A Cora Cash, posiblemente la heredera más rica en los Estados Unidos de la última década del siglo XIX, la han educado para creer que el dinero le abrirá todas las puertas. Pero cuando su madre la lleva a Inglaterra para asegurarle un marido aristocrático, Cora se queda consternada por la bienvenida que le dispensan. Las grandes casas en las que es recibida son muy frías y hostiles, obstinadas con los amoríos en la planta de arriba y los chismorreos en la de abajo. Y cuando Cora se enamore -de un hombre al que apenas conoce- se dará cuenta de que no termina de comprender del todo el juego en el que está inmersa y que su futura felicidad puede ser el premio.
Leí bastante información sobre este libro antes de decidirme a leerlo. Ahora, tras una lectura que ha resultado de lo más satisfactoria, no puedo por menos que felicitar y agradecer a mi intuición el runrún con el que, desde que supe del libro, me machacaba sin tregua a modo de mantra: "hazte con él, hazte con él, hazte con él..."
A finales del siglo XIX, en una época en la que numerosas herederas americanas soñaban, ellas y sus familias, con trucar su fortuna por un título nobiliario en Inglaterra, Cora Cash, quizá la más rica de todas, está loca por deshacerse de su rígida, controladora y autoritaria madre. En la fiesta de su presentación en sociedad, una fiesta en la que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle, no sólo para que resulte especial y espectacular, sino también para hacer constar la inmensidad de la riqueza de la familia, Cora está decidida a conseguir casarse con Teddy Van der Leyden, amigo de la infancia e hijo de una de las familias más respetadas y antiguas de Nueva York. Pero las madres de ambos tienen otros planes para sus hijos y, para disgusto de Cora, para Teddy su prioridad no es el matrimonio, sino marcharse a París a estudiar pintura con los grandes maestros.
Así las cosas, la familia Cash parte en su propio barco hacia Inglaterra dispuestos a introducirse en la sociedad aristocrática y conseguir un marido con título para la joven heredera.
A la madre de Cora le importan bien poco los sentimientos de su hija, lo único que quiere es alcanzar, por medio del matrimonio de la muchacha, el prestigio social que ella, con todos sus millones, no ha podido conseguir.
Cierto día, en el transcurso de una cacería, y para deshacerse de un molesto caballero, Cora se separa del grupo y llega hasta un bonito bosque de hayas donde tiene un accidente al caer del caballo. Quien la socorre es Ivo, noveno duque de Wareham. Este se la lleva a su residencia para que se recupere. Por supuesto, como manda el decoro, envía una nota a la señora Cash invitándola a su casa para que haga compañía a su hija mientras que esta se repone.
Ivo es propietario del castillo de Lulworth, en la costa de Dorset, un castillo inmenso pero que se está cayendo a pedazos y gran parte de su contenido ha sido o está siendo vendido. Sin embargo, a pesar de la precaria situación económica, las apariencias se siguen guardando, se sigue manteniendo al completo al personal de servicio, y tanto este como sus señores, viven apegados a las costumbres, al boato y a las tradiciones como si nada pasara.
Obviamente la historia deriva en matrimonio, un matrimonio que si bien para Cora está basado en el amor que siente hacia su esposo y que piensa es correspondido, para la alta sociedad no queda tan claro que no sea por conveniencia dados los escasos recursos monetarios del duque.
Decir que para la madre de Cora esta boda significa el logro de sus más altas expectativas, es quedarse corta, y como todo su afán es que en su país y en su entorno vean cómo ha conseguido su más soñado objetivo, la boda habrá de celebrarse en Nueva York.
No sería justo que contara el resto de la novela, así que lo voy a dejar aquí, pero sí contaré que a partir de este momento la historia se desarrolla dentro de los márgenes de cualquier novela romántica como las que solemos leer. Todo el elenco de personajes que aparecen en el libro los hemos leído un millón de veces: una doncella más preocupada por su señora que por su propia historia (este personaje es sencillamente maravilloso. Si esto fuera una película, Bertha se llevaría el premio a la mejor actriz secundaria), una suegra insufrible, una amante, Teddy que reaparece... La ambientación, la moda, las fiestas, todo cuanto compone una novela de estas características, lo hemos leído ya, pero... Estamos acostumbradas a leerlo, la mayoría de las veces, de manera edulcorada y simplona, y en esta novela no es así. Aquí el duque serio, frío y estirado es serio, frío y estirado. La amante mala, adúltera y retorcida, lo es tal cual y de principio al fin, pero con la pátina de señora que es y sin la afectación que se le suele dar para que resulte odiosa. Y así todos y cada uno de los personajes. La autora hace un retrato detallado de aquella sociedad y de su gente, con aclaraciones y alusiones a libros, periódicos, revistas y registros sociales del momento. Están cuidados al mínimo todos los detalles relativos a la moda, los avances, la sociedad, la cultura, las formas, el entorno, la época histórica...
Además, por si esto no fuera lo suficientemente interesante como para que aquellas que deseen empaparse un poco de aquel periodo y leer una novela con una historia -que para mí sí ha sido romántica a pesar de que no se vende como tal (la venden como histórica)- la narración es muy amena y está fantásticamente escrita.
Hacia el final hay una escena que protagoniza la doncella, cuya historia se narra de forma paralela aunque en menos profundidad, cuando recibe noticias de su madre, que me ha emocionado por la ternura y el significado.
La conclusión de la novela, ese momento donde encajan todas las piezas y que esperas sin saber muy bien cómo se va a resolver, se hace sin ningún tipo de alharacas y manteniendo el mismo rigor que impera durante toda la historia. Me ha parecido excelente, creíble y me ha dejado muy satisfecha.
Insisto en que, tal y como cataloga el libro la editorial, la novela no es lo que nosotras entendemos, estrictamente hablando, del género romántico, pero recomiendo encarecidamente su lectura porque el libro es muy bueno, te sumerge de lleno en la época y las costumbres y, por supuesto, tiene una historia romántica que acaba bien.
Añado también que siempre es un placer tener en tus manos un libro con sobrecubierta, pasta dura, una encuadernación buenísima, una letra clara, un color de páginas idóneo, una muy buena traducción y nada de erratas ni errores que distraigan o enfaden al lector. En definitiva, una novela que he leído del tirón y cuyo conjunto ha supuesto una auténtica delicia que ha colmado mis necesidades de lectora (romántica y no romántica), mis ganas de saber más y, al mismo tiempo, de disfrutar leyendo.
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