Valery Simpson es una bailarina de cierta fama, que a causa de una lesión, decide retirarse temporalmente a un pequeño pueblo de Long Island. Siguiendo el consejo de su mejor amiga, alquila un pequeño apartamento propiedad de Frank Garrett con la intención de descansar y recuperarse lo mejor posible de su lesión, y así volver a los escenarios, su verdadera vocación.
El dia de la mudanza, Valery confunde a Frank con el masajista que está esperando. Como cabe esperar, saltan chispas entre ellos. Frank está deseoso de establecerse y formar una familia y ve en Valery a la mujer que pueda convertirse en su esposa y madre de sus hijos. Ella, en principio sólo le ve como un hombre atractivo, alto, rubio, con bigote... A ver, tengo que hacer un inciso aquí. No sé qué es lo que tiene Sandra Brown con los bigotes, pero la palabra "obsesionada" se queda corta. Así que, como no comparto su gusto por el vello facial -y soy incapaz de imaginarme a Frank como si fuera Tom Selleck en rubio-, le he estado afeitando continuamente durante todo el libro.
Bueno, a lo que íbamos. Frank tiene muy claro que Valery es la mujer de su vida y se marca el objetivo de convencerla de que su lugar está al lado de él. Pero no lo tendrá nada fácil. El sueño de Valery ha sido siempre ser bailarina y ha luchado muy duro para conseguirlo, teniendo incluso que enfrentarse a sus padres. La lesión y el hecho de que quizá no pueda volver a bailar nunca más es su principal preocupación.
No hay mucho más que decir del argumento. Como harlequín, Caricias ardientes no nos ofrece demasiadas posibilidades en cuanto a la trama. La acción principal se centra en la pareja protagonista, en sus miedos, en su lucha por sacar adelante su relación y demás. El contrapunto lo ofrecen la amiga de Valery, su marido y sus hijos, con poco peso en la historia pero muy entrañables. Aunque no creais que el libro tiene nada que envidiar a algunas novelas largas, al contrario, es entretenido, sexy, divertido y muy emotivo en algunos momentos.
Aunque el personaje de Frank, según los cánones actuales, sería tachado de excesivamente machista y sobreprotector -de hecho, muchos personajes de Brown pecarían de lo mismo-, a mi no me ha molestado para nada. Es más, no comulgo demasiado con esta tendencia a la "corrección política" que hay últimamente y prefiero un personaje fuerte, seguro de si mismo y que proteja a la chica, antes que a otro tipo de protagonistas.
Como Sandra Brown es una magnífica escritora, se puede permitir el lujo de escribir este tipo de historias sencillas y puramente románticas que, sin otro tipo de parafernalia, te mantiene pegada a sus páginas y disfrutando de cada momento.
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