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lunes, 4 de enero de 2010

Amante consagrado de J.R. Ward


Una de las características que sin duda me atrapan de La Hermandad de la daga negra es la capacidad que tiene J.R. Ward para desarrollar a sus protagonistas, desvelando nuevas facetas de su personalidad o una madurez que sólo llega con el tiempo; además de cómo el complejo y oscuro mundo vampiro alcanza dimensiones insospechadas con cada nuevo libro.
Amante consagrado es una muestra perfecta de ello. Es una novela, trepidante, oscura y enigmática que mantiene el nivel de sus predecesoras de un modo, en mi opinión, inconcebible.

Pero en todo caso sí que hay un aspecto que inicialmente me decepcionó un poco, pero que al llegar a la última página, dejó de carecer de importancia para mí. Me refiero al hecho de que la historia de Phury y Cormia no es la trama principal alrededor de la que gira Amante consagrado, sino que, al contrario, ésta es una subtrama más dentro de todas las que confluyen en esta novela.

Desde Amante oscuro, Phury se nos ha mostrado como un guerrero y un vampiro de honor, leal, sacrificado y protector como ningún otro. Concretamente en Amante despierto, la novela de Zsadist y Bella, descubrimos las peculiaridades, las luces y sombras en la relación entre Zsadist y Phury, ya que se nos desveló el por qué de esa incomprensible actitud entre ambos. Sin embargo, en Amante consagrado conocemos una nueva faceta, el punto de vista de Phury, algo que hasta ahora no habíamos podido atisbar. Sólo conocíamos el dolor de Zsadist, no el de Phury, o al menos no en profundidad, puesto que aún quedaban piezas por desvelar.

En anteriores libros conocimos su capacidad de sacrificio por Zsadist, Vishous y la Hermandad en general, pero ahora, en esta novela, ha llegado la hora en que debe enfrentar las consecuencias de sus sacrificios. Ocupando el lugar de Vishous, ha pasado a convertirse en El Gran Padre, el guerrero destinado a engendrar a los futuros miembros de la Hermandad. Debe consumar el emparejamiento con Cormia como la primera de las Elegidas y más tarde con las demás Elegidas. Sin embargo, transcurridos cinco meses, la consumación sigue sin producirse.

Por el contrario, Phury va hundiéndose cada vez más en su adicción hasta tal punto que él que el llama “el hechicero”, una voz en su cabeza, se convierte en su conciencia, burlándose y menospreciándole cada vez, según va cayendo más y más en su vicio. A la vez que somos testigos de su adicción y su caída, vemos que el secuestro de Zsadist como recién nacido, afectó y aún afecta a Phury de un modo desgarrador. En anteriores libros conocimos cómo eso afectó a Zsadist, pero las implicaciones para Phury no. Es en este libro cuando vemos qué supuso la falta de su hermano para él porque, si bien Zsadist nunca tuvo conciencia de que tenía un hermano que lo necesitaba y buscaba, para su gemelo fue diferente, ya que era consciente de ello y, completamente solo, tuvo además que sufrir la muerte de sus padres.
Conocemos otro de los secretos de Phury, el por qué de su celibato.

Simultáneamente el embarazo de Bella sigue avanzando y el peligro haciéndose más patente para la vida de la futura mahmen. Esto afecta tanto a Zsadist como a Phury que aún sigue sintiendo algo por ella.

Su relación con Cormia sigue en punto muerto y la joven se siente desolada, ya que si bien inicialmente para ella era una obligación estar con Phury, poco a poco se percata que ya no es así y que por el contrario lo desea.
Su estancia fuera de el Santuario, en el Otro mundo, le muestra una realidad sorprendente: ruido, luces, colores, vida… y la conciencia de ser un ser único e irrepetible, lejos de la educación y enseñanzas recibidas de manos de la Virgen Escribana y la Directrix.

Esta parte es muy bonita, porque con una fascinación infantil, somos testigos de cómo Cormia descubre esa nueva realidad, enamorándose de ella a la vez que del Gran Padre.
Pero Phury debe superar muchos obstáculos antes de comprender sus sentimientos hacia la dulce y silenciosa Cormia: su adicción, su sentimientos por Bella, su sentimientos de culpabilidad, la incertidumbre….y su arraigado honor.

Pese a que inicialmente me decepcionó un poco el que la relación entre Phury y Cormia quedara tan supeditada al resto de subtramas, sin destacar sobre el resto, poco a poco la infinidad de descubrimientos, nuevos y antiguos personajes que aparecen y la nueva y sorprendente realidad de La Hermandad me cautivaron.
Además, poco a poco, la relación entre Phury y Cormia cobra mayor protagonismo, si bien es cierto que es hacia el final.
No obstante, conocemos mucho más de Phury, algo que, en mi opinión, era importantísimo y necesario.

Si tuviese que describir a Phury, sin duda, escogería las palabras honorable y caballero, porque lo es, nunca deja de serlo, hasta tal punto que está dispuesto a sacrificarse una vez más para que Cormia escoja libremente, aun si eso implica perder a la única que ha logrado eclipsar a Bella en su corazón.
Eso, junto a lo que implica ser El Gran Padre son los principales escollos a salvar para la pareja, sin olvidar la adicción de éste.

Al margen la historia de amor, me ha sorprendido profundamente el nuevo camino que toma la lucha entre Omega y La Virgen Escribana, cómo los bandos de restrictores y La Hermandad quedan divididos, sin olvidar nunca el papel de la sociedad glymera que puede ser determinante. Se producen revelaciones insospechadas, regresos, muertes… y por encima de todo, destacaría un personaje: John Matthew que, en mi opinión, se perfila como un guerrero determinante en muchas de las subtramas de Lover enshrined, actuando como nexo. Quinn y Blay también adquieren mayor protagonismo, de un modo sorprendente que, al menos a mí, me ha dejado con muchas dudas.
Bueno y no podemos olvidar al Reverendo, ya que en esta novela se perfila parte de su secreto y de su naturaleza sympath, así como de Xhex.

Creo que el punto más débil de esta novela es la relación entre Cormia y Phury, pese a que hay escenas muy bonitas, porque comparándola con las anteriores, tiene menos peso en el conjunto del libro. No obstante, a pesar de ello me ha emocionado y enganchado como las de los anteriores guerreros-vampiros.
Yo destacaría por encima de todo que Amante consagrado desvela hechos muy importantes, como nuevas aristas en la relación entre Phury y Zsadist. No todo quedó dicho como pareciera, sino que aún quedaba más… y esa parte a mí me he encantado.

En definitiva Amante consagrado es una novela apasionante, oscura, impredecible… y un “capítulo” más dentro de la intrincada y adictiva saga de La Hermandad de la daga negra.



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