Después de un horrible desengaño amoroso, Lydia decide dedicar todos sus esfuerzos en gestionar el trabajo de su padre, un famoso egiptólogo, y en defender su honor, pues se le acusa de haber enviado algunas falsificaciones desde Egipto.
James Durham, el frívolo vizconde de Sanburne, ha recibido una de esas piezas y está convencido de que ella lo sabía de antemano. Gracias a James, Lydia se entera de que se ha urdido un complot para arruinar a su familia, pero ella no necesita la ayuda de uno de los hombres más deseados de Londres, y, desde luego, no tiene ningún intereés en que él la conquiste.
El guapo vizconde le sorprenderá y Lydia se verá envuelta en un peligroso juego de seducción en el que aprenderá que el mayor peligro se halla en las secretas motivaciones que Sanburne guarda en su corazón.
La primera parte del libro se me ha hecho bastante lenta. No digo que no esté bien o que todo lo que cuenta la autora no sea necesario para situarte, para conocer el por qué de la personalidad de los protagonistas, pero me ha resultado densísimo. Desde luego la traducción espesa y las frases inconexas en más de una ocasión, me han hecho perderme más de una vez.
Por lo demás, señalar que la autora trabajar al detalle la psicología de los personajes poniendo en ellos un celo exquisito. Eres capaz de comprender perfectamente cómo y por qué son y actúan así cada uno de los protagonistas.
La relación entre ellos, desde el principio y a medida que avanzan y se conocen, no despinta para nada el carácter con el que han sido dotado cada uno.
Los diálogos son fantásticos, irónicos, mordaces, con un contenido nada trivial.
Meredith Duran me parece una autora a tener en muy en cuenta, pues no se limita a crear historias superficiales, ella ambienta sus tramas y crea escenarios diferentes, dando una vuelta de tuerca para crear historias distintas.
Creo que hubiera disfrutado mucho más de la novela si hubiera tenido otro tipo de traducción.
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