El esperado cierre de la trilogía iniciada con El descubrimiento de las brujas,una historia de amor que combina magia, ciencia y literatura con una gran dosis de suspense.
Tras viajar en el tiempo con La sombra de la noche, la historiadora y bruja Diana Bishop y el genetista Matthew Clairmont vuelven al presente para hacer frente a nuevos problemas y a viejos enemigos. Pero la amenaza real todavía está por llegar y, cuando lo hace, la búsqueda del manuscrito identificado como Ashmole 782 y sus páginas perdidas cobra mayor urgencia.
En casas ancestrales y laboratorios universitarios, haciendo uso de conocimientos antiguos y de la ciencia moderna, desde el campo hasta los palacios de Venecia, la pareja al fin conocerá lo que las brujas descubrieron hace siglos.
Desde que leí la primera entrega de esta serie sabía que no podría dejar de leer las siguientes. Con el libro de la vida culmina la aventura de la doctora Bishop, una bruja, y el profesor, Mathew Clermont, un vampiro. Diana y Mathew además de ser pareja están dispuestos a enfrentarse a lo que haga falta para defender una relación entre una bruja y un vampiro, algo que está prohibido por la Congregación. La asamblea formada por vampiros, brujos y daimones y la encargada de impartir justicia.
Tras una breve estancia en Francia, Diana y Matthew se dirigen a Madison, a la casa de Diana. Allí estarán más seguros que en Sept-Tours, además, así se alejan de Baldwin, jefe de la casa Clairmont tras la muerte de Philippe y hermano de Mathew. Baldwin es un vampiro frío, duro, y poco amigo de Mathew pero también es responsable y protector, aunque no siempre de las personas adecuadas. La tensión entre Matthew y Baldwin es insostenible y Marcus, hijo de Matthew y líder de los Caballeros de Lázaro le plantea crear un vástago de la familia. ES como una rama independiente que no tendría que obedecer a Baldwin y el líder sería Mathew.
Sigue su búsqueda de El libro de la vida. Tras su viaje al pasado saben que le fueron arrancadas 3 hojas. Una de las hojas está en su poder, pero aún necesitan las dos restantes. Su principal objetivo es encontrar esas hojas, mientras Mathew y Miriam siguen estudiando el perfil genético de las criaturas. De forma sorprendente para todos Diana está embarazada, algo que no creían posible entre una bruja y un vampiro. La seguridad de Diana es lo más importante para Matthew.
A Madison llega Chris, amigo y compañero de Diana en Yale y un científico con mucha proyección. Tras hablar con él, Diana y Mathew deciden trasladarse a la universidad y centrarse en la investigación de la hoja del Ashmole 782. Consiguen averiguar con qué está creado el Libro de la vida. La mayor sorpresa no llega de la universidad sino la llegada inesperada de Jack, el niño que vivió con ellos en la Inglaterra del XVI. Jack es un vampiro, creado por Benajmin, hijo repudiado de Matthew, a quien le dirige la rabia de sangre. Encontrar y destruir a Benjamin se convertirá en el objetivo de Matthew y de toda la familia Clermont.
Matthew y Diana deben separarse, él debe ir a Nueva Orleans y convencer a los hijos de Marcus para que le apoyen como vástago, y Diana viaja hasta Londres para seguir la investigación sobre las hojas perdidas. Poco antes del nacimiento de los gemelos se reencontrarán en Londres.
En esta entrega conoceremos también la historia de Ysabeau, la madre de Mathew y la razón por la que Mathew y todos sus descendentes posean la rabia de sangre. Descubrimos que el verdadero enemigo es Benjamin, su obsesión con El libro de la vida ha costado bastantes vidas, incluidas las de los padres y la tía de Diana, y de unas cuantas brujas más. Nox y Gerbert, los que parecían el antihéroe de la novela, son unos subalternos de Benjamin. La acción y tensión de la batalla final está muy lograda.
Un final a la altura de las otras dos entregas. Con alguna sorpresa y un variopinto grupo de personajes que a mí me ha encantado. Si bien es cierto que me ha dejado algo sorprendida ese no final para Gerbert, me había esperado algún tipo de venganza, así como algún que otro pequeño cabo suelto que me ha sorprendido porque podía haber dejado una novela redonda.
Diana y Mathew son dos personajes complejos, muy diferentes pero que se compenetran a la perfección, así como los gemelos, que sin ser protagonistas aparecen en momentos puntuales pero muy relevantes. La autora no ha caído en la técnica fácil de intentar conquistar aun más al lector con dos bebés, no, los protagonistas son por encima de todo, Diana y Mathew.
El conjunto de personajes secundarios es igualmente muy interesante, por parte de los vampiros: Marcus, Gallowglass, Baldwin, Fernando (ese sí que es un vampiro encantador), Miriam y Jack, al que pensaba no salía en esta entrega. Y por parte de las brujas: Sarah, el aquelarre de Madison, así como una de las brujas de la Congregación que dará más de una sorpresa.
Me ha gustado mucho esta novela, la autora escribe fantásticamente bien y la traducción es impecable. Aunque debo reconocer que para mí a esta entrega le sobran algunas páginas. Hay momentos en que el ritmo se ralentiza y suceden pocas cosas, pero hay varios hilos abiertos y las referencias al pasado consiguen que siguiera leyendo con ganas de llegar al final. En esta entrega hay menos referencias históricas y descripciones, se centra más en los personajes y en la historia en sí.
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