Último libro de la serie Lores perdidos.
Lord Kirkland, es dueño de una flota naval, de la mitad de una casa de juegos de Londres y es un espía tremendamente despiadado. No suele permitirse excesos, excepto cuando se trata de la amable e indomable belleza de la que un día fue su mujer. Laurel Herbert entregó su corazón a James desde muy jovencita… hasta que lo vio cometer un acto muy violento delante de ella. Esa misma noche abandonó a su marido, y él la dejó marchar sin protestar. Ahora, diez años después, un encuentro fortuito desata las pasiones y conlleva consecuencias que ninguno puede ignorar. No obstante, mientras ellos intentan reconstruir lo que estaba roto, deberán enfrentarse a enemigos comunes y a un amor muy poco común.
Una vez más empezando la casa por el tejado. No me he leído los anteriores pero he cogido este con muchas ganas porque hacía tiempo que no leía nada de esta autora.
La historia me ha gustado mucho, quizá un poquito más Kirkland que Laurel, ella me ha parecido un poquito sosa a veces, pero tiene más cosas a favor que en contra, así que en general me han gustado los dos y me ha parecido una pareja muy compenetrada.
Entiendo las razones por las que se separaron, o más bien, por las que Laurel lo dejó diez años atrás, hay que tener en cuenta que ella tenía dieciocho años y no sabía casi nada de la vida. Kirkland, es un personaje con carácter, pero dócil y algo inseguro con lo que respecta a su esposa. Él la sigue amando como el primer día, ha elegido estar separado todos esos años por el bien de ella. En el fondo ninguno de los dos se considera merecedor del amor del otro. Hasta que unas fiebres y una paliza lo lleven a la enfermería que dirige su mujer.
Me ha gustado mucho cómo la autora ha tratado el reencuentro, ese volver a la vida marital, y a reconocer unos sentimientos que nunca habían dejado de existir. Ahora son dos personas distintas pero deben intentar convivir en armonía. Los dos se esfuerzan de forma distinta, Kirkland debe contenerse y ser paciente para no asustar a Laurel o recuperar la intimidad en la alcoba. Laurel, por el contrario, debe conocer a ese nuevo James y tratar de olvidar lo que una vez presenció, o al menos, comprender las razones por las que lo hizo.
No he leído las entregas anteriores de esta serie, pero no he notado como si me perdiera algo fundamental para poder leer y disfrutar de esta historia. Sí que me hubiera gustado alguna escena más relacionada con Violet y Rothe, una pareja secundaria pero interesante y que me ha llamado mucho la atención.
Una escena final trepidante, con un tratante de esclavos que pone los pelos de punta y algún que otro susto.
De ritmo ágil y un cambio de escenario entre Bristol y Londres, que se agradece, Una esposa singular es una novela dulce, de segundas oportunidades con la que pasar un rato muy agradable. Es una pena que sea la última entrega de esta serie, porque me he quedado con ganas de leer la historia de Daniel, el hermano de Laurel. De la traducción no voy a decir nada (no sé qué le pasa a esta editorial, algunas traducciones son buenísimas y otras, como esta, me dejan totalmente descolocada y algo perdida en algunos momentos). La portada, como ya se ha comentado, no pega para nada con una novela de esta época...
Almudena
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.