Rusia. 8 de Agosto de 1620
La condesa Sinnovea Altinai Zenkovna, boyardita rusa, es requerida por el zar Mijaíl Fiódorovich Romanov para quedar bajo la tutela de la princesa Anna Taráslovna. Por ello, se ve obligada a emprender viaje hacia Moscú junto a su fiel criada Ali McCabe, una irlandesa sin pelos en la lengua y el antipático clérigo Iván Voronski.
Atacados por el bandido Ladislaus acuden en su ayuda soldados del zar al mando del coronel inglés Tyrone Rycroft, comandante del Tercer Regimiento de los Húsares Imperiales.
Sinnovea acude a los baños públicos del pueblo donde hacen noche, creyendo que se encuentra sola. Pero allí está el coronel, quien disfruta de una visión completa de la joven cuando entra en el agua. Totalmente seducido, se propone cortejarla más adelante.
Educada por una madre inglesa y un padre abierto a nuevas tendencias, la opresión a la que se ve obligada cuando llega a Moscú, suponen para Sinovvea un suplicio, mitigado solamente por la amistad de la princesa Natasha y el decarado cortejo del coronel. Pero el esposo de la prima del zar intenta poseerla a toda costa y, tras sus insistentes negativas, deciden casarla con un hombre viejo y poderoso.
Sinnovea ve como única solución para escapar de ese matrimonio seducir al coronel Rycroft, sin prever el terrible castigo al que él es sometido cuando les descubren.
De todos modos, el zar ordena a Tyrone desposarla para limpiar su honor y él no tiene otro remedio que obedecer, aunque arranca a Fiódorovich la promesa de deshacer el matrimonio si no lo consuman antes de que él acabe su contrato con los húsares.
Sin embargo, Tyrone no cuenta con la atracción que sobre él ejerce Sinnovea. Su belleza y su dulzura van abollando poco a poco la coraza con que quiere proteger su corazón, mientras que la traición envuelve sus vidas y algunos intentan asesinar al zar.
Por siempre en tus brazos es una historia que nos arrastra a la Rusia de los zares, a sus costumbres y sus intrigas.
Es posible que alguien piense, que Woodiwiss utilizó un estilo demasiado meloso para describirnos las escenas. Que los diálogos son, en ocasiones, un poco ñoños. Incluso, que los personajes malos son demasiado malos.
Pero lo que no se puede negar es que nos hace ver, como en una película de Cinemascope, las llanuras rusas, el mercado de Kitaigorod donde linos, sedas, iconos, marionetas y mendigos o ricos boyardos componían un mundo increíble y colorido. Y tampoco podemos negar que, siguiendo la pluma de esta escritora, conoceremos la Plaza Roja, el Kremlin, el Campanario de Iván el grande, el palacio de las Facetas o la Catedral de San Basilio.
Describe el vestuario de aquella época, las costumbres y el modo de vida ruso de un modo inmejorable.
Sólo por eso, y por la historia de amor que derrumba fronteras, ya es una novela digna de ser leída.
La condesa Sinnovea Altinai Zenkovna, boyardita rusa, es requerida por el zar Mijaíl Fiódorovich Romanov para quedar bajo la tutela de la princesa Anna Taráslovna. Por ello, se ve obligada a emprender viaje hacia Moscú junto a su fiel criada Ali McCabe, una irlandesa sin pelos en la lengua y el antipático clérigo Iván Voronski.
Atacados por el bandido Ladislaus acuden en su ayuda soldados del zar al mando del coronel inglés Tyrone Rycroft, comandante del Tercer Regimiento de los Húsares Imperiales.
Sinnovea acude a los baños públicos del pueblo donde hacen noche, creyendo que se encuentra sola. Pero allí está el coronel, quien disfruta de una visión completa de la joven cuando entra en el agua. Totalmente seducido, se propone cortejarla más adelante.
Educada por una madre inglesa y un padre abierto a nuevas tendencias, la opresión a la que se ve obligada cuando llega a Moscú, suponen para Sinovvea un suplicio, mitigado solamente por la amistad de la princesa Natasha y el decarado cortejo del coronel. Pero el esposo de la prima del zar intenta poseerla a toda costa y, tras sus insistentes negativas, deciden casarla con un hombre viejo y poderoso.
Sinnovea ve como única solución para escapar de ese matrimonio seducir al coronel Rycroft, sin prever el terrible castigo al que él es sometido cuando les descubren.
De todos modos, el zar ordena a Tyrone desposarla para limpiar su honor y él no tiene otro remedio que obedecer, aunque arranca a Fiódorovich la promesa de deshacer el matrimonio si no lo consuman antes de que él acabe su contrato con los húsares.
Sin embargo, Tyrone no cuenta con la atracción que sobre él ejerce Sinnovea. Su belleza y su dulzura van abollando poco a poco la coraza con que quiere proteger su corazón, mientras que la traición envuelve sus vidas y algunos intentan asesinar al zar.
Por siempre en tus brazos es una historia que nos arrastra a la Rusia de los zares, a sus costumbres y sus intrigas.
Es posible que alguien piense, que Woodiwiss utilizó un estilo demasiado meloso para describirnos las escenas. Que los diálogos son, en ocasiones, un poco ñoños. Incluso, que los personajes malos son demasiado malos.
Pero lo que no se puede negar es que nos hace ver, como en una película de Cinemascope, las llanuras rusas, el mercado de Kitaigorod donde linos, sedas, iconos, marionetas y mendigos o ricos boyardos componían un mundo increíble y colorido. Y tampoco podemos negar que, siguiendo la pluma de esta escritora, conoceremos la Plaza Roja, el Kremlin, el Campanario de Iván el grande, el palacio de las Facetas o la Catedral de San Basilio.
Describe el vestuario de aquella época, las costumbres y el modo de vida ruso de un modo inmejorable.
Sólo por eso, y por la historia de amor que derrumba fronteras, ya es una novela digna de ser leída.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.