Adrian Wentworth es uno de los guerreros más apreciados por el rey Enrique. A pesar de su humilde origen, el rey lo ha favorecido por encima de numerosos nobles. Temido en las batallas y respetado por sus hombres, es conocido como el Dragón. Tras acudir a la llamada del rey, no podrá reaccionar cuando el propio Enrique le comunique que será el futuro conde de Norfolk, aunque para eso tendrá que desposarse con Lady Margaret. Con solo veinticinco años, y luchando desde que era un niño, ahora se enfrenta al mayor reto de su vida, y lo que siempre había temido, el matrimonio y una joven de alta cuna.
Lady Margaret Norfolk no dudará en acudir al mismísimo rey cuando lord Marlowe intente embaucar al monarca para obligarla a casarla con él. Enrique, divertido por el arrojo de la dama y admirado por su fuerza, la apoya y decide ser él el que le busque esposo. Lo que Margaret no esperaba meses después es que el rey Enrique decidiera unirla al Dragón.
Empecé esta novela pensando que sería una lectura ligerita y quizá sin mucha chicha. Pues debo decir que me lo he pasado bastante bien con su lectura. He disfrutado enormemente con ella, esas trifulcas entre Adrian y Margaret, cómo ella le planta cara y cómo poco a poco el dragón deja ver su verdadero carácter, amén de un vocabulario extremadamente cuidado que me ha transportado a esa época y a otras novelas románticas leídas hace mucho tiempo.
Adrian es un personaje que llama la atención desde el principio, sí que es verdad que su primera imagen no es que sea muy atractiva, con esa poblada barba y las ropas mugrientas, pero tras dos sugerencias de Margaret se convierte en un auténtico protagonista de novela romántica. Margaret es una mujer con una gran responsabilidad a sus espaldas, muchas personas dependen de ella. Es una época difícil para ser mujer, pero Margaret no se dejará avasallar por ese “esposo” elegido por el rey Enrique. Hasta que comprueba que Adrian no es el monstruo que todos decían.
Hay que destacar el conjunto de personajes secundarios, un grupo muy interesante y con el que te ríes en más de una ocasión, sobre todo con Eugen. La ambientación es estupenda, muy cuidada pero sin excesivas descripciones. Una novela con ese aire a las de antes que se lee en un suspiro, y con la que pasar un rato muy agradable.
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