Libro 6 de la Serie Los Stanislaski
Kate Kimball le había dado la espalda a la fama y el glamour y había vuelto a casa a empezar una nueva vida. Lo único mejor que el espléndido y ruinoso edificio donde iba a montar su escuela de danza era Brody O’Connell, el fascinante contratista que iba a encargarse de la remodelación del lugar.
No era habitual encontrarse con una mujer tan bella, sensual, provocativa... y tan irritante como Kate. Pero Brody estaba empeñado en resistir su arrebatador encanto. Aquella mujer era ni más ni menos que la hija mimada y perfecta de Natasha Stanislaski... no era para nada la mujer indicada para él. Sin embargo, cada milímetro de su ser le suplicaba que luchara por hacerla suya...
Kate Kimball es una famosa y aclamada bailarina que, en la cumbre del éxito, ha decidido dejar su extraordinaria carrera para volver a la pequeña ciudad de Virginia donde nació y creció. Su intención es establecerse cerca de su familia y dedicarse a la enseñanza del ballet. Desde niña soñó con un viejo edificio y ahora que está en venta y ella tiene el dinero y la idea de lo que hacer con él, se ha convertido en su propietaria y allí va a montar su escuela de baile y su apartamento.
Kate necesita un contratista que se encargue de hacer realidad todas las ideas que tiene en su cabeza para reconvertir el edificio en una preciosa academia de baile.
Brody O’Connell es viudo y tiene un hijo de seis años. Hace unos meses ha vuelto a su ciudad de la cual se marchó cuando tenía 18 años huyendo de una difícil relación con su padre. Durante ese tiempo se ha convertido en un hombre serio, trabajador y responsable a base de pasar por muchas situaciones complicadas.
Para criar a su hijo ha decidido que nada mejor que una pequeña ciudad, y esta no es otra que aquella donde están los abuelos del niño, que es además un lugar tranquilo.
Nada más lejos en el ánimo de Brody que embaucarse en una relación amorosa. Sin embargo, aparece en su vida Kate, un torbellino de mujer con las ideas clarísimas que desde el primer día que se conocen le deja muy claro que está interesada en él.
Este es el sexto y último libro de la serie Los Stanislaki. Kate es la hija pequeña de la pareja protagonista del primer libro. Y este es la historia que más me gusta de toda la serie. En realidad es un libro tan simple y sencillo como todos los demás que componen la serie, pero me gusta mucho la protagonista femenina porque desde la primera página tiene muy claro que quiere a Brody para ella y es ella la que lleva la iniciativa. Me gusta su carácter dulce y fuerte a la vez, y me gusta cómo va derrumbando todas las murallas que va levantando Brody hasta que lo deja indefenso.
No me gustan especialmente los niños en las novelas, pero de vez en cuando, hay alguno que resulta adorable, y este es el caso de Jack, el hijo de Brody. Su papel en la novela es muy tierno y tiene una bonita y emotiva escena en el final de la historia.
Como en el resto de los libros que componen la serie, en este también aparecen todos los miembros del clan Stanislaski (a estas alturas son ya tropecientos), y como ya he dicho muchas veces, me gusta la forma en la que la autora trata el tema de la familia y el hogar (quizá de forma idílica, sí, pero me gusta).
En definitiva, un libro muy agradable y una serie nada pretenciosa pero muy entretenida.
Kate Kimball le había dado la espalda a la fama y el glamour y había vuelto a casa a empezar una nueva vida. Lo único mejor que el espléndido y ruinoso edificio donde iba a montar su escuela de danza era Brody O’Connell, el fascinante contratista que iba a encargarse de la remodelación del lugar.
No era habitual encontrarse con una mujer tan bella, sensual, provocativa... y tan irritante como Kate. Pero Brody estaba empeñado en resistir su arrebatador encanto. Aquella mujer era ni más ni menos que la hija mimada y perfecta de Natasha Stanislaski... no era para nada la mujer indicada para él. Sin embargo, cada milímetro de su ser le suplicaba que luchara por hacerla suya...
Kate Kimball es una famosa y aclamada bailarina que, en la cumbre del éxito, ha decidido dejar su extraordinaria carrera para volver a la pequeña ciudad de Virginia donde nació y creció. Su intención es establecerse cerca de su familia y dedicarse a la enseñanza del ballet. Desde niña soñó con un viejo edificio y ahora que está en venta y ella tiene el dinero y la idea de lo que hacer con él, se ha convertido en su propietaria y allí va a montar su escuela de baile y su apartamento.
Kate necesita un contratista que se encargue de hacer realidad todas las ideas que tiene en su cabeza para reconvertir el edificio en una preciosa academia de baile.
Brody O’Connell es viudo y tiene un hijo de seis años. Hace unos meses ha vuelto a su ciudad de la cual se marchó cuando tenía 18 años huyendo de una difícil relación con su padre. Durante ese tiempo se ha convertido en un hombre serio, trabajador y responsable a base de pasar por muchas situaciones complicadas.
Para criar a su hijo ha decidido que nada mejor que una pequeña ciudad, y esta no es otra que aquella donde están los abuelos del niño, que es además un lugar tranquilo.
Nada más lejos en el ánimo de Brody que embaucarse en una relación amorosa. Sin embargo, aparece en su vida Kate, un torbellino de mujer con las ideas clarísimas que desde el primer día que se conocen le deja muy claro que está interesada en él.
Este es el sexto y último libro de la serie Los Stanislaki. Kate es la hija pequeña de la pareja protagonista del primer libro. Y este es la historia que más me gusta de toda la serie. En realidad es un libro tan simple y sencillo como todos los demás que componen la serie, pero me gusta mucho la protagonista femenina porque desde la primera página tiene muy claro que quiere a Brody para ella y es ella la que lleva la iniciativa. Me gusta su carácter dulce y fuerte a la vez, y me gusta cómo va derrumbando todas las murallas que va levantando Brody hasta que lo deja indefenso.
No me gustan especialmente los niños en las novelas, pero de vez en cuando, hay alguno que resulta adorable, y este es el caso de Jack, el hijo de Brody. Su papel en la novela es muy tierno y tiene una bonita y emotiva escena en el final de la historia.
Como en el resto de los libros que componen la serie, en este también aparecen todos los miembros del clan Stanislaski (a estas alturas son ya tropecientos), y como ya he dicho muchas veces, me gusta la forma en la que la autora trata el tema de la familia y el hogar (quizá de forma idílica, sí, pero me gusta).
En definitiva, un libro muy agradable y una serie nada pretenciosa pero muy entretenida.
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