Lilah Remy no había podido evitar quedar cautivada por Joss San Pietro, un joven hombre de negocios. Pero pronto tendría lugar una dramática revelación: la abuela de Joss era mestiza y esclava, lo cual lo convierte a él mismo en esclavo, propiedad de la tía abuela de Lilah, una mujer de frío corazón. Lilah, que mientras tanto ha aceptado casarse con otro hombre, compra a Joss para salvarlo del maltrato a que lo somete su tía abuela.
Lilah deja la casa colonial para regresar a Barbados con su novio. Con ellos viajará Joss, ahora esclavo de Lilah y su familia. Y entonces ocurrirá lo imprevisible…
Lilah Remy había dejado por unas semanas su casa en Barbados para pasar una temporada en Boxhill, en casa de su tía abuela Amanda, una mujer recta y de mal carácter. Lilah había rechazado ya demasiadas propuestas de matrimonio, algo por lo que su padre estaba ya más que harto. Necesitaba que se decidiera de una vez, pues era su única heredera. El hombre de su elección era Kevin, sobrino de Jane, su segunda esposa y madrastra por tanto de Lilah. Una vez que se celebrara el matrimonio, podría dejar la gestión y administración de su inmensa plantación y todos sus bienes a la flamante pareja.
Durante su estancia en la casa de Amanda, Lilah debía tomar definitivamente la decisión de casarse con Kevin. Pero ella no lo tenía tan claro. Para complicar la inseguridad que reinaba en su cabeza, un buen número de pretendientes la acosaban desde que había llegado a casa de su tía. Por ninguno sentía ni frío ni calor… igual que le pasaba con Kevin. Estaba resuelta a dar el sí definitivo a éste, después de todo, se conocían desde niños y sentía por él mucho afecto. Kevin decía que la amaba, pero ella estaba casi segura que parte de ese amor tenía más que ver con cuanto le iba a suponer desposarse con ella.
Se celebraba una fiesta en honor a Lilah. Ella estaba en la balconada intentando quitarse de encima a un joven que, a toda costa, intentaba convencerla de que fuera su esposa. Hay un pequeño rifirrafe y Lilah acaba cayendo de manera nada ortodoxa, dejando al descubierto gran parte de su cuerpo, encima de una planta de madreselvas. Una varonil carcajada y unas manos que intentan ayudarla, le hacen comprender que su aparatosa y vergonzosa caída no había sido vista sólo por su ferviente enamorado. De esa guisa conocea Joss.
Hasta esa noche Jocelyn San Pietro había sido un hombre libre con un negocio mercante propio. Era dueño de un barco y con una tripulación a su cargo. Su apostura y sus modales eran los de un caballero. Cuando se presentó en Boxhill en busca de George Barton, el marido de la tía abuela de Liliah, jamás pensó que los motivos que le había llevado hasta allí serían la causa de su ruina y desgracia y, desde luego, tampoco imaginaba que iba a vivir la aventura más extraordinaria de su vida.
Una vez que se presentó a George Barton y le dijo que era su nieto, éste cayó fulminado de un infarto. Inmediatamente, Amanda lo despojó de todo y lo reclamó como esclavo de su propiedad. Por las venas de Joss, aun siendo blanco, corría una milésima parte negra. Joss era nieto de una antigua esclava también de piel blanca, con la que George tuvo una aventura y a quien envió a Inglaterra con su hija… pero nunca le dio la libertad.
Una vez acaecido todo esto, apareció Kevin en Boxhill. Lilah, que antes de que Joss perdiera su condición de hombre libre le había robado un beso, ya había decidido casarse con el hombre que su padre había elegido para ella. Iban a partir inmediatamente hacia Barbados, pero antes Kevin tenía que comprar un grupo de esclavos para la plantación. Lilah acompañó a su prometido para, mientras él hacía “su compra”, hacer ella unos encargos. Así fue como encontró a Joss en el mercado de esclavos… y lo compró.
Bien, así comienza esta estupenda novela de más de 500 páginas en la que, de principio a fin, he disfrutado una barbaridad.
De niña vivía con la nariz metida entre libros. Creo que no me dejé un solo libro juvenil de aventuras por leer. Eran mis favoritos y, seguramente por eso y porque me inicié en la novela romántica con Shanna, a día de hoy no puedo resistirme a las novelas románticas donde su trama es toda una aventura.
En esta novela hay de todo: una travesía en barco, una epidemia de cólera, un naufragio, meses viviendo en una isla desierta, semanas conviviendo entre piratas, esclavos en una plantación… y todo ello aderezado con una preciosa y complicada historia de amor en la que el deseo, la adversidad, la desconfianza, la inseguridad y la pasión, tejen los hilos de la historia para hacer de esta novela una fantástica y entretenidísima lectura.
Sólo le pongo una pega al final: después de tantas páginas, me ha parecido, quizá, demasiado rápido. Aunque, claro, también puede ser que me hubiera encantado que el libro no se acabara.
Si no la habéis leído, de verdad, no dejéis de hacerlo.
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