Dean Robillard, jugador de los Chicahgo Stars, es el hombre más afortunado del mundo: es una auténtica estrella deportiva y acaba de iniciar una prolífica carrera como modelo de ropa interior. Pero el camino a la gloria ha comenzado su declive, y Dean decide hacer un viaje por carretera en un intento por comprender qué es lo que no marcha bien en su vida. Lo que no sabe es que muy pronto conocerá a alguien que pondrá su mundo del revés. Blue Bailey sólo tiene un objetivo en la vida; vengarse de su ex. Para ello cuenta con la ayuda de un auténtico dios griego, el jugador de fútbol americano más famoso de América, que se ofrece a llevarla en su Aston Martin. Sin embargo, Dean no es el deportista descerebrado que ella había imaginado…
Creo que quien ha escrito esta sinopsis no ha leído más que el primer capítulo de la novela. La trama no tiene nada que ver con la historia que contiene.
Nuestros protagonistas han tenido una infancia solitaria, sin el cariño y el arraigo que necesita cualquier niño. Los padres de ambos les han dejado en manos de personas tan buenas como descuidadas, por lo que ninguno de los dos confía en la familia. Blue tiene una madre activista que anda de acá para allá rescatando mujeres en países del tercer mundo y los de Dean son famosos, ricos y guapos, solo ha sido una carga para ellos y ha pasado su niñez en internados.
Dean se dirige a la granja que ha comprado en Tennesee, por el camino, en una carretera abandonada, encuentra a Blue disfrazada de castora, la chica le divierte, y decide quedársela una temporada como terapia para su aburrimiento. Pero en la granja se encuentra con su familia, su madre, su padre y una hermana, él los odia, no es capaz de lidiar con ellos. Blue, con su bondad y su encanto hace de mediadora, aunque ella también necesita ayuda. Poco a poco, entre discusiones, peleas, momentos emotivos y dulces, los dos aprenderán a confiar.
Como nos tiene acostumbradas la autora, hay un elenco de secundarios magnífico formado por la familia de Dean. La segunda historia de amor es la de sus padres, que llevan 30 años sin verse y que vuelven a sentir la atracción y el amor que sintieron cuando eran jóvenes y a los que les une las ganas de resarcir al protagonista trabajando en la restauración de la granja. Su hermana, una niña de 11 años, tan abandonada como Dean y que se aferra a él para no estar sola y Nita, la amargada anciana dueña del pueblo.
Siempre digo que necesito leer las novelas de Susan Elizabeth Phillips por lo menos dos veces para sacarles todo el jugo, pero con ésta me han hecho falta por lo menos tres. Tiene una manera de escribir tan ágil y amena, y unos diálogos tan divertidos e inteligentes, que las páginas van pasando sin darte cuenta y sin profundizar. A la tercera va la vencida, Nacida para seducir me ha parecido una novela excepcional, se nota que es de las últimas, en las que SEP ha puesto toda su maestría y su madurez.
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