2ª entrega de la trilogía El ducado de Anizy
En la primera parte de esta trilogía, Antoine llega a Cartagena de Indias. Allí, en medio de una guerra para conquistar la ciudad, conoce a Mariana, una española que le salva la vida y que se muestra ante él tan inteligente como hermosa.
En esta segunda entrega, Antoine y Mariana, ya casados, salen de Cartagena de Indias camino a Francia, donde él se encuentra con la sorpresa de haberse convertido en el nuevo duque de Anizy. Ni se espera esa responsabilidad, ni que la muerte de su hermano sea por causas distintas a lo que todos piensas, enfermedad. Pero debe hacerse cargo de todo cuanto conlleva un ducado desatendido y unos arrendatarios temerosos. Tampoco ayuda el hecho de haber llegado a Francia casado, nada menos que con una española, habiéndose visto obligado a rechazar la propuesta de Luis XIV para contraer matrimonio con una dama de la corte.
Mariana se nos muestra de nuevo como una mujer de inteligencia asombrosa que, a pesar de estar en un país desconocido para ella, consigue integrarse por el bien de su esposo y por el ducado, apoyando a Antoine en todo cuanto emprende y, al tiempo, enfrentándose a él cuando lo cree necesario. Porque, por mucho que se haya convertido en duquesa, o casualmente por eso, no deja a un lado su orgullo y sus propias iniciativas.
Descubrimos a un Antoine igual de aguerrido, igual de terco, pero con una sensibilidad hacia los más desfavorecidos que cala hondo. Amigo de sus antiguos amigos, hermano extraordinario,más enamorado cada día que pasa de su esposa, a la que tiene como una igual, en la que delega hasta el punto de concederle el control de sus negocios, por saberla más inteligente que él para tales menesteres, por mucho que en esa época una mujer no pudiera hacer según qué trabajos.
Si la primera novela me envolvió, con esta segunda me he sentido totalmente atrapada. Ni podía ni quería dejar de leer, me apenaba saber que tenía que llegar al final, tarde o temprano y, curiosamente, leía despacio para alargar la satisfacción que me producía estar llenándome de conocimiento. Porque ya lo dije en la reseña anterior, El asalto a Cartagena de Indias: con Elena Bargues, se aprende Historia.
El botín de Cartagena me ha parecido, además, más novela de aventuras, de esas que nos gustan, que nos atrapan, con las que disfrutamos. Entre dato y dato, entre personaje y personaje, entre cómo se podía conseguir un excelente vino o cómo se podía sacar lo mejor de una cosecha, la autora nos deleita con intrigas palaciegas, intentos de asesinato, unos secundarios que hacen las delicias del lector por lo auténtico de su modo de actuar y pensar.
Y amor. Pero no sólo de la pareja principal, Antoine y Mariana, que en esta novela consiguen asentar sus vidas, sino el amor de otros personajes que suponen pilares reales en la historia. Unos, nuevos; otros, conocidos. Todos, estupendos. Clément y Nicole, Gastón y Carmen (la hermana de Mariana), Pierre y nuestra querida Teresa de la novela anterior... He disfrutado de lo lindo viendo el modo en que se van acercando, se van conociendo, se van enamorando.
Podría extenderme analizando la narrativa, el estilo e, incluso, los sentimientos de los personajes de la novela. Pero no. Sólo voy a deciros que esta novela tiene tantos elementos para disfrutar de ella que es imposible detallarlos todos: amor, intriga, aventura, sentimientos, traiciones, un Luis XIV derrochador, sorpresas que ni esperáis, e incluso una referencia a ese personaje del que habla a medias la Historia, sin afirmar o negar de quién se trataba, y que a muchas os sonará si habéis visto la película de El hombre de la máscara de hierro, protagonizada por Leonardo DiCaprio, Gabriel Byrne, Jeremy Irons, John Malkovich, Gérard Depardieu.
Deseando leer ya la tercera entrega del ducado de Anizy, En el corazón del Imperio.
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