Libro 1 de la Serie St Leger
Madeline procede de la buena sociedad londinense; tiene un apellido de calidad, el cuerpo fino y los mejores modales, la mujer ideal para casarla con un rico hacendado y obtener por ella una buena dote. Claro que el castillo de Leger está a cinco días de viaje y dicen las malas lenguas que una maldición lo habita... A ella no le importan las habladurías; no le dan miedo ni almenas ni calabozos, ni los retratos de crueles antepasados. Pero de su esposo, ese Anatole, ¿no son de temer su cabellera negra, esas manos grandes y curtidas como cuero, esas espaldas tan anchas que sería imposible abrazarlas?
Se han casado por poderes, él desde el castillo de Leger, mientras ella permanecía en Londres; no se conocen. Ella esperaba encontrar un hombre gentil, educado y culto. Él, una mujer fuerte, capaz de encajar en aquella vieja mansión de piedras toscas y gastadas, de estancias oscuras y pasado lúgubre. Ni él ni ella han visto satisfechas sus expectativas: porque él es rudo, de mal talante, más dispuesto al golpe que a la caricia, y porque ella es fina y delgada, demasiado educada y... pelirroja. Sólo el buscador de novias sabe que aquel hombre y aquella mujer compartirán al fin un amor de leyenda
Anatole es un hombre temido que lleva consigo la maldición de su familia. Esta maldición le obliga a casarse con quien elije “el buscador de novias” y no con quien él ame de verdad. Los hombres de la familia que no han seguido ese consejo, lo han pagado muy caro.
Moreno e impresionante, incluso las mujeres piensan que está endemoniado.
Madeline es una muchacha de la alta sociedad de Londres, elegante y sabiendo estar siempre en su lugar, con una dote que muchos ansían conseguir. Decidida. Las historias sobre antepasados infames y el siniestro castillo de Legar no la amilanan en absoluto.
Me gustan este tipo de historias y desde luego ésta, no me ha defraudado en nada.
La autora nos pinta un protagonista extraño, con poderes más extraños aún, como hablar con los animales o leer el futuro. Un poder que lejos de hacerle sentir importante, es una losa en su vida, porque casi nunca tiene visiones de paz y casi siempre ve desgracias. La visión que tiene y que le dice que tenga cuidado con la mujer de las llamas, le intranquiliza más que otras.
Llega el momento de casarse y Anatole no tiene más remedio que pedir el consejo del Buscador de Novias, advirtiéndole que no desea a una pelirroja (por la visión que ha tenido y que augura desgracias). La boda debe de hacerse por poderes y el hombre que tiene el don para buscarle esposa olvida el detalle del cabello de la supuesta mujer que ha de casarse con Anatole, por lo que se encuentra ligado de por vida a Madeline.
No hay que ser muy inteligente para adivinar que a partir de esta fase de la novela, Anatole se encuentra con un problema que no desea. Ella es su mujer ante los ojos de Dios y ya no tiene remedio.
Ellos se sientes atraídos, se desean, se va viendo a lo largo de la historia su cercanía, a pesar de la horrible advertencia que su don le ha hecho al protagonista.
La primera escena caliente no dice demasiado, porque él no está acostumbrado a tratar a una virgen. Pero según vamos leyendo, el argumento nos acerca a los dos protagonistas, aunque ni él quiere que ella conozca la maldición de su familia ni ella consigue llegar del todo al corazón de su esposo.
Se trata de una novela entretenida porque en romántica lo que pido es pasión, algo de diversión a ser posible y también algo de misterio, aventura o intriga. El Buscador de Novias tiene todo eso y aunque no puedo decir que es una novela impresionante, merece la pena leerla por su ambientación y su toque de misterio, que siempre vienen bien.
Madeline procede de la buena sociedad londinense; tiene un apellido de calidad, el cuerpo fino y los mejores modales, la mujer ideal para casarla con un rico hacendado y obtener por ella una buena dote. Claro que el castillo de Leger está a cinco días de viaje y dicen las malas lenguas que una maldición lo habita... A ella no le importan las habladurías; no le dan miedo ni almenas ni calabozos, ni los retratos de crueles antepasados. Pero de su esposo, ese Anatole, ¿no son de temer su cabellera negra, esas manos grandes y curtidas como cuero, esas espaldas tan anchas que sería imposible abrazarlas?
Se han casado por poderes, él desde el castillo de Leger, mientras ella permanecía en Londres; no se conocen. Ella esperaba encontrar un hombre gentil, educado y culto. Él, una mujer fuerte, capaz de encajar en aquella vieja mansión de piedras toscas y gastadas, de estancias oscuras y pasado lúgubre. Ni él ni ella han visto satisfechas sus expectativas: porque él es rudo, de mal talante, más dispuesto al golpe que a la caricia, y porque ella es fina y delgada, demasiado educada y... pelirroja. Sólo el buscador de novias sabe que aquel hombre y aquella mujer compartirán al fin un amor de leyenda
Anatole es un hombre temido que lleva consigo la maldición de su familia. Esta maldición le obliga a casarse con quien elije “el buscador de novias” y no con quien él ame de verdad. Los hombres de la familia que no han seguido ese consejo, lo han pagado muy caro.
Moreno e impresionante, incluso las mujeres piensan que está endemoniado.
Madeline es una muchacha de la alta sociedad de Londres, elegante y sabiendo estar siempre en su lugar, con una dote que muchos ansían conseguir. Decidida. Las historias sobre antepasados infames y el siniestro castillo de Legar no la amilanan en absoluto.
Me gustan este tipo de historias y desde luego ésta, no me ha defraudado en nada.
La autora nos pinta un protagonista extraño, con poderes más extraños aún, como hablar con los animales o leer el futuro. Un poder que lejos de hacerle sentir importante, es una losa en su vida, porque casi nunca tiene visiones de paz y casi siempre ve desgracias. La visión que tiene y que le dice que tenga cuidado con la mujer de las llamas, le intranquiliza más que otras.
Llega el momento de casarse y Anatole no tiene más remedio que pedir el consejo del Buscador de Novias, advirtiéndole que no desea a una pelirroja (por la visión que ha tenido y que augura desgracias). La boda debe de hacerse por poderes y el hombre que tiene el don para buscarle esposa olvida el detalle del cabello de la supuesta mujer que ha de casarse con Anatole, por lo que se encuentra ligado de por vida a Madeline.
No hay que ser muy inteligente para adivinar que a partir de esta fase de la novela, Anatole se encuentra con un problema que no desea. Ella es su mujer ante los ojos de Dios y ya no tiene remedio.
Ellos se sientes atraídos, se desean, se va viendo a lo largo de la historia su cercanía, a pesar de la horrible advertencia que su don le ha hecho al protagonista.
La primera escena caliente no dice demasiado, porque él no está acostumbrado a tratar a una virgen. Pero según vamos leyendo, el argumento nos acerca a los dos protagonistas, aunque ni él quiere que ella conozca la maldición de su familia ni ella consigue llegar del todo al corazón de su esposo.
Se trata de una novela entretenida porque en romántica lo que pido es pasión, algo de diversión a ser posible y también algo de misterio, aventura o intriga. El Buscador de Novias tiene todo eso y aunque no puedo decir que es una novela impresionante, merece la pena leerla por su ambientación y su toque de misterio, que siempre vienen bien.
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