté relacionado con la crème de la crème de la sociedad inglesa. Nada más lejos de la realidad, ya que el disoluto duque de Ainswood solo tiene contacto con prostitutas y mujeres de vida, cuanto menos, alegre. Pero para su desconcierto y pesar, su vida cambia el día que tropieza con esa metomentodo de Lydia Grenville.
Lydia también dista mucho de parecerse a las damas de sociedad. Es periodista. Gracias a su trabajo cuenta con una amplia red de contactos entre los bajos fondos de la sociedad inglesa, entre los que se mueve como pez en el agua. Los rateros, prostitutas y ladronzuelos se encuentran entre estos, y le informan de todo cuanto acontece en la ciudad. Algo que le permite disponer de privilegiadas fuentes de información a la hora de escribir sus artículos; los mismos que la han convertido en una celebridad y la heroína de muchas jóvenes de buena familia.
Además de su labor periodística escribe una novela de tintes románticos, aunque esto es algo que mantiene en secreto, puesto que es algo que, en el fondo, le avergüenza un poco. Sólo su editor está al tanto de ello, y está encantado con el éxito que la joven ha logrado para su periódico.
Mientras Lydia intenta ayudar a una joven de caer en las garras de la mayor y más pérfida alcahueta de Londres -quien controla y maltrata a las prostitutas- se tropieza con el infame duque de Ainswood, que no solo estropea sus planes, sino que además desbarata, sin ella saberlo, su vida.
Vere la considera una molestia, ya que casi lo arrolla con su cabriolé en una persecución infernal a través de las calles londinenses; Lydia lo tilda de inoportuno, entrometido y exasperante, ya que por su causa, la prostituta escapa.
De modo que la animadversión entre ambos es mutua e instantánea, pero a pesar de ello, Vere sucumbe a la tentación de besarla.
Ese beso marca no sólo el curso de esa primera contienda, casi pugilística entre ellos, sino que el destino de la pareja queda sellado, sin ser ellos conscientes.
Lo que Vere considera una obsesión hacia esa enloquecedora y hermosa mujer, le lleva a perseguirla a través de las peligrosas investigaciones en las que la muy insensata se introduce.
Lydia es una joven soltera de veintiocho años cuya vida gira en torno a su trabajo como periodista, mostrando las injusticias ante los ojos de la sociedad londinense. A la vez, actúa como protectora de los desamparados. Entre sus personas más allegadas se encuentran algunas a quienes, para alejarlas de la pobreza y la miseria, contrató a su servicio.
Tal es el caso de su última protegida, a quien rescata -a pesar de la inoportuna aparición del infame Vere Mallory- y contrata como dama de compañía.
Sin embargo, su encontronazos con el duque de Ainswood -al parecer- no acaban más que comenzar, ya que los encuentros y desencuentros entre la pareja se suceden sin cesar.
Lydia lo considera un depravado, obsesionado con amargarle la vida. Vere cree que aunque la joven esté un tanto desquiciada por tentar al peligro con su irresponsable comportamiento, es su deber protegerla. Realmente no entiende muy bien sus razones, ni se permite hacerlo, pero la ocasión es propicia para intentar seducirla. Por qué no, si después de aquel beso robado, ese pensamiento no abandona su mente, así como la imagen de Lydia lo acosa a diario.
Todo por un beso es la última novela de la saga The lion’s daughter, cuya novela revive el carácter y la mordacidad de que Loretta Chase hizo gala en Abandonada a tus caricias.
Vere Mallory era el compañero inseparable de juergas y borracheras de Dain, antes de que éste se casara. De hecho, ya tuvo su aparición “estelar” en el anterior libro, donde dio muestras de un carácter disoluto e igualmente depravado al de Sebastian Ballister. Sin embargo, es en Todo por un beso donde descubrimos otras facetas, más humanas, del duque de Ainswood.
A pesar de lo que a primera vista pudiera parecer, Vere no es el hombre sin sentimientos que aparenta. Su conducta no es más que una coraza tras la que esconde el dolor por las pérdidas sufridas a lo largo de los años, aunque no por eso podría considerársele un santo, tal como ya se denota en algunas escenas de Abandonada a tus caricias.
La aparición de Lydia en su vida le obliga a enfrentarse a sus demonios, los mismos que trata de ahogar en alcohol y prostitutas. Es entonces cuando llegamos a conocer otra faceta de su personalidad.
Lydia es una joven huérfana que, siendo de clase humilde, se ha visto obligada a valerse por sí misma desde muy joven. Superando los hándicaps que su clase podría haberle causado, ha encontrado en el periodismo la forma no sólo de ganarse la vida, sino de utilizar su don y amor a la escritura. Algo que también hace como escritora de una exitosa novela en entregas que se ha convertido en la sensación de Londres.
La joven considera que en su vida no tiene cabida, al menos de momento, ningún hombre. Menos aún el infame duque de Ainswood, pero aunque trata de no sentirse atraída por él y justificar su debilidad ante éste, siente cómo poco a poco, el libertino logra agitar algo dentro de ella.
Pese a sus incontables trifulcas, desavenencias y enfrentamientos, la química entre ambos es innegable, casi palpable.
Y la existencia de un secreto en el pasado de la joven, uno que trata de esconder, puede salir a la luz según su estrecha su relación con Vere.
Con unos diálogos mordaces, irónicos e inquisitivos, Loretta Chase nos devuelve la esencia del romance burlón y un tanto grotesco, con que nos sorprendió en la historia de amor entre el marqués de Dain y Jessica, pero esta vez a través del duque de Ainswood y Lydia.
No obstante, los personajes de Dain y Jessica tienen un papel fundamental en Todo por un beso, aunque eso no resta protagonismo a la nueva pareja. Al contrario, aumenta las escenas jocosas y mordaces, y una agradable continuidad entre ambas tramas.
Todo por un beso es una novela ágil, divertida, repleta de diálogos chispeantes, burlones y mordaces. Pero es también una novela romántica que, bajo la inconfundible pluma desenfadada de Loretta Chase, nos regala pinceladas sensibles y profundas que da como resultado una lectura amena y agradable, que deja un muy buen sabor de boca.
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