Tras el fin de la guerra de secesión, la viuda Helen Courtney se encuentra en apuros para sacar adelante su devastada granja. A la muerte de su marido y a las penurias sufridas a consecuencia de la guerra, se suma la dificultad a la hora de encontrar mano de obra.
Pero un día aparece en sus tierras Kurt Northway, un capitán yanqui, necesitado de trabajo que tras haber sido rechazado anteriormente en diferentes lugares, ve en Helen su última esperanza. Es consciente que se adentra en terreno hostil en Spanish Fort, una población de Alabama, pero Kurt es de la convicción que en la guerra no hubo vencedores, de un modo u otro, todos resultaron vencidos. Su único objetivo es trabajar para ahorrar el dinero suficiente que le permita regresar a Maryland donde desea dedicarse a criar caballos. Además, ante todo debe velar por el futuro de Henry, su hijo de cinco años, quien apenas lo recuerda tras permanecer separados durante la guerra.
El primer impulso de Helen es rechazar a Kurt en cuanto observa que viste un viejo uniforme del bando enemigo, pero al ver que le acompaña un niño se siente incapaz. Así que pese a las murmuraciones y habladurías que levanta la presencia de Kurt en las tierras de Helen, le da trabajo y un techo bajo el que vivir.
Poco tarda Kurt en resultar imprescindible para Helen demostrando día a día que es un trabajador incansable, sin quejarse ni objetar jamás ante ninguna tarea. A pesar de la distancia que Helen trata de imponer entre ambos, mostrándose fría y distante con él, se siente atraída por el masculino y atractivo capitán yanqui, así como va encariñándose con el tímido e inocente Henry.
Bajo la mano de Kurt, la granja vuelve a la vida poco a poco, del mismo modo que Helen se siente despertar como mujer. La presencia de Kurt y Henry le hace ver el futuro de otra manera, pero no por ello deja de luchar contra los sentimientos que Kurt suscita en ella. El capitán Northway sigue siendo un enemigo, un soldado del norte, uno de los que mataron a su marido y a tantos otros hombres honrados... pero el día a día los acerca más demostrándoles que más allá del lugar donde nacieron, son sólo un hombre y una mujer a los que se les ofrece una nueva oportunidad para amar.
Con una trama simple, sin complejidades ni giros enrevesados, Nan Ryan va tejiendo el día a día de estos protagonistas, convirtiéndonos en testigos de una bonita historia de amor entre un hombre y una mujer que se han visto devastados por la guerra.
Realmente no hay grandes conflictos ni obstáculos a salvar para que venza el amor en esta novela.
Helen y Kurt son dos supervivientes de una guerra cruel que no ha dejado más que pérdidas y dolor, donde el pertenecer a bandos opuestos es el mayor problema a solucionar. Algo que en realidad no tiene solución alguna, claro está.
Finalizada la guerra ambos tratan de curar las heridas y seguir adelante. Para Helen la granja que un día perteneció a su abuelo es lo único por lo que se mantiene en pie y la empuja a seguir luchando. A Kurt lo mueve el sueño de poseer un rancho de caballos y ofrecer un futuro a su hijo.
Pero aunque ni Helen ni Kurt buscan el amor, sólo rehacer sus vidas en una época en que no queda lugar para la esperanza ni la ilusión, en el camino se encuentran un amor que no conoce de bandos ni ideologías.
Amor sin fronteras describe el día a día de Helen y Kurt, cómo se alían para sacar adelante la granja, cómo el roce diario les lleva a confiar el uno en el otro, sobre todo Helen en Kurt y cómo se enamoran. Con la presencia constante de Henry, un niño inocente e indefenso que sin saberlo va acercándolos, la novela está plagada de escenas conmovedoras.
Como trasfondo la novela se sustenta en el rechazo que de los vecinos de Helen sienten hacia ésta, a la que ven como una traidora por acoger en sus tierras a Kurt, el desprecio que éste despierta en la gente por haber luchado en el bando contrario. Todo ello hace un tanto difícil la vida de la pareja pese a la atracción latente entre ellos desde el primer momento que se vieron. Pero en Jolly, un anciano vecino y amigo de Helen, tienen un gran aliado y protector.
Como secundarios la novela cuenta con una serie de personajes que poco a poco van ganando protagonismo en la trama: Coop, el sheriff, Em, la mejor amiga de Helen, Niles Loveless, el hombre más poderoso de Spanish Fort, la orgullosa Yasmine, las ancianas hermanas Livingston... así como los diferentes habitantes de la región, cuya presencia hacen más nítida la atmósfera que rodea a la pareja protagonista, haciéndonos partícipes de la vida de Spanish Fort, de la actividad que bulle, las habladurías y la desconfianza que reina en ésta.
La historia de amor de Helen y Kurt aunque nace y crece poco a poco, está plagada de escenas entrañables pero no está exenta de sensualidad y pasión.
Narrada y descrita con suma delicadeza, Amor sin fronteras me parece una historia de amor que en su sencillez transmite sentimientos que hacen que esta novela perdura en nuestra memoria. Al menos es mi caso, y ésta es una de las novelas que sin ser muy conocidas más me han calado y, por ello, me gusta releer cada cierto tiempo.
Pero un día aparece en sus tierras Kurt Northway, un capitán yanqui, necesitado de trabajo que tras haber sido rechazado anteriormente en diferentes lugares, ve en Helen su última esperanza. Es consciente que se adentra en terreno hostil en Spanish Fort, una población de Alabama, pero Kurt es de la convicción que en la guerra no hubo vencedores, de un modo u otro, todos resultaron vencidos. Su único objetivo es trabajar para ahorrar el dinero suficiente que le permita regresar a Maryland donde desea dedicarse a criar caballos. Además, ante todo debe velar por el futuro de Henry, su hijo de cinco años, quien apenas lo recuerda tras permanecer separados durante la guerra.
El primer impulso de Helen es rechazar a Kurt en cuanto observa que viste un viejo uniforme del bando enemigo, pero al ver que le acompaña un niño se siente incapaz. Así que pese a las murmuraciones y habladurías que levanta la presencia de Kurt en las tierras de Helen, le da trabajo y un techo bajo el que vivir.
Poco tarda Kurt en resultar imprescindible para Helen demostrando día a día que es un trabajador incansable, sin quejarse ni objetar jamás ante ninguna tarea. A pesar de la distancia que Helen trata de imponer entre ambos, mostrándose fría y distante con él, se siente atraída por el masculino y atractivo capitán yanqui, así como va encariñándose con el tímido e inocente Henry.
Bajo la mano de Kurt, la granja vuelve a la vida poco a poco, del mismo modo que Helen se siente despertar como mujer. La presencia de Kurt y Henry le hace ver el futuro de otra manera, pero no por ello deja de luchar contra los sentimientos que Kurt suscita en ella. El capitán Northway sigue siendo un enemigo, un soldado del norte, uno de los que mataron a su marido y a tantos otros hombres honrados... pero el día a día los acerca más demostrándoles que más allá del lugar donde nacieron, son sólo un hombre y una mujer a los que se les ofrece una nueva oportunidad para amar.
Con una trama simple, sin complejidades ni giros enrevesados, Nan Ryan va tejiendo el día a día de estos protagonistas, convirtiéndonos en testigos de una bonita historia de amor entre un hombre y una mujer que se han visto devastados por la guerra.
Realmente no hay grandes conflictos ni obstáculos a salvar para que venza el amor en esta novela.
Helen y Kurt son dos supervivientes de una guerra cruel que no ha dejado más que pérdidas y dolor, donde el pertenecer a bandos opuestos es el mayor problema a solucionar. Algo que en realidad no tiene solución alguna, claro está.
Finalizada la guerra ambos tratan de curar las heridas y seguir adelante. Para Helen la granja que un día perteneció a su abuelo es lo único por lo que se mantiene en pie y la empuja a seguir luchando. A Kurt lo mueve el sueño de poseer un rancho de caballos y ofrecer un futuro a su hijo.
Pero aunque ni Helen ni Kurt buscan el amor, sólo rehacer sus vidas en una época en que no queda lugar para la esperanza ni la ilusión, en el camino se encuentran un amor que no conoce de bandos ni ideologías.
Amor sin fronteras describe el día a día de Helen y Kurt, cómo se alían para sacar adelante la granja, cómo el roce diario les lleva a confiar el uno en el otro, sobre todo Helen en Kurt y cómo se enamoran. Con la presencia constante de Henry, un niño inocente e indefenso que sin saberlo va acercándolos, la novela está plagada de escenas conmovedoras.
Como trasfondo la novela se sustenta en el rechazo que de los vecinos de Helen sienten hacia ésta, a la que ven como una traidora por acoger en sus tierras a Kurt, el desprecio que éste despierta en la gente por haber luchado en el bando contrario. Todo ello hace un tanto difícil la vida de la pareja pese a la atracción latente entre ellos desde el primer momento que se vieron. Pero en Jolly, un anciano vecino y amigo de Helen, tienen un gran aliado y protector.
Como secundarios la novela cuenta con una serie de personajes que poco a poco van ganando protagonismo en la trama: Coop, el sheriff, Em, la mejor amiga de Helen, Niles Loveless, el hombre más poderoso de Spanish Fort, la orgullosa Yasmine, las ancianas hermanas Livingston... así como los diferentes habitantes de la región, cuya presencia hacen más nítida la atmósfera que rodea a la pareja protagonista, haciéndonos partícipes de la vida de Spanish Fort, de la actividad que bulle, las habladurías y la desconfianza que reina en ésta.
La historia de amor de Helen y Kurt aunque nace y crece poco a poco, está plagada de escenas entrañables pero no está exenta de sensualidad y pasión.
Narrada y descrita con suma delicadeza, Amor sin fronteras me parece una historia de amor que en su sencillez transmite sentimientos que hacen que esta novela perdura en nuestra memoria. Al menos es mi caso, y ésta es una de las novelas que sin ser muy conocidas más me han calado y, por ello, me gusta releer cada cierto tiempo.
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