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lunes, 11 de enero de 2010

Pecado y virtud de Mary Jo Putney

Jugador y mujeriego, a Reginald Davenport se le conoce como “La vergüenza de los Davenport”, algo en lo que él no escatima esfuerzos a la hora de reforzar tan negra reputación. Durante años se ha entregado a una vida de desenfreno que mantiene gracias a la asignación mensual que su sobrino, el conde de Wargrave, le concede. Sin embargo, las juergas en las salas de juego y burdeles londinenses parecen quedar de lado cuando hereda la propiedad de Strickland, en el condado de Dorset.
Para Reggie es una gran sorpresa saber por Richard, su sobrino, que legítimamente le corresponde heredar Strickland que, durante generaciones, ha pertenecido a su familia por parte materna. El difunto Conde y tío de Reggie, quien le despreciaba profundamente, le ocultó ese hecho y en un gesto de “caridad” le concedió una asignación mensual. Reggie, hastiado y asqueado, no ha hecho sino vivir la vida de un aristócrata licencioso y crápula: holgazanear, beber y jugar. ¿No es ése el deber de un aristócrata?

Sin embargo, heredar Strickland cambia muchas cosas, pues esta propiedad despierta recuerdos agridulces para Reggie. Allí vivió los años más felices de su vida pero también los más amargos, pues quedó huérfano. Antes de tomar una decisión sobre su futuro, decide viajar a Dorset para conocer al administrador de su finca y tomar posesión de la misma. Su sorpresa es mayúscula cuando descubre que A. E. Weston, el eficiente administrador, es, en realidad, Alys Weston, una mujer.

Durante años, Alys, a la que entre los empleados y residentes de Strickland han apodado cariñosamente como Lady Alys, ha administrado con éxito la propiedad, consiguiendo que la prosperidad y las ganancias lleguen para todos. Pero siempre ha ocultado que es una mujer. Ni siquiera Wargrave conoce su secreto, un secreto que ve la luz cuando Reggie se presenta inesperadamente, sin dar tiempo a la joven a tramar algo para mantener la charada.
Tras estudiar los libros de contabilidad y recorrer sus propiedades, a Reggie no le queda sino reconocer que Alys es una administradora muy eficiente. Despedirla por ser mujer sería un error, dada la magnífica labor que ha realizado, con lo que decide conservarla en el cargo y poco tarda en sentirse profundamente atraído por la misteriosa belleza de la joven.

A sus treinta años, Alys ha renunciado al amor y a formar una familia, aunque es la tutora de tres hermanos huérfanos para los que se ha convertido en casi una madre. Su trabajo como administradora de Strickland le ha permitido darles un hogar y proveerlos de un futuro, como prometió antes de morir a la abuela de los tres jóvenes.
La llegada de Reggie trastoca su vida y los planes que tan meticulosamente ha elaborado para ella, pues éste la hace despertar como mujer, algo que creía muy enterrado desde que, con dieciocho años sufriera una decepción y le rompieran el corazón.

Pero tan incompatibles como el pecado y la virtud lo son, Reggie y Alys no tardan en descubrir que los une algo más poderoso que el amor por Strickland y que, en cierto, modo son como las dos caras de una moneda, a las que el destino parece empeñado en unir.

Pecado y virtud es, desde mi punto de vista, una de las grandes novelas románticas que ha escrito Mary Jo Putney. En su bibliografía destacan historias de amor preciosas que, sin duda, muchas lectoras recordamos y entre las que para mí no puede olvidarse ésta conmovedora novela.
Como el mismo título indica, los protagonistas representan, en cierto modo, dos estereotipos: Reggie es la reencarnación del pecado, pues es un jugador, mujeriego y un alcohólico; Alys es toda virtud, eficiencia y encanto. Aunque su apariencia dista de la de una hermosa doncella inglesa, es demasiado alta y exuberante, algo que ni siquiera las ropas masculinas pueden ocultar, actúa y se comporta como una dama. Es eficiente, meticulosa y siempre obra con prudencia.
Evidentemente Reggie y Alys están destinados a chocar, pues el carácter réprobo e irresponsable de él y el solícito y respetuoso de ella no son compatibles. A simple vista, claro, porque ¿qué sucede cuando en esta compleja relación aparece la pasión y el amor?

Como todas la novelas de Mary Jo Putney, la ambientación histórica es excelente. Está muy bien documentada y descrita. Sin redundar en descripciones ni explicaciones engorrosas, la autora recrea la vida en el condado de Dorset, en un entorno rural, entre ovejas, caballos y cultivos que actúa como marco de esta bonita historia de amor.

Para mí uno de los puntos fuertes de esta historia es Reggie Davenport, “La Vergüenza de los Davenport” que va más allá del estereotipo del libertino licencioso.
Reggie es más que mujeriego, pendenciero o vividor; es un alcóholico. Su dependencia al alcohol es el mayor enemigo, el mayor de los obstáculos que debe vencer para ganarse su propio respeto y encontrarse a sí mismo, sin el cual no tiene nada que ofrecer a Alys.
El papel de Alys es muy relevante evidentemente, pero la lucha de este hombre por reconocer y superar su adicción queda nítidamente retratada, sin que eso difumine la preciosa historia de amor entre él y Alys, sino que la haga más intensa, más conmovedora.
Es un camino arduo que Mary Jo Putney no escatima en transmitir, con sus altibajos, sus miedos y sus negativas.

Pecado y virtud es una novela cargada de emociones, sentimentalismo y lucha, tanto por parte de Reggie como Alys. Alys es una mujer fuerte, valiente pero que también tiene un pasado que no desea dar a conocer. No es sólo el misterio que rodea a su identidad, sino las heridas que esconde en su alma, como resultado de decisiones y errores de la juventud.
Así que tanto Reggie como Alys son dos luchadores.

La novela no está exenta de intrigas y otras sorpresas pues, como cabe esperar, también hay un antagonista que juega su papel interponiéndose entre la pareja y amenazando incluso sus vidas. Además, cuenta con un plantel variado de personajes secundarios, desde Merry, William y Peter, los huérfanos a cargo de Alys, pasando por el Conde de Wargrave, Blakeford, incluso una pequeña aparición de algunos de los Ángeles Caídos y una atípica pareja de animales, Atila y Némesis.

En mi opinión, Pecado y virtud es una maravillosa novela romántica que aún partiendo del estereotipo de héroe libertino, logra sorprender y, lo que es más valioso, emocionar con este personaje, con la preciosa historia de amor que protagoniza y con la lucha que debe vencer, contra sí mismo y sus debilidades, para que no sólo venza el amor, sino la cordura en su vida.
Para mí, repito, que es una de las mejores novelas históricas que ha escrito Mary Jo Putney y que no puedo sino recomendarla muy encarecidamente.




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