Argumento:
Al principio, Lark confiaba en que se tratara de una pesadilla: estaba segura de que si cerraba los ojos se trasladaría de nuevo a su confortable cama de caoba en su espacioso dormitorio de Eddington Hall, y todo saldría bien. Su padre, el conde de Roxburgh, no se habría suicidado y ella no estaría en la prisión para deudores de Marshalsea. Desgraciadamente esos días ya nunca volverían... Pero antes de que Marshalsea mostrara su peor cara, apareció el conde de Grayshire.Mientras el resto de la alta sociedad londinense miraba hacia otro lado, él pagó su deuda y la sacó de la cárcel. Pero, ¿con qué propósito había comprado su libertad? Lo primero que hizo el conde fue llevarla a su mansión de Cornualles, una tierra plagada de secretos inconfesables, llena de contrabandistas, corsarios y leyendas legendarias. Pero lo que resultaba todavía más peligroso, el conde de Grayshire le había robado el corazón. Lark temblaba de deseo cada vez que el misterioso marino aristócrata, de rostro adusto y mirada penetrante y dura como la obsidiana, se acercaba a ella. Como Lark descubriría pronto, aquello no era un sueño.
Opinión:
Lo primero que me llamó la atención de esta novela fue su portada. Phoebe es uno de los sellos editoriales que, a mi modesta opinión, más cuida la tarjeta de presentación de sus obras. Una imagen y un título de lo más evocadores, una autora prácticamente desconocida (solo tiene otra novela y bajo otro nombre) y un argumento intrigante, pueden constituir la razón que nos mueva a hacernos con una novela. Corsario cumplía con todos esos requisitos e inicié su lectura llena de expectación.
Su comienzo es original, que el relato se estrene con la protagonista en la cárcel constituye una pequeña sorpresa, igual a la que me estaba aguardando en la descripción de nuestro hombre -aunque altamente atractivo, el conde de Grayshire es tuerto y luce un parche negro en su ojo derecho-.
La narración es grata. Poco a poco iremos conociendo los personajes que la componen y la evolución en los pensamientos de sus protagonistas.
Lark es toda una dama, su esmerada educación y modales se mantiene a lo largo de toda la obra.
Quizá no os sorprenda este retrato, pero lo cierto es que pocas protagonistas me he encontrado que sepan hacer honor a su descripción como “damas” de aquella época.Lark es esencialmente buena pero no por ello débil, es hermosa pero no por ello fastidiosa, es inteligente y reflexiva; sabe cuando hablar y cuando callar, y sobre todo, aunque humana, sabe mantener su dignidad.
Nuestro conde es un hombre tan atractivo como curtido. Con una infancia espinosa, marcada por la turbulenta relación entre sus padres, se encuentra en ese momento de la vida que sabe que no puede postergar por más tiempo: tiene la obligación de ocuparse de proveer al condado del próximo heredero, de cumplir con los mandados de la corona que constituyen un doloroso y peligroso deber, y además lidiar con su, cuanto menos, difícil progenitora.
Desde Gales viaja a Londres donde encuentra a una anodina dama a la que hacer su condesa, una joven por la que no siente nada, pero sobre la que concurren los mínimos requisitos para ocupar el puesto. Con la idea de que una vez celebrado el matrimonio, su madre deberá abandonar la mansión familiar y trasladarse, como todas las condesas viudas que le precedieron, a la casa de campo, King emprende la ardua tarea de encontrar una dama de compañía para ella. Dado el carácter excéntrico, frío y manipulador de su madre, sigue sus indicaciones e intenta hallarla en la prisión de Marshalesa. Allí conoce a Lark y arranca esta historia de amor.
Los personajes secundarios son de lo más variado y, salvo en el caso de la madre, no nos depararan grandes sorpresas. El que es bueno será bueno en todas sus facetas y los malos no se redimirán. Un hermano bastardo y su madre, un amigo que ejerce de ayuda de cámara y otro que funciona como administrador, una criada con malas artes, una condenada a prisión, que cumplirá con el papel de mejor amiga de la protagonista estupendamente, la amante de otros tiempos, la prometida y su insufrible tía… Y por encima de todos ellos, la sombra de esa madre dragón a la que hay que temer.
Corsario es una obra sencilla y amena, de fácil lectura. Quizá los personajes carecen de profundidad pero tiene un halo de ternura, que la hace dulce al paladar. Es una novela de Regencia en la que volvemos a encontrarnos con ese carrusel de tópicos que las caracteriza, pero sin caer en el hastío. No, no es una obra sesuda ni viene cargada de escenas hot, es una novela para pasar una tarde de lo más entretenida con una mantita en el sofá.
Al principio, Lark confiaba en que se tratara de una pesadilla: estaba segura de que si cerraba los ojos se trasladaría de nuevo a su confortable cama de caoba en su espacioso dormitorio de Eddington Hall, y todo saldría bien. Su padre, el conde de Roxburgh, no se habría suicidado y ella no estaría en la prisión para deudores de Marshalsea. Desgraciadamente esos días ya nunca volverían... Pero antes de que Marshalsea mostrara su peor cara, apareció el conde de Grayshire.Mientras el resto de la alta sociedad londinense miraba hacia otro lado, él pagó su deuda y la sacó de la cárcel. Pero, ¿con qué propósito había comprado su libertad? Lo primero que hizo el conde fue llevarla a su mansión de Cornualles, una tierra plagada de secretos inconfesables, llena de contrabandistas, corsarios y leyendas legendarias. Pero lo que resultaba todavía más peligroso, el conde de Grayshire le había robado el corazón. Lark temblaba de deseo cada vez que el misterioso marino aristócrata, de rostro adusto y mirada penetrante y dura como la obsidiana, se acercaba a ella. Como Lark descubriría pronto, aquello no era un sueño.
Opinión:
Lo primero que me llamó la atención de esta novela fue su portada. Phoebe es uno de los sellos editoriales que, a mi modesta opinión, más cuida la tarjeta de presentación de sus obras. Una imagen y un título de lo más evocadores, una autora prácticamente desconocida (solo tiene otra novela y bajo otro nombre) y un argumento intrigante, pueden constituir la razón que nos mueva a hacernos con una novela. Corsario cumplía con todos esos requisitos e inicié su lectura llena de expectación.
Su comienzo es original, que el relato se estrene con la protagonista en la cárcel constituye una pequeña sorpresa, igual a la que me estaba aguardando en la descripción de nuestro hombre -aunque altamente atractivo, el conde de Grayshire es tuerto y luce un parche negro en su ojo derecho-.
La narración es grata. Poco a poco iremos conociendo los personajes que la componen y la evolución en los pensamientos de sus protagonistas.
Lark es toda una dama, su esmerada educación y modales se mantiene a lo largo de toda la obra.
Quizá no os sorprenda este retrato, pero lo cierto es que pocas protagonistas me he encontrado que sepan hacer honor a su descripción como “damas” de aquella época.Lark es esencialmente buena pero no por ello débil, es hermosa pero no por ello fastidiosa, es inteligente y reflexiva; sabe cuando hablar y cuando callar, y sobre todo, aunque humana, sabe mantener su dignidad.
Nuestro conde es un hombre tan atractivo como curtido. Con una infancia espinosa, marcada por la turbulenta relación entre sus padres, se encuentra en ese momento de la vida que sabe que no puede postergar por más tiempo: tiene la obligación de ocuparse de proveer al condado del próximo heredero, de cumplir con los mandados de la corona que constituyen un doloroso y peligroso deber, y además lidiar con su, cuanto menos, difícil progenitora.
Desde Gales viaja a Londres donde encuentra a una anodina dama a la que hacer su condesa, una joven por la que no siente nada, pero sobre la que concurren los mínimos requisitos para ocupar el puesto. Con la idea de que una vez celebrado el matrimonio, su madre deberá abandonar la mansión familiar y trasladarse, como todas las condesas viudas que le precedieron, a la casa de campo, King emprende la ardua tarea de encontrar una dama de compañía para ella. Dado el carácter excéntrico, frío y manipulador de su madre, sigue sus indicaciones e intenta hallarla en la prisión de Marshalesa. Allí conoce a Lark y arranca esta historia de amor.
Los personajes secundarios son de lo más variado y, salvo en el caso de la madre, no nos depararan grandes sorpresas. El que es bueno será bueno en todas sus facetas y los malos no se redimirán. Un hermano bastardo y su madre, un amigo que ejerce de ayuda de cámara y otro que funciona como administrador, una criada con malas artes, una condenada a prisión, que cumplirá con el papel de mejor amiga de la protagonista estupendamente, la amante de otros tiempos, la prometida y su insufrible tía… Y por encima de todos ellos, la sombra de esa madre dragón a la que hay que temer.
Corsario es una obra sencilla y amena, de fácil lectura. Quizá los personajes carecen de profundidad pero tiene un halo de ternura, que la hace dulce al paladar. Es una novela de Regencia en la que volvemos a encontrarnos con ese carrusel de tópicos que las caracteriza, pero sin caer en el hastío. No, no es una obra sesuda ni viene cargada de escenas hot, es una novela para pasar una tarde de lo más entretenida con una mantita en el sofá.
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